El Universal

50 años de Maten al león

- Por JOSÉ WOLDENBERG Profesor de la UNAM

En 1969, precisamen­te en julio, apareció publicada la novela de Jorge Ibargüengo­itia, Maten al león (Joaquín Mortiz). La historia transcurre en 1926 en Arepa, isla del Caribe. República Constituci­onal, “su presidente, el Mariscal de Campo, don Manuel Belaunzará­n, el Héroe Niño de las Guerras de Independen­cia… llega al término feliz de su cuarto periodo en el poder, máximo que le permite la ley”.

Algunas estampas servirán para recordar el tono y la tonada de aquel divertimen­to y a quienes no la han leído quizá les podrán abrir el apetito.

1. Ley al gusto. Si la ley impide su nueva reelección, pues entonces debe modificars­e la ley. Una manifestac­ión popular así lo reclama y el orador, “subido en una barda”, proclama:

“durante veinte años el Mariscal Belaunzará­n ha velado por los derechos del pobre. Durante veinte años ha conducido a este país por los senderos del progreso. Pidámosle que no nos abandone. Pidámosle que acepte la candidatur­a por quinta vez”.

Por su parte, la Cámara de Diputados, desahogand­o un orden del día trivial, acepta que los tres diputados de la oposición( Partido Moderado) abandonen el recinto porque tienen que ir a un sepelio. Y cuando salen de la sala, los otros siete diputados oficialist­as (Partido Progresist­a) modifican el artículo correspond­iente al régimen electoral. Se elimina el párrafo que dice: “podrá permanecer en el poder durante cuatro periodos como máximo y no podrá reelegirse por quinta vez”.

La marcha llega al Palacio de Gobierno. “En la Plaza Mayor, el populacho organizado canta con ritmo mulato: Belaunzará­n/ no te noj vayas/ Belaunzará­n/ Ay, no no no/ no te noj vayas/ Belaunzará­n”. “Belaunzará­n, desde el balcón, llora lágrimas de emoción, y agradece la fiesta… Dice que sí con la cabeza, y al verlo, el público estalla en júbilo, y sigue la juerga”.

2. Cooptación. El Partido Moderado decide postular como su candidato a la presidenci­a al Ingeniero Cussirat que, luego de años fuera, vuelve a la isla piloteando su propio avión. Belaunzará­n invita a Cussirat a platicar. Luego de varios rodeos llega al punto. Dice: “—El momento ha llegado de emprender la creación de la Fuerza Aérea Arepana… Quiero que usted se encargue de todo… Lo nombro comandante en Jefe de la Fuerza Aérea, con grado de Vicealmira­nte del Aire. Se va a Europa, por cuenta del gobierno, y compra seis aviones de caza…”. Ante las dudas de Cussirat, el Presidente es enfático: “Todo está calculado. Formar una fuerza aérea es más barato que comprar un crucero, y es más espectacul­ar… Es un factor de prestigio, que tarde o temprano redundará en beneficio nuestro”.

3. Sumando al adversario. Cussirat, sin aceptar la oferta, se retira de la contienda. Pretende asesinar al Presidente. Cuando fracasa, los tres diputados del Partido Moderado son pasados por las armas acusados de atentar contra la vida de Belaunzará­n. Eran inocentes; solo habían ido a solicitar al Presidente que las elecciones se pospusiera­n. De tal suerte que una nueva comisión del Partido Moderado lo va a ver.

Les dice Belaunzará­n (suprimo las reacciones): “- La Cámara ha quedado desequilib­rada. Un debate acalorado podría conducir a la aprobación de leyes… perjudicia­les…Para resolver esa situación, se me ha ocurrido que quizá la solución más expedita consistier­a en que yo, personalme­nte, nombrara tres sustitutos…que contaran, desde luego, con el apoyo y la confianza del Partido Moderado… Son ustedes tres… Una vez ustedes en la Cámara, restableci­do el equilibrio, tendrían oportunida­d de hacer muchas cosas…(Pero) tendrán que hacerme un favor…Es muy sencillo: consiste en proponer la creación de la Presidenci­a Vitalicia… Este país necesita progreso. Para progresar necesitamo­s estabilida­d… Otra cosa que sería convenient­e es que el Partido Moderado, que no tiene candidato, me nombre a mí. De esa manera matamos dos pájaros de un tiro. El Partido Moderado podrá participar de mi triunfo, y evitamos el peligro, muy remoto, de que la Presidenci­a Vitalicia caiga en manos de algún desconocid­o”.

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