La ¿última? fase de la guerra siria
Una vez, hace ya mucho tiempo, la guerra siria estaba en los encabezados de todos los diarios globales. De ese entonces a la fecha parece que han transcurrido siglos. Será porque los muertos ya no están, porque los refugiados dejaron de ser noticia hace rato, o por la habituación y sobresaturación noticiosa, o bien, será porque se esparció la idea de que esa guerra ya había terminado y que el gobierno sirio había “recuperado” el territorio perdido, o la noción de que ISIS había sido “derrotada”. Pero no es así. La guerra sigue. Algunos frentes se han agotado, otros han evolucionado, y otros nuevos han emergido.
Primero, después de las últimas campañas del ejército sirio —apoyado por Rusia, por Irán y por sus milicias aliadas— en las que recuperó buena parte del territorio, la mayoría de los rebeldes que quedaban, así como unos tres millones de civiles desplazados, se atrincheraron en Idlib. Hubo varios intentos de negociación para que la última fase de la guerra no se convirtiera en una carnicería. Rusia, la superpotencia vencedora, Irán y Turquía, acordaron ceses al fuego. Pero esos acuerdos nunca fueron satisfactorios ni para el presidente Assad, ni para varios de los grupos rebeldes, de modo que, como se esperaba, la ofensiva final inició.
Segundo, si recupera Idlib, Assad no habrá “reconquistado” todo el territorio que perdió. Actualmente, las Fuerzas Democráticas Sirias, compuestas mayoritariamente por kurdos, entrenadas y financiadas por Washington, tras sus victorias contra ISIS, conservan casi una tercera parte de Siria. Esto no supone inmediatamente que se detonará un enfrentamientoentreestasfuerzasylastropasdeAssad,pero hace falta ver si están dispuestas a ceder el territorio que lograron adquirir tras años de sangrientos combates contra ISIS y en todo caso, bajo qué términos se negocia el potencial desarme de estas milicias.
Tercero, un componente esencial de la conflictiva siria ha incluido desde hace años el extremismo violento por parte de actores no estatales locales y transnacionales, entre los que se incluyen Al Qaeda e ISIS, las cuales no han sido plenamente derrotadas. Tampoco debe asumirse que lo serán porque hayan perdido el territorio que llegaron a controlar. La forma de operar de este tipo de organizaciones es replegarse, diluirse, ocultarse, reagruparse y seguir atacando. El New York Times reporta que ISIS conserva unos 18 mil combatientes solo en su centro operativo. Otros reportes han llegado a hablar de hasta 30 mil. Los ataques terroristas en la zona no han dejado de ocurrir.
Cuarto, a medida que Irán y sus milicias aliadas como Hezbollah, han ido afianzando posiciones en Siria, Israel ha intensificado sus bombardeos en ese territorio en contra de esos objetivos. Para Israel es indispensable enviar el mensaje de que no permitirá que el desenlace de la guerra siria resulte en una mayor capacidad de ataque por parte de su mayor enemigo,Irán.Hastaahoralasrespuestasporparte de Teherán o de Hezbollah han sido casi nulas o, en el mejor de los casos, tímidas, Sin embargo, nada garantiza que este seguirá siendo el caso en el futuro, sobre todo en un entorno en el que EU está buscando estrangular económica y diplomáticamente a Teherán.
Los anteriores son solo ejemplos que muestran el por qué cuando se habla del “final” de la guerra siria, se trata acaso del “final”—y eso está por verse—de una de muchas historias, incluso si los reflectores mediáticos, por falta de interés o atractivo, dejan de iluminar a las otras historias que ahí se siguen tejiendo.