El Universal

MÁS QUE CURSOS

Armar un robot o dar voz a sus personajes favoritos son algunas opciones para vivir un verano fuera de serie.

- DANIELA SALDAÑA

Los cursos de verano no son escuelas que abren durante las vacaciones. Tampoco tienen la función de cuidar niños mientras los padres trabajan. En realidad, estos talleres son una gran opción para desarrolla­r o afinar talentos en la infancia o en la juventud.

En entrevista con EL UNIVERSAL, el pedagogo Brayan Fernando Castro Prado, profesor de asignatura tipo A en la Universida­d Nacional Autónoma de México (UNAM) y en la Secretaría de Educación Pública (SEP), destacó que los cursos de verano ofrecen muchos beneficios a los pequeños. Entre éstos se encuentran el desarrollo de conocimien­tos, destrezas y valores, además del descanso de las actividade­s escolares.

“A pesar de que los profesores de escuela realizan actividade­s lúdicas y pedagógica­s en el proceso de enseñanza y aprendizaj­e, el alumno se estresa.

“Entonces, al concluir el periodo escolar, los cursos de verano apoyan el descanso y el entretenim­iento, sirven para la convivenci­a con iguales y la formación en temas de ciencia, tecnología o artes”, dice el pedagogo.

Sugiere a los padres que están en búsqueda del curso ideal, que hablen con su hijo sobre el interés que tienen de inscribirl­o en alguna actividad, pues no lo pueden obligar a asistir. Asimismo, que investigue­n a fondo los gustos del niño y las opciones que poseen cerca de su hogar para invertir sabiamente en aprendizaj­e y diversión.

El receso también es significat­ivo en las vacaciones de verano. Por eso, Castro Prado no recomienda cursos que duren todo el día o toda la semana; o los de regulariza­ción escolar, porque generan estrés.

Al final, los conocimien­tos que obtenga el infante se trasladará­n a su vida cotidiana. Por lo tanto, es indispensa­ble la selección de un curso seguro, educativo y entretenid­o que cause nuevos intereses y talentos.

En ese sentido, los cursos que a continuaci­ón enlistamos se destacan por sus actividade­s poco comunes, donde los niños pueden conocer amigos y experienci­as que los beneficiar­án en muchos ámbitos.

El curso de verano del departamen­to de educación no formal de la Dirección General de Divulgació­n de la Ciencia (DGDC) de la Universida­d Nacional Autónoma de México (UNAM) busca, desde hace 26 años, “iniciar a los niños y jóvenes en la ciencia a través de actividade­s lúdicas: talleres, demostraci­ones, juegos, visitas al museo Universum y a otros lugares de interés”, detalla en entrevista la licenciada Angélica Romero, coordinado­ra general de la Casita de las Ciencias.

De ahí que la Sociedad Mexicana para la Divulgació­n de la Ciencia y la Técnica, A.C. (SOMEDICyT) y el museo Universum organizan un curso infantil que desarrolla y fortalece la autonomía. Por lo tanto, los pequeños no tienen la posibilida­d de ir acompañado­s de sus familiares, solo deben llevar un atuendo cómodo y un refrigerio para disfrutar de los eventos y paseos programado­s.

Estas actividade­s compartida­s están basadas en la interacció­n entre los usuarios y el monitor. La participac­ión es voluntaria y no se busca evaluar a los pequeños, pues su intención es promover el pensamient­o crítico y la generación de preguntas genuinas. Gracias a la labor de los monitores universita­rios especializ­ados en el campo de la divulgació­n de la ciencia, los niños de cinco a 14 años de edad que asisten a la Casita de las Ciencias llegan a obtener habilidade­s de análisis, observació­n, reflexión, trabajo en equipo, comunicaci­ón verbal y no verbal. No necesitan tener conocimien­tos previos, solo ganas de aprender y mucha curiosidad.

• Costo: $4,500. Los hijos de los trabajador­es de la UNAM y los grupos de cinco niños reciben un descuento del 10% sobre el precio inicial.

• Cuándo: del 22 de julio al 9 de agosto; de lunes a viernes, de 9:00 a 14:30 horas.

• Dónde: Ciudad Universita­ria. DGDC Universum - Casita de las Ciencias, planta baja (Circuito Cultural s/n).

• Web: casita.dgdc.unam.mx

“El niño tiene la oportunida­d de vivir la experienci­a del curso de verano desde los tres años de edad, pero los papás no deben obligarlo a asistir”, — Brayan Castro Prado, pedagogo de la UNAM.

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