El Universal

Mauricio Meschoulam

- Por MAURICIO MESCHOULAM

Organizada por EU y Polonia, la conferenci­a sobre Medio Oriente reunió en Varsovia a 60 ministros y representa­ntes de gobiernos para discutir asuntos de la región. El tema central fue Irán, aunque se habló de otras cuestiones como el plan de paz de Trump para Palestina e Israel. Esta cumbre exhibió varias cosas: primero, cómo se están acomodando las alianzas regionales y globales; segundo, la distancia que hoy separa a Washington de sus aliados europeos en distintos temas de los cuales, Irán es solo uno; y tercero, la dualidad o quizás podríamos decir, esquizofre­nia, con la que se está moviendo la Casa Blanca dirigida por un presidente como Trump.

Sin entrar en demasiado detalle, solo recordar que, a lo largo de años, en Medio Oriente se ha gestado una creciente rivalidad entre el líder del islam sunita —Arabia Saudita— y el líder del islam chiíta —Irán. Esta pugna ha tenido, en los últimos años, diversos teatros de operación como Siria o Yemen. De manera paralela, Israel considera a Irán y a su aliada Hezbollah como sus mayores y más potentes enemigos en la región, lo que coloca, de manera natural, en el mismo bando a Israel y a Arabia Saudita junto con varios de sus aliados.

Esto se combina con una política exterior de la administra­ción Trump para Medio Oriente anclada en: (a) Un combate frontal a Irán en cuanto a su proyecto nuclear, su proyecto de misiles y su influencia regional; (b) El fortalecim­iento de los lazos de la Casa Blanca con Arabia Saudita; (c) La promoción activa del acercamien­to de Israel con Arabia Saudita y sus aliados; (d) Una iniciativa de paz para Palestina e Israel cuyos detalles aún desconocem­os. Varios de esos factores fueron muy evidentes en Varsovia.

También han sido evidentes, sin embargo, los factores que distancian a distintos actores. Por ejemplo, la ausencia de Qatar, de Líbano y Turquía. Obviamente, tampoco estuvo Rusia. Muy por el contrario, en una importante señal enviada justo durante los días de la cumbre, Putin recibió a los presidente­s de Turquía e Irán, para discutir el futuro de Siria, lo que, a la vez, nos habla de la creciente confrontac­ión entre Washington y Moscú. De igual modo, la cumbre de Varsovia exhibió el gradual distanciam­iento entre la Casa Blanca y varios de sus aliados europeos. Mientras que Trump busca medidas para arrinconar a Teherán y obligarle a negociar un acuerdo nuclear con términos menos favorables, los países europeos están haciendo todo lo posible para rescatar el convenio existente.

Por último, en la cumbre también se dejó ver la dualidad con la que se mueve Washington. De un lado tenemos a Trump y su “America First”. Del otro lado tenemos a personajes como Pompeo, como Bolton o al Congreso, intentando contener y moldear la política del presidente. Esto se refleja en temas como, de una parte, la abierta determinac­ión para combatir a Irán y sus diversas áreas de influencia, mientras que, de la otra, Trump insiste en retirar a sus tropas de Siria en donde Irán sigue trabajando en establecer una presencia militar permanente. O bien, se refleja con un Congreso exasperado por los excesos del presidente que está aprobando legislació­n para obstaculiz­ar las relaciones entre la Casa Blanca y Arabia Saudita cuando, por el otro lado, la estrategia de Washington hoy está claramente recargada en la monarquía saudí. Con todo lo anterior, pareciera que la conferenci­a de Varsovia no fue una reunión limitada a Medio Oriente, sino un teatro lleno de señales acerca de los tiempos que vivimos a nivel global.

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