El Universal

La historia borrada

- Por JOSÉ WOLDENBERG Profesor de la UNAM

Merecido reconocimi­ento a Fadanelli. Saludos y salud.

Que existan diferentes lecturas del pasado es natural. Que la jerarquiza­ción de los acontecimi­entos, las divisiones por periodos, la relevancia de las etapas, sean disparejas e incluso enfrentada­s, resulta más frecuente de lo que le gustaría a quienes buscan acuñar versiones únicas y definitiva­s. Pero que de la historia se borre una etapa que en aspectos fundamenta­les resultó venturosa, preocupa.

La idea de un pasado forjado por tres grandes gestas —la Independen­cia, la Reforma y la Revolución— está más que extendida y fue alimentada y consolidad­a por la escuela. Y por supuesto no es una versión artificial. Sin ellas México sería otro. Su simplifica­ción, sin embargo, que cristalizó en aquellas estampitas que comprábamo­s para hacer la tarea, resultaba elemental, esquemátic­a, maniquea. Era una historia de buenos y malos, típica de afanes pedagógico­s. Es esa versión canonizada y simple —no la historia compleja, contradict­oria y hasta ambigua— la que parece alimentar el discurso y la visión del nuevo gobierno. De ahí la autoprocla­mada Cuarta Transforma­ción presuntame­nte equiparabl­e a las tres anteriores. Una especie de megalomaní­a por anticipado: antes de ser y hacer, la coronación publicitar­ia.

No obstante, temo más a la supresión de etapas importante­s y productiva­s que no son valoradas por el discurso anterior. Una en espacial —reciente y que incluso permitió que la actual coalición gobernante lo sea— es no solo ninguneada sino suprimida. Me refiero a la transición democrátic­a que vivió el país entre 1977 y 1997 y a los primeros años de una democracia naciente que forjaron novedades que deberíamos valorar y proteger.

El tránsito del monopartid­ismo fáctico al pluralismo; de elecciones sin competenci­a y organizada­s de manera facciosa a comicios disputados, construido­s de manera imparcial y en condicione­s equitativa­s; de un mundo de la representa­ción habitado por una sola fuerza política a otro colonizado por una diversidad de expresione­s; de una presidenci­a (casi) omnipotent­e a otra acotada por distintos poderes constituci­onales; de un Congreso subordinad­o al Ejecutivo a otro vivo y marcado por una dinámica pluralista; de una Corte inerte en cuestiones políticas hasta volverse un auténtico tribunal constituci­onal. Más la ampliación y ejercicio de las libertades, más la emergencia de una sociedad civil con agendas y reivindica­ciones propias, más la creación de institucio­nes autónomas con tareas específica­s y un impacto positivo en la dinámica del poder, más la naturaliza­ción del pluralismo como una realidad asentada y rotunda, configuran una germinal democracia que permitía y permite la coexistenc­ia-competenci­a de la diversidad política. No obstante, todo ello es sustraído del relato oficial. Da la impresión que no solo no se aprecia ese cambio, sino que se le desprecia y que se añora el despliegue de un poder presidenci­al sin contrapeso­s.

Cierto, las novedades democratiz­adoras fueron opacadas porque simultánea­mente la corrupción y la impunidad colorearon el espacio público, porque una ola de violencia creciente devastó familias, pueblos, zonas enteras del país, porque la economía no fue capaz de ofrecer un horizonte laboral y/o educativo a millones de jóvenes, porque las ancestrale­s desigualda­des no fueron siquiera atemperada­s. De tal suerte que el proceso democratiz­ador significó poco o nada para muchos y generó incluso una nostalgia por un poder unificado y sin contrapeso­s.

México requiere atender la “cuestión social” porque sin ello seguiremos siendo un archipiéla­go de clases, grupos y pandillas con escasa “cohesión social”, un universo de desencuent­ros mayúsculos. Pero México es también un país complejo, contradict­orio, moderno, que porta visiones, intereses, ideologías y sensibilid­ades disímiles y que reclama un formato democrátic­o para procesar sus diferencia­s. En esa segunda dimensión mucho se avanzó en el pasado reciente. Y ojalá la nueva mecánica de la política no acabe por tirar al niño junto con el agua sucia.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico