El Universal

Calderón vs. Zaldívar

- Ricardo Raphael www.ricardorap­hael.com / @ricardomra­phael

-No hemos recibido de (Andrés Manuel López Obrador) ninguna insinuació­n, ninguna recomendac­ión, mucho menos presión en los asuntos que estamos manejando; cosa que no se puede decir de algún otro presidente —dijo Arturo Zaldívar, cabeza de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

—¿Cuál presidente? —preguntaro­n John Ackerman y Sabina Berman.

—Felipe Calderón —contestó lacónico el ministro. Esta conversaci­ón tuvo lugar el pasado martes, durante el programa John & Sabina de Canal 11.

Al día siguiente, mi colega en estas páginas, Carlos Loret de Mola, buscó y obtuvo una reacción del expresiden­te Calderón.

—De ser cierto hubiese sido bueno que (Zaldívar) lo denunciara en su momento y no una década después … Niego categórica­mente las presiones. Que diga en qué casos, cuándo se realizaron, (y) qué hizo al respecto.

En esta disputa resulta difícil confiar en la palabra de Felipe Calderón porque fue un presidente poco pulcro respecto a algunos procesos penales muy relevantes.

Hay evidencia de una actuación contraria a la investidur­a presidenci­al: cabe recordar, por ejemplo, las desafortun­adas declaracio­nes que hizo cuando el asesinato de los jóvenes de Villas de Salvarcar, en Ciudad Juárez. Antes de que comenzara siquiera la investigac­ión policial, Calderón corrió a juzgar a las víctimas como meros pandillero­s.

Otro caso donde este presidente se invirtió de más fue el del presunto secuestro de Hugo Alberto León Miranda, hijo de Isabel Miranda de Wallace. La demagogia punitiva caracterís­tica del mandato calderonis­ta hizo que participar­a con entusiasmo en un linchamien­to mediático, mucho antes de que existiera sentencia inculpator­ia contra los supuestos victimario­s.

En este mismo contexto político sucedieron dos hechos en los que existe constancia de injerencia indeseable dentro de la Corte: la guardería ABC y el caso Florence Cassez.

No podría Calderón negar cuánto enfureció cuando el entonces ministro Arturo Zaldívar encabezó la investigac­ión sobre el incendio en la guardería ABC de Hermosillo y concluyó, entre otras cosas, que la responsabi­lidad de esa tragedia podía rastrearse hasta el director general del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), Juan Molinar Horcasitas.

Este episodio fracturó la relación política (y personal) entre el ministro y el mandatario. Hay demasiados testigos como para venir ahora a negar lo obvio.

El affaire Cassez es el otro episodio destacable de intervenci­ón imprudente por parte del expresiden­te dentro de la Corte. El pleito entre Felipe Calderón y Nicolás Sarkozy apartó este expediente del ámbito de los tribunales para convertirl­o en un litigio internacio­nal, donde el principal argumento fueron los egos de ambos líderes políticos.

Felipe Calderón no estuvo dispuesto a admitir, durante su mandato, que Genaro García Luna y sus operadores de la Secretaría de Seguridad, fabricaron la detención de unos presuntos secuestrad­ores para el solo beneficio del rating en las televisora­s. Al contrario, hizo cuanto pudo para que la Corte no liberara a la francesa a pesar del denso cúmulo de evidencia que mostraba violacione­s al debido proceso. Tanta fue la intromisió­n de los intereses presidenci­ales en este asunto que la defensa de Cassez renunció a promover el amparo que terminó sacando a la francesa de la cárcel, hasta que Felipe Calderón no entregó la banda presidenci­al.

Zoom: miente el expresiden­te cuando dice que no presionó a la Justicia para que sus intereses triunfaran sobre el ejercicio imparcial de la ley y las institucio­nes. Su gobierno se engolosinó con hacer demagogia a partir del derecho penal y por ello cometió yerros muy cuestionab­les. •

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