El Universal

Lucha ganada Mexicano vs. Justicia de EU

El abogado Sergio García enfrentó al sistema estadounid­ense y logró ejercer pese a ser indocument­ado; hoy ya es ciudadano

- Texto: MAX AUB

EChico, California l mexicano Sergio García sentó precedente en Estados Unidos al convertirs­e en el primer abogado indocument­ado en luchar —y ganar— contra el Departamen­to de Justicia para que le permitiera obtener la licencia para ejercer su profesión a pesar de su estatus migratorio. Su historia inspiró a más de una docena de abogados indocument­ados a dar la batalla en varios estados de ese país para obtener el permiso de hacer el examen que, en caso de ser aprobado, les permite ejercer como cualquier otro licenciado legalmente establecid­o en Estados Unidos.

Hoy, García, nacido en Villa Jiménez, Michoacán, y criado en Panindicua­ro, celebra un nuevo logro: el pasado viernes 17 de mayo presentó y acreditó su examen para ser ciudadano estadounid­ense y el 20 de junio acudió al acto de juramentac­ión.

“Fue un camino bastante largo y sufrido”, admite este abogado experto en casos de víctimas de accidentes de auto. La solicitud original para ser ciudadano estadounid­ense la hizo el 18 de noviembre de 1994, a través de su padre, en ese entonces residente permanente. Luego éste se convertirí­a en ciudadano e hicieron el cambio ante las autoridade­s migratoria­s, haciendo esta vez la solicitud como hijo de un ciudadano.

Sin embargo, Sergio tenía ya 21 años y la ley no permite a los padres solicitar la ciudadanía para hijos mayores de edad.

El mexicano, quien tiene 42 años, llegó a Estados Unidos al año y medio de edad. Desde aquella vez regresó a México con la familia en tres ocasiones: “La última vez que mi papá nos dijo que regresábam­os aquí [a Estados Unidos] fue en 1994 y yo ya había vivido en México desde 1987, yo ya no quería regresar, ya se me había olvidado el inglés”.

No era la única razón. La segunda vez que regresaron a Estados Unidos desde México, él tenía cinco años: “Tuvimos que cruzar el desierto y la montaña, y caminar y caminar; era interminab­le y estábamos llenos de miedo porque nos teníamos que esconder de la migra; no quería pasar por lo mismo”.

Aun así, la familia volvió a Estados Unidos. “Recordé el inglés, estudie, comencé a sacar buenas calificaci­ones y cuando terminé la

high school [la preparator­ia] recibí varias ofertas para ir becado a buenas universida­des, pero en cuanto se enteraban de que no tenía papeles, me las retiraban”.

Los papás de Sergio lo ayudaron a pagar los pocos créditos académicos que podían costear. “El college [nivel técnico], que dura normalment­e dos años, yo lo hice en cuatro años y medio y luego en la universida­d sólo alcanzó para graduarme como paralegal [asistente de abogado]”, cuenta con nostalgia y tristeza.

A los 22 años, decidió escribir un libro:

Abogado indocument­ado, en el que contó todo el proceso que había tenido que pasar. “Logré reunir cinco mil dólares, me reinscribí en la Universida­d Estatal de California (USC) y luego, a través de tarjetas de crédito, préstamos y muchos trabajos logré graduarme en 2009”, detalla orgulloso. Terminó con una deuda estudianti­l de 100 mil dólares.

Su estatus de indocument­ado no le permitió obtener la licencia para ejercer.

Sergio no se dio por vencido y emprendió una batalla contra el Departamen­to de Justicia de Estados Unidos para lograr, con el apoyo de la Corte Suprema de California y el Congreso del estado, su licencia para ejercer como abogado, aun siendo indocument­ado. En 2014, ganó esa pelea.

“El siguiente paso era la residencia legal y la logré al poco tiempo, curiosamen­te 21 años después de estar en el proceso de la petición de mi padre para ser residente legal [la de 1994], la residencia llegó en 2015, al año siguiente de que me otorgaron mi licencia de abogado”.

Una vez obtenida la residencia, tenía que esperar cinco años para poder aspirar a realizar el examen para obtener la ciudadanía. Pero el final fue aún más feliz: “Yo podía es

perar a 2020 para hacer todo el proceso, pero mi esposa me propuso pedirme [solicitar la ciudadanía para él]. Después de tres años de casados [desde 2016] ella misma me preparó la aplicación, la sometió y yo me puse a estudiar [para el examen]”.

Finalmente, lo presentó, ante un oficial federal: “Es bastante sencillo si te preparas y estudias —dice sonriendo—. Lo segundo fue que se cerciorara­n de que mi matrimonio es legítimo y que no fue un acuerdo para simplement­e arreglar mi estatus legal. Confirmaro­n todo e inmediatam­ente me felicitó [el oficial] por mi ciudadanía y me dijo que me esperara para una próxima fecha, para hacer el acto de juramentar­le a este país y a su bandera, que es propiament­e un acto simbólico”.

Ese día llegó el pasado jueves: “Juramenté con un nutrido grupo de nuevos ciudadanos, la mayoría hispanos”, dice emocionado. “Me siento feliz, pero a la vez pienso en los millones de indocument­ados, porque yo sé lo que es eso y no quiero pensar lo que deben estar sintiendo después de la amenaza de [el presidente estadounid­ense, Donald] Trump sobre que van a detener a millones de ellos”.

Sergio García dice que nunca quiso arreglar su situación migratoria a través de un matrimonio fraudulent­o. “¿Qué calidad moral tendría como persona y como abogado si yo hubiera actuado así?”, pregunta, y asegura que su decisión de no actuar así “es una muestra de mi amor a esta profesión, de mi compromiso con la gente que me busca para ayudarla y defenderla, y una muestra de que como mexicanos también podemos hacer las cosas bien aunque nos cuesten más tiempo y más trabajo. Al final la recompensa es mayor”, asegura y recuerda con una sonrisa en la cara que “mientras peleaba [contra el Departamen­to de Justicia] para poder obtener mi licencia, recibí como cinco propuestas de matrimonio de mujeres que yo ni conocía, de diferentes partes del país. Me decían que querían ayudarme a sacar adelante mi carrera y todo el esfuerzo que estaba haciendo. Se me hacía muy halagador y lo agradecí mucho, pero no era la forma en que yo quería hacerlo”.

Actualment­e sigue atendiendo su bufete de abogados en la ciudad de El Chico, California. Vive con su esposa, Amairani Serna, originaria de Tamaulipas, quien es también ciudadana y lo apoya en su oficina.

“[Para llegar a EU] tuvimos que cruzar el desierto y la montaña y caminar y caminar; era interminab­le y estábamos llenos de miedo porque nos teníamos que esconder de la ‘migra’”

“El jueves 20 de junio juramenté con un nutrido grupo de nuevos ciudadanos [de EU], la mayoría hispanos... Me siento feliz, pero pienso en los millones de indocument­ados, porque yo sé lo que es eso”

“[Rechazar un matrimonio fraudulent­o] es una muestra de que como mexicanos también podemos hacer las cosas bien aunque nos cuesten más tiempo” SERGIO GARCÍA Abogado que obtuvo la ciudadanía de EU

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Sergio García, durante la ceremonia del jueves pasado en la que juró como ciudadano de Estados Unidos, tras haber aprobado el examen.
 ??  ?? Sergio y su esposa, Amairani Serna, en las oficinas de él en Chico, California.
Sergio y su esposa, Amairani Serna, en las oficinas de él en Chico, California.
 ??  ?? García con su perrito, el jueves pasado. En 2014, logró permiso para ejercer.
García con su perrito, el jueves pasado. En 2014, logró permiso para ejercer.
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El mexicano visitó la Basílica para dar gracias a la Virgen de Guadalupe.

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