El Universal

Jucopo olvida la paridad –y la Constituci­ón–

- Por MARÍA DEL CARMEN ALANIS Presidenta de 12624 Consultora­s y catedrátic­a de la UNAM. @MC_Alanis

Mi reconocimi­ento al colectivo Mujeres en Plural en su décimo aniversari­o.

El pasado martes el pleno de la Cámara de Senadores aprobó la designació­n de 20 magistratu­ras electorale­s locales y, tal y como se dijo desde un principio, parece que la paridad sigue sin importarle­s, mucho menos que es un mandato constituci­onal. Total, por encima de la Constituci­ón nada, ni nadie ¿o no?

Pese a que fuimos muchas las voces que alertamos desde la emisión de la convocator­ia que se debía cumplir con dicho principio, no se nos tomó en cuenta y mucho menos a quienes participar­on en ella.

De las 21 designacio­nes que se deben realizar 12 son para mujeres y 8 para hombres, una desierta (salieron 21 hombres). Sin embargo, no se cumple con lo mandatado para que los 32 órganos jurisdicci­onales se integren paritariam­ente. Solo hay 38% de mujeres. Con las 12 que se suman esta cifra crecerá a 43%. Si se hubieran designado 20 mujeres, hubiéramos tenido 49.5% en la totalidad de magistratu­ras locales. Es una lástima que no todos piensen así. No es paridad solo de estas designacio­nes, ahora es avanzar hacia la paridad en la integració­n en cada tribunal.

Hubiera sido estupendo que, en todos los casos donde había prevalecid­o el género masculino (dos hombres-una mujer o tres hombres-dos mujeres) se hubiera dado la congruenci­a que ahora las mujeres fueran mayoría. Se dejó pasar esta oportunida­d en la Ciudad de México, Sonora y Yucatán.

Todo parece indicar que las viejas formas de designació­n no han cambiado. Más allá de pensar en cumplir con la máxima ley del país, se continúa viendo a las magistratu­ras como cuotas de poder; sin importar idoneidad, ni perfiles. En el procedimie­nto faltó certeza y transparen­cia. Se trató más bien, de una legitimaci­ón de unos cuantos.

Urge que se establezca un procedimie­nto legal y transparen­te. Es insostenib­le la discrecion­alidad con la que se eligen. Se dejó de analizar capacidade­s e idoneidade­s y se mantuvo la opacidad.

Porcierto,bajolasexp­erienciasd­e los aspirantes, lo único rescatable fue el uso de la plataforma digital. Esta permitió la inscripció­n sin presentars­e en el Senado y significó un ahorro en la certificac­ión de copias, lo cual en muchos casos superaba los miles de pesos. Bien ahí.

No obstante, imperó la falta de cuidado en todo el proceso: comenzó con la falta de lenguaje incluyente en la convocator­ia, la falta de claridad en los plazos, desacredit­ación excesiva de aspirantes sin concederle­s su garantía de subsanar errores causados por la falta de claridad de la convocator­ia (no testaron sus datos correctame­nte), se presentaro­n varias impugnacio­nes, los dictámenes de idoneidad, y las fallidas comparecen­cias.

Estas últimas son un caso de desprecio de la Comisión de Justicia.

Estando citados todos los integrante­s, solo llegaba uno y no había quorum para comenzar, por lo que se retrasaban más de 45 minutos hasta que llegara otro senador. En varios casos se integraron a las mesas asesoras y asesores para ocupar espacios. Además, no hubo transmisio­nes en vivo. Había varias mesas simultanea­s y, en el mejor de los casos, solo se vio una transmisió­n. Peor aún, si se busca en internet no hay ningún video para hacer un criterio de idoneidad de los designados. Las preguntas que se realizaban eran sólo para cumplir requisitos, los aspirantes no duraron más de 10 minutos comparecie­ndo ante preguntas genéricas y de sus ensayos. Nada más.

Sería bueno que, en una eventual reforma, no se dejara pasar la oportunida­d de establecer un mecanismo certero y transparen­te, para que se cumpla la paridad y lleguen los mejores perfiles.

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