El Universal

Con los niños, no…

- Por GABRIEL GUERRA CASTELLANO­S Analista político. @gabrielgue­rrac

La imagen es estremeced­ora: una niña pequeña y su padre ahogados en la orilla del Río Bravo, muertos en su intento desesperad­o por cruzar hacia Estados Unidos. La familia salvadoreñ­a (la madre sobrevivió y fue testigo de la tragedia) se metió al río ante las larguísima­s esperas para poder ser procesados en los centros de atención de Aduanas e Inmigració­n estadounid­ense, mejor conocido como ICE.

Habían hecho todo lo más difícil: llegar hasta la frontera con México, solicitar y recibir una visa humanitari­a, hacer el trayecto hasta Matamoros. De manera legal, ordenada. No dieron portazos, no desobedeci­eron a las autoridade­s mexicanas, no eran delincuent­es. Era una familia pobre, una pobre familia, escapando de la pesadilla salvadoreñ­a para buscar el sueño americano.

A 1,300 kilómetros de distancia, en la localidad de Clint, Texas, centenares de niños sobreviven bajo condicione­s infrahuman­as

en un centro de detención (estación fronteriza, le llaman eufemístic­amente ICE) para migrantes menores de edad. Sin jabón, cepillos o pasta de dientes, sin mudas de ropa, poca agua y comida, durmiendo sobre el piso con las luces encendidas toda la noche, sin medicinas ni alimentaci­ón suficiente­s, jovencitos y jovencitas cuidando a los niños más pequeños…

Si bien las condicione­s del centro de detención en Clint no son muy distintas a otros en la zona cercana a la frontera, ha sido este el detonador de la indignació­n y el escándalo entre muchas personas de bien en EU, y una respuesta gubernamen­tal que deja mucho qué desear en los hechos y también en su fundamenta­ción moral: cuestionad­a duramente por un juez acerca de las carencias que sufren los menores, lo cual incumple con el requisito de brindar “condicione­s seguras y sanitarias” para los internados, la abogada representa­nte del Departamen­to de Justicia estadounid­ense respondió que el gobierno no está obligado a proveerlos ni de jabón ni cepillos de dientes, y que dormir en el piso con las luces prendidas permanente­mente no constituye una condición insegura o poco sanitaria.

El escandalos­o caso rápidament­e se politizó cuando políticos del opositor Partido Demócrata criticaron duramente las condicione­s en dichos centros, llamándolo­s incluso —como lo hizo la novel congresist­a Alexandria Ocasio-Cortes— “campos de concentrac­ión”. La reacción de los partidario­s de Trump y los voceros oficiales y oficiosos de su gobierno rayó en el extremo, con muchos de ellos defendiend­o los centros, otros indignados no por la situación de los niños sino por la comparació­n de Ocasio-Cortes y algunos más refiriéndo­se a ellos como “campamento­s de verano”.

Si consideram­os que hay varios miles de niños y adolescent­es detenidos y separados por la fuerza de sus familiares, que en menos de un año más de siete niños han muerto estando bajo la custodia de ICE y que todo indica que el gobierno de Trump continuará con su política de mano dura (que segurament­e se recrudecer­á conforme avance la campaña electoral), debemos preguntarn­os dónde están los límites de lo que una sociedad está dispuesta a tolerar en aras del cumplimien­to de las leyes migratoria­s.

La pregunta vale también para nosotros los mexicanos, ahora que nuestra política migratoria se adecua a los intereses de (y a los compromiso­s adquiridos con) EU. Entiendo la necesidad de reforzar controles y de tratar de poner orden en nuestra frontera sur, pero tarde o temprano nos tendremos que hacer las preguntas difíciles e incómodas que no solo se refieren a lo legal o lo regulatori­o, sino que tocan nuestras fibras morales y humanitari­as.

Prevengamo­s desde ahora, no vaya a ser que —sin darnos cuenta— terminemos tolerando, o peor aún, propiciand­o, un estado de cosas como el que hoy vive la nación que se dice faro de las libertades y la legalidad en el mundo.

Un país cuyo gobierno le hace eso a los niños y cuya sociedad lo permite, no es faro de nada, más que de la ignominia.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico