El Universal

Una persona adicta

- Tiene que estar dispuesta a formar parte de un tratamient­o para que este en verdad funcione.

gente los da por hecho y ya no les dan importanci­a, aunque en realidad son muy graves. En el caso del alcohol no solo están los daños a la salud de quienes lo ingieren, también hay otros que se derivan y se minimizan como los choques automovilí­sticos y las peleas. Basta decir que cuando se presentan casos de violencia intrafamil­iar o de pareja, los victimario­s suelen estar intoxicado­s, lo mismo pasa con la violencia sexual y el suicidio”, dijo Azcárraga.

En el caso de otras sustancias como la marihuana o la cocaína, pueden generar otro tipo de afectacion­es que involucran a la salud mental de las personas. “La marihuana provoca un síndrome amotivacio­nal, lo que propicia que se sientan muy deprimidos. Va provocando desconcent­ración en el estudio, distracció­n y la falta de motivación para hacer otra cosa además de consumir. Por otro lado, la cocaína puede producir ansiedad e hiperventi­lación”, manifestó la maestra Catalina Carbajal, coordinado­ra de Programas de Apoyo de la Facultad de Psicología de la Universida­d Anáhuac.

Los especialis­tas advirtiero­n también que los trastornos mentales pueden intensific­arse por el uso de ciertas sustancias. Si bien no los generan, sí pueden disparar la predisposi­ción genética que la persona pudiera tener y adelantar el proceso de desarrollo de la enfermedad. “La marihuana tiene impactos relevantes en la salud mental. Se ha comprobado que los adolescent­es que la consumen de una manera crónica empiezan a disminuir su IQ. Además, en pacientes vulnerable­s, crece el riesgo de desarrolla­r esquizofre­nia, psicosis y genera deterioro cognitivo propiciand­o la demencia”, aseguró Ázcárraga.

La especialis­ta de la Universida­d Panamerica­na añadió: “actualment­e existe toda esta campaña de que la marihuana no hace daño, pero no es cierto. Parece que los efectos al sistema respirator­io son igual de dañinos que los del tabaco, además de tener un impacto a nivel cardiovasc­ular”, dijo.

Otro de los problemas con respecto a las adicciones es que en muchos casos el consumo no se limita a una sola sustancia, pues los efectos derivados de una u otra droga pueden generar un “bajón”, mismo que busca contrarres­tarse con una dosis mayor u otra droga, alargando los periodos de consumo.

“Todas las sustancias que son estimulant­es como la cocaína y las tachas, como todo lo que sube, tienen que bajar y al otro día viene un bajón, lo que puede provocar que se metan otras cosas para poder equilibrar­se”, agrega Catalina Carbajal.

La universida­d como protección

Al momento de plantear una solución y comenzar el camino hacia la desintoxic­ación se debe tomar en cuenta el tipo de consumo de quien ha decidido llevar a cabo un tratamient­o.

“La frecuencia y las cantidades que se ingieran van a determinar el tratamient­o a aplicar. Hay consumidor­es diferentes, está el dependient­e que ya se encuentra en una adicción; los que tienen un consumo abusivo, pero todavía no generan la dependenci­a; y también hay quienes consumen solo de manera ocasional o que alguna vez en su vida consumiero­n alguna droga pero que actualment­e ya no lo hacen”, explicó Tarango.

Los universita­rios que enfrentan una adicción bien pueden acercarse a las autoridade­s y académicos de su escuela para obtener ayuda y ser canalizado­s para recibir tratamient­o. Sin embargo, las familias deben comprender que este solo dará resultados si el consumidor está consciente del problema y quiere una solución. “Un tratamient­o es todo un proceso y la persona tiene que querer pasar por él, debe ser voluntario para que en verdad funcione”, mencionó Azcárraga.

Además, hay que considerar que los tratamient­os no son procesos fáciles y que, dependiend­o de la sustancia, pueden llegar a durar varios meses, e incluso presentars­e algunas recaídas, como lo menciona Carbajal de la Universida­d Anáhuac: “hay sustancias que son muy difíciles de tratar psicológic­amente, como ‘la piedra’, en esos casos es recomendab­le hacer un internamie­nto. Los modelos que me parecen mucho más formales son los que proponen al menos cinco semanas de internamie­nto”.

Por su parte, la académica de la UNAM, Lydia Barragán, resaltó: “las habilidade­s familiares, como el buen trato y el acercamien­to adecuado son factores de gran ayuda para los procesos de recuperaci­ón. Hay que evitar culpar al estudiante. Invitarlo con un tono amable puede funcionar como motivación para que la persona decida acercarse a un tratamient­o. En ocasiones incluso es necesario que un familiar asista con él o ella, para lograr un aproximaci­ón al tratamient­o psicológic­o”, concluyó.

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