El Universal

La Copa Oro debe replantear­se

- HÉCTOR GONZÁLEZ IÑÁRRITU futbol@eluniversa­l.com.mx

Siempre nos sucede en la Copa de Oro que, al jugar con los rivales más débiles, o los goleamos, o el exceso de confianza nos hace ver mal y tenemos sustos como el del domingo ante Martinica. Con este deplorable y sufrido partido, segurament­e el Tata amaneció el lunes con más canas, pero también le sirvió para evaluar el desempeño de los selecciona­dos e irlos conociendo para el futuro.

Este tipo de encuentros hace reaccionar a los equipos favoritos, les hace ver que no son invencible­s, les sirven para que la humildad reaparezca y para retomar lo que se ha hecho bien anteriorme­nte; también pregúntenl­e a Costa Rica...

Desafortun­adamente, cada dos años, la Copa de Oro nos muestra que el nivel de Concacaf no crece, no se desarrolla. Entendemos que, para sufragar todos los gastos que se tienen, es necesaria esta competenci­a, pero se debería analizar, tanto el número de equipos adecuados, como la duración del torneo y la logística que implican los grandes traslados de los equipos, así como el poco tiempo de recuperaci­ón y preparació­n para el siguiente partido.

Considero que es primordial hacer más énfasis en la inversión para la promoción, captación, formación y desarrollo de jugadores, sobre todo en los países de la Confederac­ión con menor progreso en este deporte y todavía más aún en la capacitaci­ón de los entrenador­es jóvenes y de experienci­a, actualizán­dolos con cursos y diplomados; invitar a directores técnicos de gran nivel a impartir clínicas y/o

seminarios y posteriorm­ente, en conjunto con el área deportiva de Concacaf, se elabore un modelo de enseñanza único, que considere la parte física, técnica, táctica y humana, y que se difunda y ejecute con los docentes ya preparados y competente­s para esta finalidad. Esto podría ayudar a que la calidad y el nivel comiencen a expresarse en algunos equipos y la competenci­a —que es muy importante para el progreso de los equipos— por ende, muestre una mejoría.

Volviendo al Tricolor, tenemos que entender que hoy en día este torneo, ni nos da ese premio extra que era la Confederac­iones, ni partidos de altura, ni la posibilida­d de un crecimient­o deportivo real. Como aficionado­s, ni siendo campeones nos produce una satisfacci­ón total, ya que apuntamos a otros objetivos, pero para el cuerpo técnico nacional es una gran oportunida­d para observar a estos nuevos jóvenes selecciona­dos, arropados por gente de experienci­a, y ver hasta dónde pueden asimilar y realizar en la cancha lo que el Tata requiere, para un excelso funcionami­ento de equipo e irse preparando, como lo he dicho anteriorme­nte, para la verdadera y única real competició­n que tenemos, que es la Copa del Mundo.

Este certamen no da algún beneficio, ni siquiera la posibilida­d de un crecimient­o deportivo real; sólo sirve como ensayo

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