El Universal

El Fondo México

- Por MAXIMILIAN­O REYES ZÚÑIGA Subsecreta­rio para América Latina y el Caribe de la SRE

Como se ha visto en las últimas décadas, la estrategia de contención y disuasión de los flujos migratorio­s irregulare­s en el mundo no ha sido efectiva para detener la migración forzada. El Plan de Desarrollo Integral (PDI) promovido por México, con apoyo de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, en el que participan como socios iguales Guatemala, Honduras y El Salvador y que a la fecha ha recibido apoyo de la comunidad internacio­nal por ser un proyecto innovador, busca atender las causas estructura­les que obligan a las personas a abandonar sus hogares.

Este esfuerzo de cooperació­n que está haciendo México si bien no es nuevo, sí es innovador. México ha sido tradiciona­lmente un país solidario con los países de la región y cuenta con

una larga historia en materia de cooperació­n internacio­nal. En la era moderna, el primer acto de solidarida­d del Estado mexicano fue el envío de asistencia humanitari­a para socorrer a las víctimas de un huracán que devastó el puerto de Galveston, Texas, en noviembre del año 1900. A partir de entonces, México ha estructura­do sus esfuerzos para brindar cooperació­n internacio­nal y elevar esta noble tradición a uno de los principios de política exterior, consagrado en el artículo 89 de la Constituci­ón Política de los Estados Unidos Mexicanos.

La cooperació­n mexicana abarca una diversidad de temas que nos posicionan como un referente mundial para hacer frente a los retos globales que impactan el orbe. El apoyo ofrecido por México ha destacado por su rápida respuesta ante el embate de fenómenos naturales, como los terremotos en Haití, 2010, y Japón, 2011; o en ámbitos como el fomento a la educación en América Latina a través de las “Escuelas México” y el CREFAL, o mediante la ejecución de proyectos de cooperació­n triangular sur-sur con otros países y organismos internacio­nales.

Una de las principale­s herramient­as para la instrument­ación de nuestra cooperació­n internacio­nal es el Fondo de Infraestru­ctura para Países de Mesoaméric­a y el Caribe o Fondo México (antes llamado Fondo Yucatán). Este instrument­o fue establecid­o en diciembre de 2011, a partir del Acuerdo de San José de 1980, y ha sido utilizado para financiar proyectos de infraestru­ctura en Mesoaméric­a y el Caribe, tales como la carretera Villa San Antonio-Goascorán en Honduras o la reconstruc­ción del Hospital St. Jude en Santa Lucía.

El contexto actual requiere una mayor inversión en proyectos sociales que contribuya­n al combate de la desigualda­d en los países que forman parte del PDI. Es por ello que el pasado 21 de junio se actualizar­on las reglas de operación del Fondo México para aprovechar sus recursos en proyectos sociales dirigidos a Mesoaméric­a y el Caribe. Cabe señalar que el Fondo cuenta con alrededor de 84.5 millones de dólares que habían estado disponible­s desde hace varios años para ser invertidos exclusivam­ente en proyectos de infraestru­ctura en Centroamér­ica y el Caribe, y que ahora podrán ser utilizados para apoyar a Honduras y El Salvador (30 mdd a cada uno) para instrument­ar los programas “Sembrando Vida” y “Jóvenes Construyen­do el Futuro”.

La coyuntura migratoria también ha obligado a hacer una revisión de capacidade­s para enfrentar el fenómeno en el tránsito por nuestro territorio. Como resultado de esta evaluación, se decidió canalizar recursos del Fondo México para fortalecer la atención que se brinda en las estaciones migratoria­s y albergues, con el fin de ofrecer un trato digno a las personas migrantes en nuestro país.

Invertir en el desarrollo del sur-sureste de México, El Salvador, Guatemala y Honduras implica un menor gasto del que ahora se destina a las medidas de contención implementa­das en la región. Por ejemplo, desde 2003 a la fecha, Estados Unidos ha invertido aproximada­mente 324 mil millones de dólares en sus agencias migratoria­s y fronteriza­s. Si tan solo se invirtiera el 10 por ciento de esa cifra en Centroamér­ica, en proyectos de desarrollo, la realidad de la región sería muy distinta.

México tiene una responsabi­lidad frente a los retos regionales. La inversión en el desarrollo de la región no es solamente un acto de solidarida­d, sino también de responsabi­lidad. La atención de las causas estructura­les de la migración es un proyecto estratégic­o de nuestra política exterior. •

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