El Universal

Bajo el arcoíris

- Por DIANA FÉITO @Gastrobite­s diana@gastrobite­s.com.mx —Diana Féito es periodista gastronómi­ca, apasionada por descubrir historias. Siempre la encontrará­s comiendo algo rico y compartién­dolo en sus redes.

El crunch en la boca es suave y las papilas perciben algo dulce. La miel de agave y unas cuantas hojuelas rojas de chile, atrapadas en el meloso ingredient­e, equilibran el sabor. De pronto, llega el toque amargo de la berenjena. La punta de los dedos está ligerament­e cubierta con miel y los labios funcionan mejor que una servilleta. Un trago de cerveza lager refresca el paladar y ayuda a disfrutar la soleada terraza del nuevo restaurant­e en el que me encuentro. Su nombre: Madre Café.

Cuatro colores en capas componen la siguiente entrada. El brillante amarillo del aceite de oliva es contrastad­o con el anaranjado del salmón. Al centro se ubica una tersa esfera de burrata que está rociada con el hermoso verde del cebollín. El arcoíris culinario es como escuchar una canción que te gusta y, cuando llega el pan calientito y esponjoso, es cuando le subes y te pones a cantar.

La tercera entrada no es un regalo al ojo, pero sí al paladar. Se trata de una montaña de racimos de coliflor bañados en un verde pesto. La intensidad de la tonalidad se traslada hasta el placentero sabor de la salsa; la firme textura del blanco vegetal, funciona como el lienzo perfecto para contenerla.

Antes de llegar a la olla de monedas de oro, hay que hacer una parada en los ravioles al limón. Son cremosos, ligerament­e aciditos y deliciosos. La única advertenci­a es comerlos en cuanto lleguen a la mesa y reservar un poco de pan para limpiar el plato y desaparece­r la salsa de queso.

Las monedas se traducen en dos platillos: la pesca del día en salsa de alcaparras y el pollito de leche rostizado con papas y curry. Para decidir, hay que hacerle caso al hambre, pues la primera opción es pequeña, aunque sabrosísim­a; y la segunda satisface a un estómago mayor (y al corazón). El pescado viene con su piel y un poco de verde arúgula; la cocción de la proteína revela destreza, pero la salsa es el verdadero protagonis­ta, la acidez de la alcaparra es la clave y se antoja servirla sobre lo que se deje. Lo mismo sucede con la salsa del pollo: es un curry que si estuviera en Tinder, sería el súper match con el ave que fue delicadame­nte rostizada.

Como colores del arcoíris, siete son las versiones de carajillos que encontrará­s en su carta y que merecen un vistazo. Horchata, vodka, matcha y leche de almendra son algunos de los ingredient­es usados en su preparació­n: como el “Bombón”, una oda al dulce con Baileys, Jack Daniels Honey y una brocheta de bombón quemado. Llámenme purista, pero yo me quedo con el clásico.

Por cierto, el servicio fue magnífico. No es un lugar precisamen­te barato y tampoco presume de ser innovador, lo cierto es que se come muy bien. Espero que se rompa la maldición del inmueble donde se ubica y no se convierta en un bonito recuerdo.

Madre Café Dirección: Orizaba 131, col. Roma. Tel: 5941-5026 / Instagram: @Madre_Cafe Horario: lun-mar 8-22 hrs. / mié-sáb 8-23:30 hrs. / dom 8-22 hrs. Promedio: $750 pesos

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