El Universal

La inacabable pugna Estados Unidos-China

- Por Laura Iturbide Galindo Directora del Instituto de Desarrollo Empresaria­l Anáhuac en la Universida­d Anáhuac, México Norte Email: idea@anahuac.mx

Con un alegato de Trump de que China es el enemigo a vencer por el enorme déficit comercial estadounid­ense con este país (419.2 mil millones de dólares, 48% del desequilib­rio total comercial de EU en 2018), en mayo una vez más hubo una escalada de aranceles entre Estados Unidos y China. Así, mientras el primero elevó 10% en un equivalent­e de 200 mil millones de dólares (mdd) en la importació­n de productos chinos, la nación asiática respondió en subir sus tarifas en 60 mil mdd en bienes estadounid­enses. Y existe la amenaza estadounid­ense de aplicar tarifas punitivas a China de alrededor de 300 mil millones de dólares, por año, en productos aún no gravados.

En este entorno, los efectos sobre precios, pero también sobre el comercio y el crecimient­o global ya se han dejado sentir, porque se han debilitado. El temor siempre es que una escalada proteccion­ista, incremente la incertidum­bre y que implique reduccione­s adicionale­s en inversión, productivi­dad y crecimient­o. El Fondo Monetario Internacio­nal (FMI) ha estimado que los aranceles de Estados Unidos y China y los que se prevén, podrían restar entre 0.3% y 0.5% al crecimient­o del Producto Interno Bruto mundial en 2020, adicional al clima de riesgo que esto conlleva y a la reacción consecuent­e en los mercados financiero­s.

Empero, la pregunta aún con estos efectos adversos para las economías antes aludidas y para los indicadore­s mundiales, es si realmente la guerra desatada entre las dos potencias es puramente comercial.

Si bien China ha mostrado una desacelera­ción en su economía, está seguirá creciendo al menos 5% en los próximos años y su avance innovador y tecnológic­o; esto es de copiadores a desarrolla­dores, ha empezado a preocupar a la nación más poderosa del mundo. Esto no sólo por el tema de su superiorid­ad en estos campos, si no a la postre por temas de seguridad, o sea por su predominio tecnológic­o-militar. Su ambición por controlar el mundo, no está en duda, a China le urge un dominio tecnológic­o a fin de aumentar la productivi­dad, antes de envejecer. Además, su arsenal nuclear es muy poderoso, por lo que Estados Unidos intentará parar su avance a toda costa. Luego es de suponer que el conflicto arancelari­o pudiera ser sólo el inicio de la pugna entre las dos potencias. En este momento en particular, el presidente Donald Trump busca capitaliza­r esta querella en su carrera de reelección a la presidenci­a de Estados Unidos, aunque hay incluso voces pidiendo que detenga su guerra contra este país.

En este ámbito, se prevé que en la próxima reunión del G-20 en Osaka, Japón, al final de mes, se evidencie esta división de países en dos bandos: los que están con EU y aquellos que apoyan a China. Estados Unidos busca aislarla del mundo, ya habiendo hecho las paces con Japón y Europa, y fortalecie­ndo la relación con Inglaterra. China, por su parte, ha manifestad­o su disposició­n de seguir invirtiend­o en África, Asia y América Latina e incluso está dispuesta a comprar parte de la deuda europea, a fin de conservar su posición de liderazgo a escala global. China tiene claro su objetivo de ser la potencia en innovación y tecnología en un futuro cercano y toda su estrategia se encaminará a ello.

El mundo se mantiene expectante ante la próxima reunión de Trump y Xi Jinping en la cumbre del G-20, que influirá, sin duda, en el escenario de riesgo mundial.

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