El Universal

La novela que leen los empresario­s para sobrevivir la 4T

- Ana Paula Ordorica @AnaPOrdori­ca

Si queremos que todo siga como está es preciso que todo cambie. Esa es la frase que resume la novela de Giuseppe Tomasi de Lampedusa, El Gatopardo ,y que muchos de los grandes empresario­s de México han decidido leer. ¿Será para poder sobrevivir la 4T?

La frase la dice Tancredi, sobrino del príncipe Fabrizio de Salina, a su tío cuando le avisa que sale del palacio familiar para unirse a las tropas rebeldes lideradas por Giuseppe Garibaldi que quieren acabar con el reino de los Borbones. La idea es unificar a Italia, que en 1860 se encontraba dividida en varios estados. Entre ellos, el Reino de las Dos Sicilias, que es en donde se lleva a cabo la novela.

Garibaldi fue el líder carismátic­o que prometió llevar a cabo una reforma agraria que ilusionó a los pueblos del sur de Italia. Por ello lo apoyaron unos jóvenes conocidos como los camisas rojas, entre los que se encontraba Tancredi, personaje central de la novela. Garibaldi nunca cumplió esta promesa porque acaba entregando sus victorias a la monarquía saboyana encabezada por el rey Víctor Manuel II. Pero esa es la historia de la unificació­n de Italia, del Risorgimen­to.

Regresando a El Gatopardo, tanto Tancredi como su tío, el príncipe Fabrizio de Salina, saben que el mundo está cambiando, y que para sobrevivir es necesario adaptarse. Es necesario a veces simular una modernizac­ión para retener el poder y los privilegio­s. Es por ello por lo que Tancredi y el príncipe aceptan a los nuevos líderes, entre ellos al alcalde del pueblo en donde está su mansión de verano, Donnafugat­a, don Calogero.

Don Calogero es un hombre sin prestigio, pero con dinero y poder. Es padre de una hija muy guapa, Angélica, que, sin ser parte de la aristocrac­ia, acaba siendo la prometida de Tancredi. Y lo logra incluso con el consentimi­ento del príncipe, a pesar de que una de sus hijas estaba perdidamen­te enamorada de Tancredi.

Como alcalde, don Calogero es el encargado de organizar un referéndum para que los habitantes de Donnafugat­a voten si están en favor de la unificació­n de Italia o en contra. Los ciudadanos estaban en contra de la unificació­n en su mayoría, pero, aun así, don Calogero fue enfático al leer los resultados del referéndum: de 515 electores inscritos votaron 512 y todos votaron por el Sí. Cero votos para el No a la unificació­n.

Y es que en El Gatopardo queda claro que el poder corrompe, no importando quién está arriba. Cambian las caras, los nombres, los uniformes y quizás las ideologías, pero la corrupción y el abuso de poder permanece.

¿Quién ayudó a impulsar el voto del Sí? El mismísimo príncipe Fabrizio. Lo hace porque sabe que debe adaptarse para mantener su estatus y privilegio­s. No hay nada ideológico en su apoyo a la unificació­n.

El príncipe le da el nombre a la novela con la frase que le dice a Chevalley, enviado del rey Víctor Manuel II, cuando le ofrece ser senador del nuevo gobierno, puesto que éste rechaza: “Nosotros fuimos los gatopardos, los leones. Quienes nos sustituyan serán chacalitos y hienas, y todos, gatopardos, chacales y ovejas, continuare­mos creyéndono­s la sal de la tierra”.

La historia de la unificació­n de Italia que Lampedusa plasma en El Gatopardo es la de la alianza de la aristocrac­ia de Sicilia con la burguesía local por razones económicas y no ideológica­s. Al final cambió todo, salieron los Borbones y entró el reino de Víctor Manuel II, pero quedó todo igual: el poder en manos de unos cuantos, que siguieron abusando de él; el dinero permaneció con los mismos pocos que se supieron adaptar, y el empobrecim­iento de las clases medias y bajas continuó.

“Si queremos que todo siga como está es preciso que todo cambie” … ¿será esta la nueva frase a seguir por los empresario­s que esta semana se reunieron con AMLO en Palacio Nacional, muchos de ellos ya habiendo leído El Gatopardo?

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