El porqué de los viejos rabo verde
Define a los hombres mayores que gustan de mujeres muy jóvenes. Esta conducta tiene múltiples orígenes
Es común que al caminar por las calles observemos a hombres mayores, incluso de la tercera edad, que están coqueteando con mujeres muy jóvenes, a ellos popularmente se les llama viejos rabo verde.
La Real Academia Española explica que el término viejo verde es usado como un adjetivo para definir a una persona “que conserva inclinaciones sexuales impropias de su edad o de su estado”.
Para Valeria Aguilar Vázquez, sicóloga de la UNAM, este ser siente que aún tiene juventud aunque es un adulto mayor; además, sus actitudes son de perversión hacia las mujeres jóvenes, incluso menores de edad.
En el libro de Seis siglos de historia gráfica de México 1325-1976,
de Gustavo Casasola, relata que durante el Porfiriato había tres clases de viejos verdes.
El de la clase alta buscaba jovencitas de 20 años que los aceptaran por conveniencia; los de media optaban por tener relaciones sexuales con las cocineras o recamareras; en tanto, los de la clase baja se conformaban con acosar con palabras a todas las mujeres que veían.
En el viejo de clase media era común su lujuria como cualquier otro adolescente, relata Jorge de León, cronista de Iztapalapa, así, ellos buscaban siempre el placer sexual: “a buey viejo, cencerro nuevo”.
En México era usual encontrar a los viejos de media y baja en lugares públicos, también en bares y clubes nocturnos: la Condesa o la Zona Rosa eran precisamente los lugares preferidos para ellos, relata el integrante de la Asociación de Cronistas Oficiales de la Ciudad México.
El rico podría tener una diferencia no tan sexual en comparación con los otros dos viejos de clase baja. En ocasiones el de clase alta se conformaba con tener una pareja joven con quién sentirse bien a su lado.
En la novela Memoria de mis putas tristes, García Márquez describe una de estas situaciones: “Volví a la cama con mis calzoncillos de besos estampados y me tendí junto a ella. Dormí hasta las cinco al arrullo de su respiración apacible. Me vestí a toda prisa sin lavarme, y sólo entonces vi la sentencia escrita con lápiz labial en el espejo del lavabo: El tigre no come lejos.”
La sicóloga asegura que existe una ventaja de edad y no hay una equidad para que esta relación se pueda dar, en esta imparcialidad la joven es quien más pierde y sigue siendo pederastia en el caso de las menores: “A viejo recién casado rechazarle por finado”.
El hecho de que existen cougars, mujeres maduras que prefieren salir, relacionarse o incluso casarse, con hombres más jóvenes que ellas, no es ninguna novedad.
“Ellas empiezan a aparecer en la época en la que se acepta que las mujeres pueden elegir sobre su sexualidad libremente fuera del matrimonio”, cuenta Vázquez.
Para la sicóloga, el viejo rabo verde y las cougar comparten características sicológicas por sus gustos, se trata de tres rubros por los cuales estas personas no dan el paso a la adultez.
“El primero es cuando se casan jóvenes o existe un embarazo y corta esta etapa de golpe, o personas que tuvieron que madurar antes de tiempo; el segundo es cuando a pesar de haberse casado a una edad correcta y tienen sus hijos, pero sus hijos son adolescentes, reviven su adolescencia porque se enfrentan con una etapa en la que ellos no aceptan ser viejos”.
Ella continúa: “La tercera etapa responde a situaciones de lesiones orgánicas o cerebrales, son quienes normalmente eran muy maduros para su edad, pero algún medicamento, enfermedad o accidente dañan la parte frontal de su cerebro y por ello llegan a tener una impulsividad sexual”.
Al final, para el cronista este comportamiento es algo normal, pero desde el punto de vista sicológico, Valeria Aguilar afirma que responde a una perversión y hasta podría caer en pederastia, además de que muchas pueden ser las causas de estas preferencias tanto de un lado como del otro. •