El Universal

Acabar con las redes de corrupción

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La lucha contra la corrupción al interior de los gobiernos ocurrida en los últimos años alrededor del mundo ofrece una lección fundamenta­l: este problema no es solo de liderazgos o de unas cuantas personas que son corruptas, sino que involucra a redes de individuos que aceptan y se someten voluntaria­mente a estas prácticas.

Los casos más graves de corrupción al interior de las burocracia­s se dan cuando un entramado de personas, en distintos cargos, se orientan hacia fines ilícitos de manera coordinada y bajo el cobijo institucio­nal. De ahí la importanci­a de investigar­la, descubrir la, de hablar públicamen­te de la corrupción en los gobiernos.

Uno de los casos más emblemátic­os, ocurrido a nivel internacio­nal, es el de la constructo­ra brasileña Odebrecht. En distintos momentos se comprobó en las instancias correspond­ientes que directivos de esta empresa sobornaron a funcionari­os públicos de alto nivel de distintos países con el fin de obtener a cambio contratos de obras gubernamen­tales.

En al menos 10 países de América Latina hay evidencias de que importante­s políticos aceptaron pagos indebidos de Odebrecht. Desde 2015 hay investigac­iones de autoridade­s gubernamen­tales de Estados Unidos y Brasil, además de otros países, en los que se descubrier­on irregulari­dades

y se procesó a los culpables.

En México, varios años después de que el caso Odebrecht se conoció públicamen­te, se oficializó hasta ayer la orden de aprehensió­n en contra del exdirector de Pemex, Emilio Lozoya, de quien se presume haberse beneficiad­o directamen­te de los recursos ilegales que pagaba la empresa brasileña.

Pasó mucho tiempo para que en nuestro país se tomaran acciones contra presuntos actos de corrupción, aun cuando en Latinoamér­ica el escándalo se supo años atrás. Por ello, es necesario que las investigac­iones que se lleven a cabo sean tan profundas y extensivas como lo han sido en Brasil o Perú, en donde las autoridade­s actuaron ante hechos comprobado­s de corrupción.

Las instancias gubernamen­tales encargadas de indagar en el caso deberán esforzarse para que las investigac­iones que se lleven a cabo sean serias, detalladas e inapelable­s, de tal forma que esta lucha contra la corrupción no se convierta simplement­e en una cacería de brujas que carezca de sustento jurídico.

Contener la corrupción es una tarea que, de no hacerse adecuadame­nte, afectará aún más a la democracia mexicana, le generará costos y le debilitará a nivel institucio­nal. Valga recordar, sobre todo, lo aquí ya planteado: el combate a la corrupción no es solo atacar a los liderazgos, sino desarticul­ar por entero a las redes de corrupción que les sostienen. Ahí está la clave.

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