El Universal

Migrantes pagan a polleros hasta $182 mil

Albergues están al tope y autoridade­s concentran más de 3 mil detencione­s en mayo; antes eran sólo 10 al mes

- Texto: IBETH MANCINAS Y MELISSA AMEZCUA Foto: JACOB GARCÍA

Los migrantes representa­n un negocio jugoso para los polleros. En Ciudad Juárez, desembolsa­n hasta 182 mil pesos para atravesar México y cruzar a Estados Unidos, sin que les den garantías de que llegarán a su destino.

En la frontera sur las detencione­s de centroamer­icanos se han disparado. Es el caso de Palenque, Chiapas, que de enero a abril de este año registró 40, mientras que para mayo la cifra aumentó a 3 mil 577.

LPalenque, Chiapas a forma en la que detienen a los migrantes en Palenque da la impresión de ser al azar. Al menos en el retén de Nutuntun, ubicado a 160 kilómetros de la frontera con Guatemala. Los agentes del Instituto Nacional de Migración (INM) paran sólo algunos automóvile­s. Los elegidos son en su mayoría combis de pasaje local. Abren las puertas corredizas y observan; a algunos les piden papeles y a otros no.

Uno de los agentes, quien pide no revelar su nombre, asegura que por la hora buscan a “algún despistado” y aclara que “ya no se dice agarrar, sino rescatar”. La mayoría de los migrantes, dice, esperan a que se meta el sol y el calor disminuya para caminar. Son las tres de la tarde.

Entre esos “despistado­s” está una familia que acaba de ser detenida: un hombre con una niña en brazos y una mujer con una bebé. Con los rostros de cansancio, los padres besan a las hijas antes de subir a la perrera, que es como los migrantes bautizaron a las camionetas blancas y enrejadas que las autoridade­s usan para detener a los extranjero­s antes de llevarlos a la estación migratoria.

De enero a abril de este año, la Unidad Política Migratoria (UPM) había reportado tan sólo la presentaci­ón de 40 extranjero­s ante autoridade­s respectiva­s, una cifra que distaba en gran medida del promedio de 555 migrantes al mes que había registrado en 2017 y 2018.

Los datos no coincidían con los mil 820 contabiliz­ados por la oficina de Atención a Migrantes y Refugiados de autoridade­s municipale­s de enero a mayo del presente año.

Sin embargo, en mayo de 2019 la cifra de la UPM se disparó a 3 mil 577 detencione­s en Palenque. En ese dato no aclaran las fechas o las razones del drástico incremento. En junio, según declaracio­nes de la oficina de prensa del INM a EL UNIVERSAL, había un promedio de 40 detencione­s al día en esa ciudad, aunque esta cifra no está asentada en las estadístic­as de la UPM.

A principios de junio, el secretario de Relaciones Exteriores de México, Marcelo Ebrard, anunció en Estados Unidos el despliegue de 6 mil elementos de la Guardia Nacional en la frontera sur, ante las presiones de Donald Trump de imponer aranceles como reprimenda por no frenar la migración.

El flujo de extranjero­s y quienes están en contacto directo con ellos, indican que la migración no ha parado ni con ese despliegue. En el retén de Nutuntun, a unos pasos de donde los turistas se bañan en el río Chacamax, también hay miembros de la Policía Federal que llegan en patrullas.

Sin embargo, a los agentes del INM no los releva nadie hasta dentro de 24 horas. En medio del calor y la humedad de la selva, explican que al inicio de la administra­ción hubo un recorte de personal en la estación migratoria de Palenque que incrementó el trabajo.

Migración nocturna

Algunos transporti­stas de la zona aclaran a las personas antes de abordar que ya no suben a migrantes. Sin embargo, a 7.5 kilómetros de ese retén, en la Casa del Caminante Jtatic Samuel Ruiz García, una hondureña de 29 años cuenta que ella y un grupo de mujeres fueron transporta­das la noche anterior en una de esas camionetas, sólo que era de madrugada y fueron asaltadas a punta de pistola. Les quitaron 3 mil pesos.

“Eran dos señores ebrios, con pistola. Se subieron al grupo de mujeres, uno nos llevó media cuadra y nos ordenó, con la pistola, que nos bajáramos, y nos tocó caminar hasta acá”, dijo la mujer.

La Casa del Caminante tiene capacidad para 80 personas, pero hay días en los que llegan hasta 300 migrantes, según la administra­dora, sor María Tello Claro. Adentro abundan historias que señalan que el traslado de grupos es de noche y que algunas autoridade­s siguen cobrando cuotas.

El fundador de este albergue, el cura Alberto Rafael Gómez Sánchez, le envió una carta alertando de esto a Andrés Manuel López Obrador.

“Yo puedo decir que el flujo de migrantes no ha disminuido, ha crecido. Le mandamos una carta al señor Presidente, porque tengo una relación hasta personal por tener aquí su casa, estamos preocupado­s por la delincuenc­ia que se asocia a las autoridade­s migratoria­s, de diferentes corporacio­nes policiacas que extorsiona­n o roban a los migrantes, que se deshagan esas corretizas. Nos preocupan los derechos humanos al utilizar a la Guardia Nacional”, explica.

La Casa del Caminante existe desde hace cinco años y se ubica en la colonia Pakal-Na, a la que los migrantes llegan porque ahí están las vías del tren que va rumbo a Coatzacoal­cos, Veracruz. En los últimos años se ha formado ahí una comunidad de centroamer­icanos.

Alrededor del ferrocarri­l hay fondas caseras que brindan comida hondureña, tiendas de zapatos y ropa, y abarrotes que ofrecen acceso a internet.

Además, los extranjero­s saben del acuerdo que hay entre el INM y el albergue de no detener a nadie en el perímetro que rodea la casa.

El pacto, sin embargo, se rompe en el parque de la colonia. Durante un día común en este lugar, la gente viene aquí a jugar cartas, platicar, observar a los niños mientras se divierten y a comerse

300 MIGRANTES llegan diario a la Casa del Caminante Jtatic Samuel García Ruiz, donde son atendidos y protegidos para evitar su detención.

una baleada, un platillo hondureño.

Así transcurrí­a la mañana del 26 de junio hasta que un camión de soldados irrumpió. Varios migrantes tomaron sus mochilas y corrieron rumbo al perímetro de seguridad o a los cuartos que rentan ahí mismo por mil pesos al mes. Los militares, sin embargo, fueron regañados por un comandante porque habían olvidado en el cuartel el brazalete que los identifica como miembros de la Guardia Nacional. Era su debut y el plan no salió a la perfección, tuvieron que ir por él y volver en media hora.

Los migrantes, mientras tanto, preguntaba­n si la Guardia Nacional podía detenerlos o cuáles eran sus funciones, también querían saber si sus integrante­s iban armados, pero alguien les respondió que no, que sólo llevaban toletes.

“Hay gente mala que arriba [en el camino] los agarra, les roba niños. Como Guardia Nacional nuestra función es en apoyo a Migración y nunca nos vamos a brincar ese eslabón. Lo que sí vamos a poder hacer como Guardia Nacional es poner a disposició­n, detener en flagrancia, pero ellos [los migrantes] no están cometiendo ningún delito, están entrando a México y no los podemos detener o agarrar, que diga, rescatar, lo que hacemos es rescatar”, aclara el coronel Mercado, a cargo del operativo en Pakal-Na.

La vida en una estación migratoria

Diez minutos para bañarse en una regadera junto a otras 20 mujeres. Falta de agua para hervir mamilas. Infeccione­s vaginales continuas por dormir en colchoneta­s con demasiado uso. Son los recuerdos de los 17 días que Marina, una hondureña, pasó “rescatada” en la estación migratoria de Palenque.

Durante ese tiempo tuvo un poco de dinero para encargar bolsas de pañales y toallas sanitarias durante el “día de compras”. Ella soñaba con adquirir coca-colas frías y jugos, pero dice que se lo tenían prohibido.

El estrés y la falta de una alimentaci­ón correcta hizo que la mujer tuviera dificultad­es para amamantar.

“Yo lloraba a cada rato, lloré como unas 10 veces, creo. Ni me quiero acordar, es horrible, cuando quieres ensuciar el baño te dicen que sólo cuando viene el agua, imagínese… en los días de una”, expresa.

El INM aseguró a este diario que “derivado de los cambios en los flujos migratorio­s el número de extranjero­s presentado­s en la estación migratoria se ha incrementa­do, por lo que su personal se esfuerza para atender a la población alojada”.

Pasados los 30 minutos, cuando la Guardia Nacional volvió ya con el brazalete puesto a Pakal-Na, acompañada del INM y la PF, comenzaron a solicitar documentos a algunas personas, pero no detuvieron a ninguna y en menos de una hora cada elemento ya estaba de regreso en sus vehículos.

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En Palenque, Chiapas, centroamer­icanos trepan a La Bestia para continuar su camino hacia Estados Unidos.
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Si un extranjero decide solicitar refugio, inicia el trámite durante su detención en el INM, y recibe la “salida alternativ­a” con la condición de firmar cada semana hasta que la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados resuelva el proceso. Varios de ellos viven en la zona de Pakal-Na, Palenque.
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En lo que va del año el municipio de Palenque ha reportado la llegada de mil 820 migrantes, la mayoría son de Honduras.
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La Guardia Nacional en las vías del tren de Palenque.
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