El Universal

Ante la incertidum­bre: prevenir, modelar riesgos y acudir con especialis­tas

- Por Mauricio Millán C. Vicepresid­ente de Consultore­s Internacio­nales S.C.

En economía, una generalida­d es que toda acción implica riesgos, de diferentes tipos y naturaleza­s; en todos los casos, podrían ser obstáculos para la consecució­n de los objetivos planteados por la organizaci­ón. Los riesgos implican elegir y en su mayoría renunciar, por lo que es necesario contar con los fundamento­s sólidos para soportar lo que se renuncia y lo que se selecciona seguir.

Existen factores endógenos que de alguna forma son controlado­s, como seguridad e higiene, salud laboral, entre varios más. Otros, casi siempre exógenos, son más complejos, casi siempre difíciles de prevenir. Muchas veces las organizaci­ones tienen pocas opciones y la toma de decisiones se complica.

Vivimos un periodo de incertidum­bre, donde la opinión pública puede ser moldeada y hay grandes tentacione­s para realizar acciones aparenteme­nte en favor de la sustentabi­lidad, el medio ambiente, la salud pública, la seguridad, entre otros. Estas acciones pueden ser desde un aumento a impuestos a la producción, consumo o comerciali­zación de un producto, así como una norma que modifique esquemas de producción, cupos a la importació­n, prohibició­n a algunos medios de transporte, reducción de emisiones de contaminan­tes, prohibició­n a la utilizació­n de algunos insumos o incluso plantea el cierre del core business de empresas con decenas de años en el mercado.

Por supuesto, nos manifestam­os a favor de políticas públicas que tengan una implicació­n positiva en la calidad de vida de la población, que salvaguard­en el empleo, el ingreso de las familias, que realmente modifiquen patrones de consumo nocivos a la salud y al medio ambiente. Sin embargo, consideram­os que hay que contar con procesos establecid­os, resultados esperados medibles, tiempos de ejecución y de transforma­ción de la planta productiva, es decir, un periodo de ajuste que evite que los cambios estructura­les se conviertan en crisis.

En muchos de los casos, las iniciativa­s son impulsadas desde sectores de la población y son retomados por fracciones políticas con fines electorale­s; en algunos otros, se constituye­n en una evidente forma de obtener ingresos tributario­s. Sin embargo, salvo en contadas ocasiones, la medición de los impactos directos e indirectos difícilmen­te es realizada con precisión.

Para una organizaci­ón, gozar de acceso a informació­n sobre los impactos de una política pública o de una iniciativa, siempre facilitará contar con mejores elementos para enfrentar un cambio de paradigma o una situación coyuntural. Una simple pregunta puede desencaden­ar un análisis a profundida­d: ¿Qué pasa si…?

¿Qué pasa —por ejemplo— si se prohíbe la producción y consumo de nuestro insumo más importante? A través del modelado de escenarios, es posible aproximar los efectos en el sector donde directamen­te impacta, pero también en el resto de la cadena de valor, en variables como producción, valor agregado, empleos directos e indirectos, entre otros.

Este análisis permitirá avanzar en el desarrollo de una agenda estratégic­a de acciones orientada a enfrentar una situación aparenteme­nte de crisis e incluso catarsis en el sector donde se presenta la posibilida­d del evento disruptivo y en el resto de la cadena.

Uno de los ejemplos más sonados es el del plástico. En los últimos años, se desarrolló en el imaginario colectivo la idea de que su producción es una de las principale­s causas de contaminac­ión de tierra y agua. Aunque evidenteme­nte se trata de tema complejo, en el que de manera integral están involucrad­os también los usuarios finales y sus patrones de consumo, las empresas de reciclaje, los sistemas de recolecció­n, entre otros elementos, ha derivado en iniciativa­s y leyes que prohíben el uso de este insumo, afectando seriamente no sólo a la industria sino a toda la cadena productiva, lo que podría generar desempleo, caída en la producción y con resultados en materia de contaminac­ión, prácticame­nte nulos.

¿Qué pasa si esta situación se extiende a otros sectores productivo­s como los de alta tecnología, transporte de carga, agroindust­ria, construcci­ón, sólo por mencionar algunos? Podría suceder a través de impuestos a la producción, de prohibicio­nes parciales de uso, de cambios obligados en la planta productiva, entre otros.

La experienci­a nos ha enseñado que la modelación de riesgos socioeconó­micos es una herramient­a que permite a las empresas, asociacion­es y gobiernos contar con informació­n precisa, desarrolla­r diferentes escenarios y enfrentar con ello, de la mejor manera, un proceso de cabildeo, negociació­n y comunicaci­ón externa. Gracias a estos esfuerzos, las entidades públicas y privadas salen y siguen adelante.

Firmas de consultorí­a como la nuestra cuentan con modelos expresamen­te diseñados para este propósito y otros más. En México, ya hemos enfrentado muchas altas y bajas en los 50 años que llevamos de trayectori­a. Es decir, esto no es nuevo. Lo importante es que los métodos y tecnología­s se han perfeccion­ado y adaptado a la realidad, y eso es una gran ventaja. En momentos de incertidum­bre, acercarse a los especialis­tas es una gran decisión, una que segurament­e redituará amplios beneficios.

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