MÁS QUE CURSOS
Armar un robot o dar voz a sus personajes favoritos son algunas opciones para vivir un verano fuera de serie.
Los cursos de verano no son escuelas que abren durante las vacaciones. Tampoco tienen la función de cuidar niños mientras los padres trabajan. En realidad, estos talleres son una gran opción para desarrollar o afinar talentos en la infancia o en la juventud.
En entrevista con EL UNIVERSAL, el pedagogo Brayan Fernando Castro Prado, profesor de asignatura tipo A en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y en la Secretaría de Educación Pública (SEP), destacó que los cursos de verano ofrecen muchos beneficios a los pequeños. Entre éstos se encuentran el desarrollo de conocimientos, destrezas y valores, además del descanso de las actividades escolares.
“A pesar de que los profesores de escuela realizan actividades lúdicas y pedagógicas en el proceso de enseñanza y aprendizaje, el alumno se estresa.
“Entonces, al concluir el periodo escolar, los cursos de verano apoyan el descanso y el entretenimiento, sirven para la convivencia con iguales y la formación en temas de ciencia, tecnología o artes”, dice el pedagogo.
Sugiere a los padres que están en búsqueda del curso ideal, que hablen con su hijo sobre el interés que tienen de inscribirlo en alguna actividad, pues no lo pueden obligar a asistir. Asimismo, que investiguen a fondo los gustos del niño y las opciones que poseen cerca de su hogar para invertir sabiamente en aprendizaje y diversión.
El receso también es significativo en las vacaciones de verano. Por eso, Castro Prado no recomienda cursos que duren todo el día o toda la semana; o los de regularización escolar, porque generan estrés.
Al final, los conocimientos que obtenga el infante se trasladarán a su vida cotidiana. Por lo tanto, es indispensable la selección de un curso seguro, educativo y entretenido que cause nuevos intereses y talentos.
En ese sentido, los cursos que a continuación enlistamos se destacan por sus actividades poco comunes, donde los niños pueden conocer amigos y experiencias que los beneficiarán en muchos ámbitos.
El curso de verano del departamento de educación no formal de la Dirección General de Divulgación de la Ciencia (DGDC) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) busca, desde hace 26 años, “iniciar a los niños y jóvenes en la ciencia a través de actividades lúdicas: talleres, demostraciones, juegos, visitas al museo Universum y a otros lugares de interés”, detalla en entrevista la licenciada Angélica Romero, coordinadora general de la Casita de las Ciencias.
De ahí que la Sociedad Mexicana para la Divulgación de la Ciencia y la Técnica, A.C. (SOMEDICyT) y el museo Universum organizan un curso infantil que desarrolla y fortalece la autonomía. Por lo tanto, los pequeños no tienen la posibilidad de ir acompañados de sus familiares, solo deben llevar un atuendo cómodo y un refrigerio para disfrutar de los eventos y paseos programados.
Estas actividades compartidas están basadas en la interacción entre los usuarios y el monitor. La participación es voluntaria y no se busca evaluar a los pequeños, pues su intención es promover el pensamiento crítico y la generación de preguntas genuinas. Gracias a la labor de los monitores universitarios especializados en el campo de la divulgación de la ciencia, los niños de cinco a 14 años de edad que asisten a la Casita de las Ciencias llegan a obtener habilidades de análisis, observación, reflexión, trabajo en equipo, comunicación verbal y no verbal. No necesitan tener conocimientos previos, solo ganas de aprender y mucha curiosidad.
• Costo: $4,500. Los hijos de los trabajadores de la UNAM y los grupos de cinco niños reciben un descuento del 10% sobre el precio inicial.
• Cuándo: del 22 de julio al 9 de agosto; de lunes a viernes, de 9:00 a 14:30 horas.
• Dónde: Ciudad Universitaria. DGDC Universum - Casita de las Ciencias, planta baja (Circuito Cultural s/n).
• Web: casita.dgdc.unam.mx
“El niño tiene la oportunidad de vivir la experiencia del curso de verano desde los tres años de edad, pero los papás no deben obligarlo a asistir”, — Brayan Castro Prado, pedagogo de la UNAM.