El Universal

LEBARÓN ”¡Justicia, justicia!”

• Comunidad LeBarón sepulta a 8 de sus familiares • Denuncian complicida­d de autoridade­s locales

- Texto: IBETH MANCINAS Foto: CHRISTIAN TORRES Enviados

Entre una profunda tristeza, llamados a la fortaleza y exigencia por justicia, la comunidad LeBarón despidió ayer en La Morita, Sonora, a Downa, Rhonita y seis de sus hijos, asesinados el lunes durante un ataque de un grupo armado.

Kenneth Miller, suegro de Rhonita, pidió por que “llegue la justicia a los que no tienen voz”. Por su parte, Julián LeBarón dijo a la prensa: “No creo que las autoridade­s [mexicanas] puedan hacer justicia”.

La Morita.— Desde hace más de una década, la comunidad LeBarón ha enfrentado la pérdida violenta de sus miembros, desde entonces, la resilienci­a ha sido su única alternativ­a.

Ayer asistieron a dos funerales en los que estuvieron presentes más de 700 personas llegadas de varias partes de México y Estados Unidos, incluyendo a vecinos de Bavispe, San Miguelito y hasta la gobernador­a de Sonora, Claudia Pavlovich, quien arribó en helicópter­o.

En un jardín cuidado con detalle y rodeado de granados, los parientes más cercanos evocaron los recuerdos más divertidos de Downa y sus hijos, incluso provocando la risa de los presentes, aunque al final de cada participac­ión fueran inevitable­s las lágrimas.

En una plegaria de dolor y agradecimi­ento, el esposo de Downa dio gracias por sus hijos que sobrevivie­ron y despidió a sus seres amados: “Guardaremo­s sus recuerdos en nuestra mente y en nuestro corazón”, finalizó, para después abrazar a sus hijos y contemplar la partida de los tres ataúdes que eran llevados al panteón en vehículos con placas de Chihuahua y Texas.

Una pequeña en muletas, con una herida en la pierna derecha, y otra menor con una venda en el brazo, dos de las sobrevivie­ntes de la masacre, subieron a los vehículos para acompañar a su madre y hermanos a su última morada.

Minutos más tarde inició el funeral de Rhonita y sus cuatro niños, quienes murieron acribillad­os y calcinados en uno de los vehículos.

Al frente del jardín colocaron tres ataúdes, Rhonita y sus gemelos de ocho meses quedaron en la misma caja; las otras dos eran ocupadas por los niños más grandes.

“Amigos, hermanos y parientes, su presencia hoy aquí es muy significat­iva, quiero pedirles, en nombre de Rhonita, que quedemos firmes ante esta tragedia”, dijo Adrián LeBarón, padre y abuelo de las víctimas, quien también llamó a los presentes a ayudar a buscar respuestas de lo ocurrido: “Encuentren las respuestas a esta tragedia por el bien de estos niños”.

La familia de Rhonita llamó a que la brecha donde ocurrió la masacre se convierta en un camino seguro para todos los que decidan cruzar, y destacó que no sólo la vida de la comunidad LeBarón debe estar protegida, sino la de todos.

“Me gustaría que les llegue la justicia a los que no tienen voz, a las mujeres que no pueden encontrar a sus maridos”, dijo Kenneth Miller, quien fue suegro de Rhonita.

“Las autoridade­s mexicanas no harán justicia”. Julián LeBarón, activista social, acusó complicida­d por acción y omisión a los tres órdenes de gobierno. “No creo que las autoridade­s [mexicanas] puedan hacer justicia; las institucio­nes están corrompida­s hasta la médula; nos dijeron que no llegaban porque no tenían gasolina”, agregó. Por eso se dijo dispuesto a acudir a las autoridade­s de Estados Unidos para esclarecer los hechos.

Previo a los funerales, Adrián LeBarón descartó que lo ocurrido con su familia fuera una confusión de un grupo del crimen organizado, como dice el gobierno.

“No fue un ataque hacia nosotros, pero no hay confusión, a alguien le están queriendo lanzar un mensaje y usaron a nuestra familia”, dijo.

Horas después, con el último rayo de sol, Rhonita y sus cuatro pequeños fueron llevados al panteón.

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En un ambiente de tristeza y de dolor, familiares y amigos asistieron a los funerales de Downa, Rhonita y sus hijos. El esposo de Downa dio gracias por sus hijos que sobrevivie­ron y despidió a sus seres amados: “Guardaremo­s sus recuerdos en nuestra mente y en nuestro corazón”.
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Más de 700 personas, entre amigos, conocidos y familiares de los LeBarón acompañaro­n a los deudos en el sepelio de las víctimas.

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