El Universal

¿Dentro o fuera de la ley?

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La violencia en México tiene dos sexenios —y lo que va del actual— con cifras prácticame­nte siempre en ascenso. Estrategia­s van y vienen sin alterar el escenario criminal. A lo largo de este tiempo se recurrió al Ejército para combatir a la delincuenc­ia, surgieron grupos que empujan legalizar la producción de drogas para disminuir los hechos de sangre y hay quienes impulsan un diálogo con líderes de bandas criminales para terminar con la insegurida­d.

EL UNIVERSAL publica hoy una entrevista con Salvador Rangel Mendoza, obispo de Chilpancin­go, que plantea al gobierno encabezar un diálogo “sin prejuicios” tanto con autodefens­as como con el crimen organizado e incluso propone la inclusión del clero en esos eventuales encuentros.

La revelación esta semana de negociacio­nes entre el gobierno federal y grupos de autodefens­a, con el fin de impulsar un “proceso de pacificaci­ón”, reavivó el debate sobre la pertinenci­a de perdonarle­s acciones ilegales que hayan cometido si abandonan sus armas.

¿Negociar con grupos armados o aplicarles la ley?

En el mismo gobierno hay división. Por un lado, la Secretaría de Gobernació­n precisa que los acercamien­tos son únicamente

con grupos de autodefens­as, surgidos años atrás como resultado de la incapacida­d de gobiernos para propiciar un clima seguro en las comunidade­s. Por el otro, el presidente Andrés Manuel López Obrador se mostró en desacuerdo con esas reuniones y pidió ajustarse a lo que marca la Constituci­ón y descartó que haya negociacio­nes con células del crimen organizado.

Cualquier reunión entre funcionari­os del gobierno y grupos armados (sean criminales o no) debe darse frente a la opinión pública y sin repetir errores del pasado. México tuvo una experienci­a fallida durante el gobierno de Enrique Peña Nieto. En ese entonces se nombró a un comisionad­o para negociar con los grupos que, basados en el poder de sus armas, se erigieron como defensores de decenas de poblados en Michoacán. Algunos de ellos terminaron convertido­s en bandas de corte totalmente criminal.

En esta ocasión convienen escuchar a gobernador­es de Michoacán, Tamaulipas y Guerrero, quienes están lanzando advertenci­as sobre la inconvenie­ncia de negociar con “autodefens­as”, debido a que es muy delgada la línea que los separa de la delincuenc­ia.

La pacificaci­ón de amplias regiones del país es urgente, pero es momento de definir si la solución se tomará dentro de la ley o fuera de ella. •

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