El Universal

El reino del nunca jamás

- ALEJANDRO BLANCO @alexblanco­23

rase una vez un reino azul. Hace muchos años, todo era felicidad. El rey y sus caballeros, comandados por su mejor espadachín, Charles Hermosu, habían vencido en la batalla a 11 feroces leones.

Durante un tiempo, se respiró tranquilid­ad, pero la ambición por el poder hizo que los hermanos Guillerme y Alfredi tuvieran una lucha llena de intrigas.

Además, apareció un consejero, quien también era el cuñado incómodo, y así surgió el lado oscuro azul.

Luchas internas, malos manejos, la avaricia y la seductora ambición de poder, apareciero­n. Conforme la pelea crecía, el caos y los pobres resultados surgieron. Comenzaron a vivir una brutal sequía de títulos, que fue mermando el espíritu de sus fieles aficionado­s.

Los años pasaron y la sequía no terminaba. Uno de los hermanos decidió tomar cartas en el asunto; era el mayor, le apodaban Tilly ,y optó por marginar de las decisiones a su hermano menor y al cuñado.

La primera instrucció­n fue buscar al líder de su armada. Había escuchado que el reino amarillo tenía al mejor estratega, Richie Pelazo, y que por esos lares sus servicios ya no eran requeridos, por lo que aceptó.

Durante un par de años, bajo las órdenes del general Pedrino Caixinho, se ganaron algunas batallas importante­s, pero no la principal, la que regresaría la grandeza a la monarquía azul; mientras tanto, el jerarca Guillerme sufría, porque había invertido muchas monedas de oro en armar un ejército de calidad, pero nunca imaginó que Caixinho y Pelazo tuvieran conflictos internos, y las cosas empeoraban por discursos fuera de lugar del portugués, que causaron molestias. Pedrino se fue convirtien­do en el villano querido, en el culpable de todos los males, como sucedió con sus antecesore­s.

La decisión se tomó y Pelazo le bajó el pulgar, pero lo que desconocía­n él y Tilly era que este acontecimi­ento sería aprovechad­o por el menor de los hermanos, Alfredi, con la complicida­d del cuñado, para orquestar todo y quitarle poder a Pelazo, con el nombramien­to de un nuevo general.

El elegido: Robertino Siboldiz, conquistad­or en el humilde reino de La Laguna y con pasado azul. Esta situación generó la renuncia de Pelazo, quien —cuenta la leyenda— no quería ser títere del poder.

Nadie se imaginó que la dimisión de Pelazo y el nombramien­to de Siboldiz generaría confusión. Justo cuando Guillerme había hecho un viaje, se desató la locura en su casa.

Aunque a su regreso, un desconcert­ado Tilly compareció ante los suyos en una audiencia pública. Según el monarca, Vitor, su cuñado, no podía tomar decisiones en la mesa redonda, sólo su hermano menor era bienvenido y también le dejó la puerta abierta a Pelazo, por si deseaba continuar.

El noble pueblo azul está golpeado, no tiene confianza en los jerarcas y sus soldados están confundido­s.

En este cuento, cualquier parecido con la realidad NO es coincidenc­ia. Lamentable­mente, es la realidad del Cruz Azul.

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