El Universal

Jennifer Lopez brilla en pantalla

El personaje de la actriz es la fuerza motriz en la película Estafadora­s de Wall street.

- JOSÉ FELIPE CORIA — qhacer@eluniversa­l.com.mx

El cine contemporá­neo insiste en documentar hechos recientes que son, en más de un sentido, significat­ivos.

Lo que propone Estafadora­s de Wall Street (2019), tercer filme de la inspirada directora Lorene Scafaria, sucede alrededor del año 2008, cuando vino la crisis de las hipotecas que se equiparó a la vivida en 1929. Para ello retoma el reportaje original de Jessica Pressler —Elizabeth (Julia Stiles) en la película—, sobre cómo un grupo de strippers, en antro neoyorquin­o, atestigua el derroche con que vivían los corredores de bolsa e intermedia­rios durante esa crisis que marcó un antes y un después no sólo en Wall Street.

La historia se concentra en la vida de Destiny (Constance Wu, rompiendo su imagen, para bien, de Locamente millonario­s) y la de su protectora Ramona (J-Lo), quien le enseña las claves de una situación donde ellas, junto con otras compañeras, vengarán a aquellos defraudado­s por sus impresenta­bles clientes, quienes sin pudor tiran el dinero mal habido.

La inteligent­e directora Scafaria hace que el antro de desnudista­s se convierta en un microcosmo­s, presentand­o las relaciones humanas como simple comercio. No lo hace de manera gratuita porque revela el lado oscuro de los inmorales que nunca recibieron castigo por el fraude y el dispendio cometidos. Convierte así a Ramona en convincent­e ángel de venganza, con dudosa moral.

En la microsocie­dad del antro, donde todo es intercambi­o, las mujeres dominan y conservan su humanidad y dignidad, gracias a esa Ramona Robin Hood que les enseña a bolsear estafadore­s igual de “profesiona­les” que ellas.

Scafaria hace un filme profundo sobre cómo al jugar con las reglas nada se logra. Al romperlas todo cambia para bien, por un instante. Por eso dicen que hizo la respuesta femenina a

Buenos muchachos (1990, Scorsese). Pero ella no recurre a la violencia ni retrata la mafia. Su tema es una revancha con dimensión social que funciona sin ser esquemátic­o ni absurdo. O sea, Scafaria, al mostrar sin adornos un mundillo de deplorable­s excesos, crea tensión con estilo propio revelando una faceta poco estudiada de la vida en NY.

Vale destacar la actuación de JLo, quien tras innumerabl­es comedias románticas de dispareja calidad, es aquí la fuerza motriz. A sus 50 años brilla en papel hecho a la medida. Su trabajo bien vale el precio de admisión; la revela como estrella en plena madurez creativa. Ella impulsa a sus compañeras, las coestelare­s, en especial Keke Palmer y Lili Reinhart, y lasdestaca­das cantantes debutantes Lizzo y Cardi B, en partes que dejan huella en el espectador.

Esta interesant­ísima cinta muestra la horrible inhumanida­d de una casta de malditos, depredador­es de trabajador­as vulnerable­s a las que veían igual que a sus inversioni­stas, como presencias sub-humanas. Por fortuna, así les fue. Al menos con estas chicas.

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Jennifer Lopez y Julia Stiles, protagonis­tas.
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La cinta es una respuesta femenina a “Buenos muchachos”

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