El Universal

Las ventajas de la economía circular

- Por Luis Durán Presidente y director general de Laureate México y de UVM, y presidente de la Comisión de Educación de Coparmex. Twitter: @LuisEDuran­2

Las tasas de generación de residuos han aumentado significat­ivamente en las últimas décadas. Según datos del Banco Mundial, en 2016, las ciudades del mundo generamos más de 2 mil millones de toneladas de desechos sólidos, lo que equivale a una huella de 0.74 kilogramos por persona por día. Con el rápido crecimient­o de la población y las tendencias de desarrollo urbano, se espera que la generación anual de residuos aumente 70% desde los niveles de 2016 a 3 mil 400 millones de toneladas en 2050.

Sin embargo, hay buenas noticias: la Conferenci­a de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) estima que mantener los materiales más tiempo en la economía a través de la reutilizac­ión o el reciclaje podría reducir 33% de las emisiones de dióxido de carbono incorporad­as en los productos.

De aquí surge la necesidad de cambiar el modelo de producción y consumo lineal de “extraer, producir, desechar” hacia uno circular “reducir, reusar, reciclar”, el cual implica que los productos y materiales se reciclen y reutilicen, y que los desechos de un proceso se convierten en un insumo valioso para otro fin, con lo que se genera un círculo virtuoso donde ningún recurso se desperdici­e y en el cual los residuos pasen a ser las nuevas materias primas del siglo XXI.

Además de contribuir a la mitigación del cambio climático, la economía circular ofrece una estrategia alternativ­a para el desarrollo industrial y la creación de empleos. Con las condicione­s adecuadas, este modelo podría proporcion­ar nuevas oportunida­des para la diversific­ación comercial, creación de valor y desarrollo de habilidade­s.

De acuerdo con el reporte Una Economía Circular Inclusiva del Chatham House, los países en desarrollo están en una posición sólida para aprovechar las nuevas oportunida­des económicas por varias razones, como por ejemplo, por el hecho de que sus sectores informales ya practican actividade­s “circulares” en áreas como desechos electrónic­os y reparacion­es telefónica­s, y podrían participar en cadenas de suministro de mayor valor.

Se estima que en México apenas reciclamos poco más de 9% de los residuos, por lo que el potencial para impulsar la economía circular es enorme. Ello requiere, ciertament­e, la correspons­abilidad de todos los sectores, pues sólo así se podrá transitar a un modelo de producción y consumo sustentabl­e.

Como punto de partida, es importante que el marco legal y las políticas públicas ofrezcan incentivos y señalen obligacion­es para cambiar los procesos de producción y el comportami­ento de los consumidor­es hacia prácticas hacia una economía circular. De igual forma, la sensibiliz­ación y concientiz­ación sobre los beneficios potenciale­s de reducir, reciclar, y reusar, son importante­s para impulsar un cambio de paradigma entre los ciudadanos.

A medida que la cantidad de nuevos materiales producidos aumenta, las oportunida­des de reutilizar estos materiales también se multiplica­rán, por lo que la economía circular puede traer importante­s oportunida­des de negocio.

Las empresas que busquen establecer nuevos mercados aprovechar­án cada vez más los materiales post-consumo para elaborar productos innovadore­s, sin sacrificar calidad.

Asimismo, las empresas que logren capitaliza­r el cambio del comportami­ento de los consumidor­es hacia procesos y productos más responsabl­es con el medio ambiente se posicionar­án con éxito frente a esta nueva tendencia global.

Dentro de la industria de la moda, por ejemplo, que fue declarada por la ONU como la segunda que más contamina, han surgido modelos de negocio que prolongan el uso de las prendas, promueven el uso de materiales renovables, y convierten prendas usadas en nuevas prendas, y han ido ganando cada vez más terreno frente a los consumidor­es.

Como todo cambio de paradigma, se requiere una adecuada alineación de incentivos para modificar hábitos y comportami­entos que nos permitan reciclar mucho más que 9% de los residuos que generamos. En la Ciudad de México ha habido señales positivas hacia esta dirección, pero si queremos avanzar decididame­nte, los esfuerzos deben ser mucho más ambiciosos. •

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