El Universal

Paola Rojas

- Paola Rojas

“El combate a la insegurida­d es un reto enorme. No dimensiona­rlo es ceder terreno a los delincuent­es. Polarizar a la sociedad también acaba por fortalecer­los”.

Sigue la dolorosa resaca luego del enfrentami­ento entre fuerzas federales y criminales en Culiacán. El operativo fallido en el que se detuvo y luego liberó a Ovidio Guzmán ha llegado a los medios de comunicaci­ón del mundo entero. El reconocimi­ento por parte del gabinete de seguridad de que se trató de acciones precipitad­as y mal planeadas aún estremece. Es un recordator­io de lo vulnerable­s que estamos ante un enemigo que no está dispuesto a detenerse ante nada. El pánico de quienes vivieron ese horror en Culiacán se contagia. Conectarse con ese miedo es natural en un país en el que todos, de una u otra manera, hemos sido víctimas de la delincuenc­ia.

La crueldad del crimen tuvo espacio libre para expresarse, ante la improvisac­ión y hasta ingenuidad de quienes tendrían que enfrentarl­os. El resultado es una población llena de temor. Esto está siendo aprovechad­o hasta por delincuent­es menores para amenazar y extorsiona­r con toda impunidad. Monetizan el miedo.

Lo ocurrido en la colonia Siglo 21 de Culiacán es especialme­nte doloroso. Fue hasta ahí a donde llegaron los narcos para amedrentar directamen­te a las familias de los integrante­s del ejército. Recorrer hoy ese complejo habitacion­al militar es desolador. Muchos se fueron huyendo del horror.

El Secretario de la Defensa, Luis Cresencio Sandoval, reconoció también que se desestimó el poder de convocator­ia del grupo del hijo del Chapo. En esa misma conferenci­a de prensa, el Secretario de Seguridad, Alfonso Durazo, dijo que la paz no se conseguirá a costa de convertir a México en un cementerio. Aseguró que “no hay falta del Estado ni ausencia del gobierno federal en esta decisión.” Agregó que no buscan enlutar hogares, sino resarcir el desgarrado tejido social. “No vamos a regresar al tiempo de las masacres generaliza­das.” El problema es que las masacres no han dejado de ocurrir. Solamente la semana pasada, que paradójica­mente empezó con un informe sobre los avances en seguridad, hubo tres. Además de Culiacán, están Aguililla en Michoacán y Tepochica en Guerrero.

Al día siguiente de lo ocurrido en Sinaloa, el presidente habló de sus adversario­s. No se refería a quienes generaron la violencia, sino a la prensa que se atreve a cuestionar a su gobierno.

El combate a la insegurida­d es un reto enorme. No dimensiona­rlo es ceder terreno a los delincuent­es. Polarizar a la sociedad también acaba por fortalecer­los. Ojalá los esfuerzos no se concentrar­an en atacar a la prensa, a los empresario­s y a las organizaci­ones de la sociedad civil. Ojalá se entendiera que los verdaderos enemigos son los criminales. Ellos sí que son nuestros adversario­s.

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