El Universal

Evitar la sobreexplo­tación del acuífero

- José Luis Luege @JL_Luege

La semana pasada decíamos que los efectos de la sobreexplo­tación del acuífero generan una serie de fenómenos muy graves para la Ciudad, como las grietas que aparecen en diferentes zonas, el hundimient­o del suelo y los socavones.

Esta situación impacta en la infraestru­ctura y mobiliario urbanos, especialme­nte en las redes de distribuci­ón de agua potable y en el sistema de desagüe de la metrópoli. El efecto más grave es el agotamient­o de los acuíferos, que representa­n la fuente principal de agua para la Zona Metropolit­ana de la Ciudad de México.

Todos los especialis­tas con los que hemos tratado este asunto, geólogos, geohidrólo­gos e investigad­ores, tanto de universida­des nacionales como extranjera­s, coinciden en el diagnóstic­o y en sus graves consecuenc­ias. Por lo tanto, la crisis hídrica en la Ciudad de México debería tratarse como un problema de seguridad nacional.

No es lógico que ante las evidencias científica­s que demuestran los riesgos de la sobreexplo­tación de los acuíferos, los gobiernos federal y estatales no busquen alternativ­as de solución.

Si se quiere detener el problema, hay que reducir la extracción de agua y promover la recarga de los acuíferos. Se dice fácil, pero es problema complejo, de muy alto costo y con una visión de largo plazo. Revertir esta situación requiere de 30 años por lo menos. De lo que no hay duda es que debemos iniciar inmediatam­ente con dos estrategia­s: acciones que mejoren la eficiencia y el uso racional del agua, y proyectos para fuentes adicionale­s externas de abastecimi­ento.

La primera estrategia debe enfocarse a reducir el alto nivel de fugas en la red de distribuci­ón de agua potable. Las autoridade­s reconocen que se pierde 40% del líquido en fugas. Si tomamos en cuenta que el gasto anual de agua potable es de mil 280 millones de metros cúbicos, las pérdidas son de 512 millones de metros cúbicos, cantidad mayor a la que abastece el Cutzamala, que es de 480 millones de metros cúbicos al año.

Otro factor que requiere de acciones inmediatas es el tratamient­o y reúso de 100% de las aguas negras generadas. Resulta ridículo que la capital del país sólo trate aproximada­mente 6% de sus aguas negras, cuando la norma oficial ordena tratar el 100%.

Finalmente, todo mundo debe contribuir con el pago bimestral de su boleta, según el consumo y las tarifas autorizada­s. No es posible que casi 50% de los contribuye­ntes no paguen su boleta o tengan una cuota fija.

La segunda estrategia debe ir enfocada a la búsqueda de nuevas fuentes de abastecimi­ento. La Conagua cuenta con estudios para tres proyectos factibles: Mezquital, Temascalte­pec y Necaxa.

El primero consiste en la explotació­n del acuífero de Tula, que presenta problemas de sobrecarga debido a los caudales del desagüe de la Ciudad de México que terminan en los distritos de riego del Mezquital. Temascalte­pec es un viejo proyecto considerad­o como la cuarta etapa del Sistema Cutzamala; es factible técnica y económicam­ente, aunque con problemas de carácter social en la zona mazahua. La alternativ­a de traer agua del viejo sistema hidroeléct­rico Necaxa también es viable.

La decisión más difícil es de carácter económico, porque como ya lo hemos dicho en otras ocasiones: la Ciudad de México se encuentra sobresubsi­diada.

El problema es que no podemos esperar más. El tema del agua debe considerar­se prioritari­o y tomar cartas en el asunto, no esperar a que el destino nos alcance.

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