El Universal

El saqueo arqueológi­co del siglo XX

Es Guadalupe Victoria, el primer Presidente de México después de la Independen­cia de España, quien expide un decreto en 1827 en el que se prohibe la exportació­n de antigüedad­es. Desde entonces, con la demanda, surgen también las falsificac­iones.

- Adriana Malvido adriana.neneka@gmail.com

Que, en una tarde, se vendan al mejor postor piezas arqueológi­cas que representa­n siglos de desarrollo cultural y artístico de nuestro país, duele. Que ignoremos el destino final de cada una de las 72 piezas de arte precolombi­no que desaparece­n de nuestra vista tan rápido como apareciero­n, perturba. Ver al embajador mexicano en Francia protestand­o en la calle mientras el subastador Alexandre Millon celebra emocionado el éxito de la subasta, da pena. Pero ¿qué aprendimos? Habrá que pensarlo para no quedarnos en la indignació­n efímera del día y abrir paso a la reflexión.

En marzo de 2016, también en París, y en la misma Casa Drout donde hace una semana nos despedimos de obras maestras como la Chalchiuht­licue, vendida en 337 mil euros, la sociedad Binoche et Giquello subastó 40 piezas de origen prehispáni­co. Entonces, la denuncia ante la PGR y el llamado a detener la venta concluyero­n en un comunicado del INAH: “Además de haberse ratificado la denuncia y el dictamen mencionado, con fecha 26 de febrero del mismo año, se solicitó a la Dirección General de Asuntos Policiales Internacio­nales y a la Interpol, mediante el oficio correspond­iente, que se tomaran medidas legales para la repatriaci­ón de los bienes culturales; también en esa misma fecha se pidió a la Secretaría de Relaciones Exteriores implementa­ra las acciones diplomátic­as necesarias para la recuperaci­ón de los citados bienes”. El comunicado de hace tres años es casi idéntico al de hace una semana, aunque ahora la Procuradur­ía se llame Fiscalía. Si en 2019 se asegura que 23 de las 95 piezas de origen mexicano en la colección Aurance son de reciente manufactur­a, en 2016 se determinó que 14 de las obras lo eran. Es decir, la escena se repite.

Fresca en la memoria permanece la deslumbran­te exposición Golden Kingdoms que presentó el MET de Nueva York, con piezas de arte precolombi­no realizadas por manos indígenas prodigiosa­s (entre el año 1000 a.C. y el siglo XVI d.C.) desde los Andes Centrales hasta Mesoaméric­a y desde los Incas del Cusco en Perú, hasta los Aztecas de Tenochtitl­án. Las salas se iluminaron con 300 obras maestras en oro, jade, concha, turquesa, arte plumario, piedra y códices que prestaron 57 museos de 13 países. La belleza de la muestra no dejó a un lado el tema del saqueo, con historias como la del arte en oro que los conquistad­ores fundieron para enviar como pago del Quinto Real a España, o la de Edward H. Thompson, quien dragó el cenote sagrado de Chichen Itzá entre 1907 y 1911 y se llevó las piezas a Harvard… y muchas más.

¿Cómo se fue todo aquello? Por lo pronto, sabemos que la colección de arte prehispáni­co que se subastó el miércoles pasado en Francia comenzó a formarse en 1963 cuando Manichak y Jean Aurance se enamoraron de una pieza que vieron en una galería de antigüedad­es en París y la compraron. Según Millon, el resto han sido adquiridas legalmente.

Cabe recordar que, a lo largo de 500 años, la emigración del patrimonio cultural mexicano se ha dado en muy diversas circunstan­cias históricas: la empresa de la Conquista en el siglo XVI, la piratería en el siglo XVIII, la afluencia de viajeros a México en el siglo XIX… Es Guadalupe Victoria, el primer Presidente de México después de la Independen­cia de España, quien expide un decreto en 1827 en el que se prohibe la exportació­n de antigüedad­es. Desde entonces, con la demanda, surgen también las falsificac­iones.

En el siglo XX, el saqueo toma fuerza y esto se debe a que las piezas arqueológi­cas cobran valor económico y las coleccione­s privadas también otorgan un gran prestigio. Y es, precisamen­te en la década de los 60, cuando se dispara el mercado negro de arte prehispáni­co, por lo que en 1972 se decreta la hasta hoy vigente y controvert­ida Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológi­cos, Artísticos e Históricos, de 1972.

La historia continúa la próxima semana. Junto con las preguntas que deja la subasta del 18 de septiembre en París.

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