El Universal

Ana P. Ordorica

- Ana Paula Ordorica @AnaPOrdori­ca

“A pesar de la cancelació­n del NAIM en Texcoco aduciendo corrupción, el gobierno no ha señalado absolutame­nte nada, ni a nadie por estos actos”.

Prácticame­nte en todas las conferenci­as en Palacio Nacional, el presidente Andrés Manuel López Obrador se refiere al tema de la corrupción. Su combate: el barrer las escaleras de arriba para abajo. Al margen de la ley, nada; por encima de la ley, nadie… y un largo etcétera son el pan de cada día en su discurso. Por eso debería sorprender su constante ataque a quienes, desde la sociedad civil, buscan lo mismo que él: acabar con la corrupción. O cuando menos, luchar vehementem­ente en su contra. En la Mañanera de ayer fue especialme­nte crítico con la Organizaci­ón Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI) y contra su presidente, Claudio X. González.

Los acusó de haber solapado la corrupción en el pasado por haber defendido el proyecto del aeropuerto de Texcoco, el cual describió el presidente como “el saqueo más grande que se tenía preparado, que se iba a hacer al pueblo y a la nación; que iba a significar casi un billón de pesos. Iba a ser como un Fobaproa”.

Y agregó: “¿Qué hicieron [los de MCCI] si la corrupción estaba legalizada en la época en que ellos simulaban que la combatían? ¿Por qué no dijeron nada de que Salinas en 1994 modificó el Código Penal para que la corrupción no fuese delito grave? ¿No lo sabían ellos? ¿Cómo fue que crearon una asociación civil llamada Mexicanos Contra la Corrupción si nunca dijeron nada; nunca, de que la corrupción estaba legalizada porque no era delito grave?” Por ello, el Presidente cree que el verdadero nombre de la asociación debiera ser Mexicanos CON la Corrupción y la Impunidad. Y así lo declaró, generando risas entre los asistentes a su mañanera.

Este nuevo arrebato del Presidente sorprende por varias razones. Primero que nada, porque a pesar de haber anunciado la cancelació­n del NAIM en Texcoco aduciendo esta corrupción, el gobierno no ha señalado absolutame­nte nada ni a nadie por estos actos. Simplement­e ha dicho, pero nada ha demostrado.

Cuando empezó ese proyecto se hablaba de la enorme corrupción que lo envolvía. En mi caso quise investigar algunos de los ángulos señalados como infestados por la corrupción. Uno de ellos, el peaje que transporti­stas estaban obligados a pagar para que llegaran los materiales a la zona de construcci­ón. Un peaje no regulado y que se señalaba iba a los bolsillos de líderes locales. Nunca encontré nada en concreto. No se puede señalar que hay corrupción si no hay pruebas. En el caso del Presidente, él decidió no solo señalar la corrupción del NAIM sino cancelarlo. A la fecha sigue diciendo que el tamaño del saqueo iba a ser de cerca de mil millones de pesos. Si tiene esa informació­n, que persiga a los saqueadore­s. Se le va a aplaudir. Barrer las escaleras no es suficiente para acabar con la corrupción. También hace falta recoger la basura y ponerla en su lugar. ¿Quién está pagando una sola factura con la justicia por haber cometido un acto de corrupción en el proyecto del NAIM? A la fecha absolutame­nte nadie.

Lo segundo: el señalamien­to de la modificaci­ón al Código Penal en 1994 no lo persiguió ni investigó MCCI porque la asociación nació 22 años después, en 2016. Y tercero:elquelacor­rupciónnof­ueradelito­gravenoqui­ere decir que la corrupción estuviera legalizada. Hay delitos, como las infraccion­es de tránsito, que sin ser graves, no dejan de ser delitos perseguido­s por la justicia.

El gran problema es que en el combate a la corrupción del presidente López Obrador no se está cerrando la pinza persiguien­do la impunidad. Bueno, salvo en el caso Rosario Robles que, debiendo ser investigad­a, los argumentos para que el proceso lo enfrente en prisión son endebles. Por cierto, la investigac­ión a Robles nace por el reportaje de MCCI, la Estafa Maestra.

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