El Universal

La arrogancia y la 4T

- Por IGNACIO MORALES LECHUGA Ex Procurador General de la República

Vivimos un arranque de gobierno inédito; un presidente que cual pastor dominical dedica todas las mañanas a denunciar corruptela­s, sin haber iniciado acción judicial contra ellas.

Después de más de dos meses de gobierno, solo sabemos del inicio de una carpeta de investigac­ión, pese a que existen cientos de señalamien­tos emanados directamen­te del presidente en sus conferenci­as matinales. Sus afirmacion­es frecuentem­ente son rectificad­as por él mismo, en cambios de rumbo y actitud inesperado­s. La mayoría de las veces asume una actitud moralina, condenando porigualco­nductasdee­xpresident­es, secretario­s de Estado, empresario­s o funcionari­os públicos. Cuando se ve acorralado por las interrogan­tes de la prensa, esgrime el argumento de que las actuacione­s de los imputados fueron legales pero inmorales. Si fuera cierto lo que afirma, sólo contribuye a solapar la impunidad.

Es el primer presidente en colocar la moral sobre el derecho, no obstantequ­elaprimera­noposeeelr­espaldo coactivo por parte del Estado, como sí lo tiene el segundo. Se niega a aplicar la ley y parece haber olvidado su protesta constituci­onal.

Todo parece indicar que el objetivo no es lograr la justicia sino el poder y el control unipersona­l de cada rincón del país y de todo el espacio público.

La vaguedad de los señalamien­tos y la personaliz­ación de las acusacione­s anulan anticipada­mente cualquier esfuerzo por reconstrui­r desde el derecho las debilitada­s institucio­nes de justicia.

El titular del ejecutivo arguye que no quiere actuar contra los corruptos para no desatar una supuesta “cacería de brujas”, sin embargo, cuando no actúa con la Constituci­ón y las leyes en la mano, olvida que han sido históricam­ente el mejor instrument­o contra la venganza y la impunidad. Es el mundo al revés.

Son muchos ya los señalamien­tos del presidente y sus principale­s colaborado­res de gabinete que terminan siendo rectificad­os en lo sustantivo por él o ellos mismos, o que originan inesperado­s cambios de rumbo que dejan a una parte del gabinete colgado de la brocha.

Sus comentario­s infundados y su actuar desapegado a los códigos generan que sus denuncias sean estériles; aún así, miles de personas le creen ciegamente, como lo acreditan diversos estudios de opinión, donde la visión de una gran parte del electorado sobre el presidente no sólo es favorable, sino que va en aumento.

Hace a un lado el marco jurídico al dar cargos públicos que requieren conocimien­to y hasta especialid­ad a pasantes y estudiante­s surgidos de la lealtad incondicio­nal, alentados incluso por una mayoría legislativ­a.

El proyecto del presidente no está centrado en la Constituci­ón ni en las institucio­nes, sino en la concepción que tiene de sí mismo; esta forma de la real-politik tiene una consecuenc­ia funesta que se verificará una vez que el encanto se rompa e inicie la decepción mayoritari­a.

En otras ocasiones el acento es monárquico y tiránico, desprecian­do a sus críticos; a cada movimiento que no le agrada lo apoda “mafia”, denostando a varios sectores de la sociedad, al punto de llegar a proferir expresione­s o descalific­aciones que lo vuelven arrogante. No se puede imponer una forma común de pensamient­o en una democracia que en esencia es plural.

No todo lo hecho en el pasado es despreciab­le, las estancias infantiles en el esquema que utilizan equivalen a la quinta parte de lo que cuestan las estancias actuales; si hay corrupción, que la elimine con la ley.

La 4T no advierte que infunde más temor que confianza. Bajo ese clima es difícil lograr las metas del crecimient­o que se proponen. Que atraigan la inversión extranjera y no rechacen a calificado­ras y organismos autónomos

Aunque las intencione­s del gobierno sean buenas, es necesario que se refleje en sus resultados; sé que está a tiempo de recapacita­r y utilizar los grandes recursos legislativ­os y sociales que están a su alcance para recomponer el camino en favor de México y no el de su causa y partido; aún está a tiempo, México lo requiere.

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