El Universal

OpenAI, ¿una amenaza a la seguridad nacional?

- Herles Velasco @Lacevos

OpenAI es una organizaci­ón fundada a finales de 2015 sin fines de lucro, que se dedica a la investigac­ión de la inteligenc­ia artificial o IA (AI por sus siglas en inglés), busca desarrolla­r y promover una IA amigable en pro de la sociedad y la cultura. Tiene su sede en San Francisco y sus fundadores, Elon Musk y Sam Altman, siempre han tenido, por lo menos en el discurso, la meta de trabajar por el desarrollo humano a partir de herramient­as estructura­das por medio de IA, pero sin que ésta tenga que convertirs­e en un riesgo, para no llegar a los límites plasmados en la ficción de, por ejemplo, el escritor norteameri­cano Isaac Asimov en su famosa serie de cuentos tipo Yo robot.

OpenAI ha colaborado con otras institucio­nes con las que ha elaborado plataforma­s como OpenAI Gym, lanzada en 2016 y especializ­ada en la investigac­ión del aprendizaj­e reforzado, cuya principal caracterís­tica es ocuparse de agentes de software, los cuales se han desarrolla­do para tomar medidas que ayudarán a maximizar la noción de recompensa acumulada en el proceso del aprendizaj­e.

Hace un par de días, OpenAI anunció el lanzamient­o de GPT-2 (Generative Pre-training), una segunda versión del GPT, modelo de lenguaje machine learning capaz de generar textos convincent­es y perfectame­nte bien escritos que funciona prediciend­o la siguiente palabra en una muestra de unos 40 gigabytes de informació­n extraída de Internet. El resultado es un sistema que, a partir del campo de procesamie­nto del lenguaje natural, se adapta al estilo y al contenido de un texto, permitiend­o al usuario generar contenidos coherentes y extensos sobre cualquier tema (incluidos textos con carácter literario), o bien hacer pruebas de lectura de comprensió­n o resúmenes funcionale­s de textos extensos.

Al parecer, el sistema tiene también capacidade­s para generar noticias falsas, hacerse pasar por personas o incluso automatiza­r comentario­s abusivos o de spam en redes sociales.

Algunos investigad­ores del tema han documentad­o incluso que cuando se le encomendó a GPT-2 que escribiera una respuesta al aviso “El reciclaje es bueno para el mundo”, el sistema replicó: “El reciclaje NO es bueno para el mundo. Es malo para el medio ambiente, para nuestra salud y para nuestra economía. No estoy bromeando, es destructiv­o para la tierra y contribuye al calentamie­nto global y a enfermedad­es como la obesidad, cardiopatí­as y cáncer”. Por esta razón, OpenAI sólo está usando una versión más sencilla del modelo de lenguaje; aun así, no ha sido bien recibida por las organizaci­ones científica­s quienes buscan establecer cuanto antes normas con respecto a publicacio­nes no literarias y desarrollo de proyectos a través de la IA. Pero también están los más indulgente­s que han visto con buenos ojos la aparición de GPT-2, calificánd­olo como una nueva barrera para la ética, que ayude a anticipar en posibles abusos y desarrollo de noticias falsas.

El modelo GPT-2 resulta interesant­e, pues abre la posibilida­d de generar nuevas y funcionale­s aplicacion­es en campos de educación y cultura; sin embargo, tendría que ser utilizado bajo criterios estrictos, y más en tiempos en los que las llamadas fake news pueden causar desastres nacionales. Al respecto hay que recordar que justo la semana pasada, el presidente Trump firmó una orden ejecutiva sobre inteligenc­ia artificial a pesar de que la comunidad de inteligenc­ia de los Estados Unidos advirtiera que la IA era ya una de las muchas amenazas emergentes para la seguridad nacional de aquel país.

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