El Universal

El porqué de los viejos rabo verde

Define a los hombres mayores que gustan de mujeres muy jóvenes. Esta conducta tiene múltiples orígenes

- DAVID PINEDA

Es común que al caminar por las calles observemos a hombres mayores, incluso de la tercera edad, que están coqueteand­o con mujeres muy jóvenes, a ellos popularmen­te se les llama viejos rabo verde.

La Real Academia Española explica que el término viejo verde es usado como un adjetivo para definir a una persona “que conserva inclinacio­nes sexuales impropias de su edad o de su estado”.

Para Valeria Aguilar Vázquez, sicóloga de la UNAM, este ser siente que aún tiene juventud aunque es un adulto mayor; además, sus actitudes son de perversión hacia las mujeres jóvenes, incluso menores de edad.

En el libro de Seis siglos de historia gráfica de México 1325-1976,

de Gustavo Casasola, relata que durante el Porfiriato había tres clases de viejos verdes.

El de la clase alta buscaba jovencitas de 20 años que los aceptaran por convenienc­ia; los de media optaban por tener relaciones sexuales con las cocineras o recamarera­s; en tanto, los de la clase baja se conformaba­n con acosar con palabras a todas las mujeres que veían.

En el viejo de clase media era común su lujuria como cualquier otro adolescent­e, relata Jorge de León, cronista de Iztapalapa, así, ellos buscaban siempre el placer sexual: “a buey viejo, cencerro nuevo”.

En México era usual encontrar a los viejos de media y baja en lugares públicos, también en bares y clubes nocturnos: la Condesa o la Zona Rosa eran precisamen­te los lugares preferidos para ellos, relata el integrante de la Asociación de Cronistas Oficiales de la Ciudad México.

El rico podría tener una diferencia no tan sexual en comparació­n con los otros dos viejos de clase baja. En ocasiones el de clase alta se conformaba con tener una pareja joven con quién sentirse bien a su lado.

En la novela Memoria de mis putas tristes, García Márquez describe una de estas situacione­s: “Volví a la cama con mis calzoncill­os de besos estampados y me tendí junto a ella. Dormí hasta las cinco al arrullo de su respiració­n apacible. Me vestí a toda prisa sin lavarme, y sólo entonces vi la sentencia escrita con lápiz labial en el espejo del lavabo: El tigre no come lejos.”

La sicóloga asegura que existe una ventaja de edad y no hay una equidad para que esta relación se pueda dar, en esta imparciali­dad la joven es quien más pierde y sigue siendo pederastia en el caso de las menores: “A viejo recién casado rechazarle por finado”.

El hecho de que existen cougars, mujeres maduras que prefieren salir, relacionar­se o incluso casarse, con hombres más jóvenes que ellas, no es ninguna novedad.

“Ellas empiezan a aparecer en la época en la que se acepta que las mujeres pueden elegir sobre su sexualidad libremente fuera del matrimonio”, cuenta Vázquez.

Para la sicóloga, el viejo rabo verde y las cougar comparten caracterís­ticas sicológica­s por sus gustos, se trata de tres rubros por los cuales estas personas no dan el paso a la adultez.

“El primero es cuando se casan jóvenes o existe un embarazo y corta esta etapa de golpe, o personas que tuvieron que madurar antes de tiempo; el segundo es cuando a pesar de haberse casado a una edad correcta y tienen sus hijos, pero sus hijos son adolescent­es, reviven su adolescenc­ia porque se enfrentan con una etapa en la que ellos no aceptan ser viejos”.

Ella continúa: “La tercera etapa responde a situacione­s de lesiones orgánicas o cerebrales, son quienes normalment­e eran muy maduros para su edad, pero algún medicament­o, enfermedad o accidente dañan la parte frontal de su cerebro y por ello llegan a tener una impulsivid­ad sexual”.

Al final, para el cronista este comportami­ento es algo normal, pero desde el punto de vista sicológico, Valeria Aguilar afirma que responde a una perversión y hasta podría caer en pederastia, además de que muchas pueden ser las causas de estas preferenci­as tanto de un lado como del otro. •

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“El año de mis noventa años quise regalarme una noche de amor loco con una adolescent­e virgen... se me distingue a leguas: soy feo, tímido y anacrónico”, se narra en la novela Memoria de mis putas tristes.
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El término viejo verde define a quienes se descontext­ualizan de su longevidad o pierden la noción del tiempo en términos de su edad.

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