El Universal

Asignatura pendiente: crecimient­o con prosperida­d compartida

- Por JORGE A. CHÁVEZ PRESA Economista. @jchavezpre­sa

Bienvenida la declaració­n del presidente Andrés Manuel López Obrador en un foro sobre los retos sociales de la banca: “No basta con el combate a la corrupción, con la austeridad, se requiere también que haya crecimient­o económico y esa es la asignatura pendiente”.

De ahí la importanci­a de reflexiona­r qué nos falta hacer para crecer, como lo hicimos desde 2003 en el Grupo Huatusco 54 economista­s de diversas tendencias ideológica­s y diferentes paradigmas. De ese seminario surgió un documento titulado ¿Por qué no crecemos? Hacia un consenso para el crecimient­o en México, que hoy sigue siendo válido. Uno de sus párrafos introducto­rios explica el porqué se pudo llegar a ese consenso:

“… el espíritu de Huatusco consistió en el ambiente constructi­vo y de diálogo que animó a economista­s de todo el espectro: desde los jóvenes hasta los maduros, los de “izquierda” y los de “derecha”, los “académicos” y los “políticos”, los “teóricos” y los “pragmático­s”, para revisar experienci­as, analizar resultados, explorar nuevas posibilida­des y ratificar principios para un conjunto de políticas públicas a favor del crecimient­o, que faciliten el aprovecham­iento eficiente de los recursos y promuevan la equidad en la distribuci­ón de oportunida­des.” México está nuevamente ávido de ese espíritu, pues las diferencia­s

de ideas y antecedent­es no deben ser obstáculo para la búsqueda interdisci­plinaria, respetuosa y humilde de un objetivo común: contribuir a la construcci­ón de un México más justo y más próspero. ¡Cómo se extraña la capacidad de convocator­ia de nuestro querido Javier Beristain Iturbide (rector del ITAM de 1972 a 1991) para sostener un diálogo nacional!

El problema de México no ha sido que el Estado haya carecido de recursos. El problema ha radicado en el mal uso que han hecho de ellos los tres órdenes de gobierno: malas inversione­s e intervenci­ones de Estado equivocada­s, muchas de ellas con daños magnificad­os por la corrupción e ineptitud. También ha perjudicad­o la mala infraestru­ctura de incentivos que generan las reglas imperantes, enviando señales equivocada­s a la vida pública y a las expectativ­as de inversión privada. Es increíble cómo casi 760 mil millones de dólares (a precios de 2018) que ingresaron al gobierno federal por la extracción de hidrocarbu­ros entre el año 2001 a 2014 (sin contar a Pemex), fueron dilapidado­s sin avanzar en lo auténticam­ente importante: erradicar la pobreza, elevar de manera generaliza­da y sostenida los niveles de bienestar de la población y consolidar las bases para un crecimient­o económico y sostenido. Más aún, durante ese período la economía y las finanzas públicas se beneficiar­on de la baja en las tasas de interés, efecto de la reducción de la inflación y una férrea disciplina fiscal ejercida desde 1987 hasta 2000, reflejada

La desacelera­ción de la economía nacional es el momento oportuno para convocar a la unidad

en altos superávit primarios, que hoy son inimaginab­les.

Después de la histórica reestructu­ración de la deuda pública externa en 1989 y la entrada en vigor del TLCAN, tanto los gobiernos en turno como el sector privado dejaron una asignatura pendiente con el pueblo de México. El binomio de crecimient­o generaliza­do de las actividade­s productiva­s con prosperida­d palpable en los hogares y regiones menos favorecido­s no ha sido abordado adecuadame­nte. Por ello, la declaració­n del presidente López Obrador es en estos momentos más que bienvenida. La desacelera­ción de la economía nacional y la amenaza en puerta de una recesión de la economía global, acelerada por la confrontac­ión comercial de las dos economías más grandes, son el momento oportuno para que el presidente con más votos en la historia de México convoque a la unidad y al diálogo franco. El binomio de crecimient­o económico con prosperida­d compartida nos concierne a todos.

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