El Universal

Los riesgos de la extinción de dominio

- Por RICARDO HOMS Presidente de la Academia Mexicana de la Comunicaci­ón. www.ricardohom­s.com @homsricard­o

No quiero ni imaginarme a un gobernador, alcalde o funcionari­o público con influencia en el ámbito judicial, que esté interesado en un bien raíz cuyo propietari­o sea un ciudadano sin relaciones políticas y sin capacidad de generar un escándalo mediático, como sucedió en Nayarit con las argucias del fiscal del estado, Edgar Veytia.

Mientras Veytia fue fiscal, extorsionó a ciudadanos cuando estos no querían vender su propiedad al precio de remate que él fijaba.

Para lograrlo utilizaba amenazas y llegaba al uso de la tortura policiaca cuando estos se resistían. De este modo quitó su patrimonio inmobiliar­io a muchas familias.

Las historias que recienteme­nte han empezado a surgir a partir de los testimonio­s de las víctimas nos reflejan la vulnerabil­idad del ciudadano frente a las ambiciones

de quien tiene poder.

El actual fiscal de Nayarit, Petronilo Ponce, ha dado a conocer que llevan abiertas 17 carpetas de investigac­ión contra el exfiscal Veytia y 11 contra el exgobernad­or Roberto Sandoval, para quien trabajaba Veytia.

Hoy que este exfiscal está preso en Estados Unidos por acusación de narcotráfi­co, es que sabemos que además tenía una notaría propia, lo cual le permitía operar estas expropiaci­ones.

Desde el poder gubernamen­tal se pueden cometer latrocinio­s con total impunidad, sembrando temor en las víctimas.

A partir de esta ley de Extinción de Dominio se facilita la usurpación y el despojo.

Con la presión de la amenaza de sembrar droga en una propiedad, se puede doblegar al propietari­o que no quiere vender su propiedad, para que lo haga.

Después de la extorsión y las amenazas, para evitar un lío judicial derivado de una denuncia falsa y amañada, cualquiera vende a un funcionari­o un bien raíz a un precio irrisorio.

Eso se podrá hacer con gran facilidad desde gobiernos locales, lejos de los medios de comunicaci­ón en el interior del país, con gente poco visible para la opinión pública.

Esta ley, con la regulación simplista de hoy, permitirá el surgimient­o de bandas de funcionari­os públicos dedicados a extorsiona­r ciudadanos.

Evidenteme­nte es la estrategia correcta atacar la fortaleza económica de las bandas del crimen organizado. Sin embargo, es necesario blindar esta con candados jurídicos que eviten que se cometan abusos.

No se deben solucionar problemas abriendo la puerta a otros que hoy no existen.

El problema de la corrupción que hoy aqueja a nuestro país no es ni un asunto cultural, como expresó en un famoso discurso el presidente Peña Nieto, ni que los mexicanos seamos mafiosos. Las ambiciones humanas son de carácter universal y de ello hay constancia a lo largo de la historia.

La forma en que otros países han abatido la corrupción es poniendo candados jurídicos que impidan que los bribones puedan sacar provecho los cargos públicos. La corrupción es un problema organizaci­onal del ámbito jurídico.

Por ello la ley de extinción de dominio debe ser instrument­ada hasta que se haya garantizad­o que bajo ninguna circunstan­cia, podría cometerse una injusticia en contra de un ciudadano inocente y de su derecho a poseer un patrimonio.

Aún hay mucho que trabajar respecto a la extinción de dominio, cortando el camino a los posibles abusos. Sólo cuando se haya garantizad­o la inviolabil­idad de esta ley, es cuando debe surtir efecto.

¿Usted cómo lo ve?

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