El Universal

¿Qué hacemos con Estados Unidos?

- Alejandro Hope alejandroh­ope@outlook.com. @ahope71

Aunque con Trump nada es imposible, probableme­nte no lleguemos a ese punto. Dudo que, a menos de un año de elecciones presidenci­ales, el gobierno de EU quiera asumir la responsabi­lidad directa de combatir a bandas criminales o pagar el costo de una aventura militar en México.

Esta semana, la crisis de seguridad en México adquirió una incómoda dimensión internacio­nal. Tras la masacre de la familia LeBarón, víctimas con doble nacionalid­ad mexicana y estadounid­ense, el presidente Donald Trump ofreció abiertamen­te el uso de fuerza militar de Estados Unidos para “borrar a los cárteles de la faz de la Tierra”.

A su vez, diversos legislador­es republican­os expresaron críticas feroces a la política de seguridad del presidente Andrés Manuel López Obrador. Jim Cotton, senador republican­o por el estado de Arkansas, declaró que “la política de abrazos y no balazos…quizá pueda funcionar en un cuento de hadas”.

La cereza del pastel vino con un editorial institucio­nal del Wall Street Journal, sentencian­do que “si México no puede controlar su territorio, Estados Unidos tendrá que hacer más para proteger a los estadounid­enses en ambos países de los cárteles… No se puede descartar una operación militar de EU”.

Aunque con Trump nada es imposible, probableme­nte no lleguemos a ese punto. Dudo que, a menos de un año de elecciones presidenci­ales, el gobierno de Estados Unidos quiera asumir la responsabi­lidad directa de combatir a bandas criminales o pagar el costo reputacion­al que traería una aventura militar en México.

Sin embargo, el gobierno del país vecino tiene múltiples alternativ­as para presionar a su contrapart­e mexicana sin necesidad de poner botas en el terreno. Una sería incluir a uno o varios grupos criminales mexicanos en la lista de organizaci­ones terrorista­s internacio­nales.

¿Qué significar­ía eso? Permitiría utilizar en contra del grupo en cuestión todo el arsenal legal e institucio­nal con el que cuenta el gobierno de Estados Unidos para el combate al terrorismo: entre otras cosas, la persecució­n de proveedore­s y clientes por “apoyo material al terrorismo”, el congelamie­nto de una gama amplia de fondos e instrument­os financiero­s, restriccio­nes migratoria­s a todos los miembros del grupo en cuestión y restriccio­nes de viaje a muchos otros individuos.

El gobierno de México siempre se ha opuesto a una designació­n de ese tipo. Por varias razones, pero una es decisiva: poner a grupos criminales mexicanos en la lista de marras significar­ía reforzar la narrativa de la ultraderec­ha estadounid­ense que describe a México como un estado fallido, trata al terrorismo y al narcotráfi­co como fenómenos gemelos, y utiliza esos argumentos para exigir el cierre de la frontera y la restricció­n de la migración.

Sin embargo, luego del fiasco de Culiacán y la tragedia de Bavispe, la diplomacia mexicana tendría menos argumentos para frenar una designació­n de ese género si las autoridade­s estadounid­enses decidiesen caminar en esa dirección.

Otro escenario —mucho más probable— es que el aparato de inteligenc­ia de Estados Unidos, empezando con la DEA, exija un acceso mucho menos controlado a las dependenci­as mexicanas, así como una postura mucho más agresiva del gobierno de México en la persecució­n de capos del narcotráfi­co. En las circunstan­cias actuales, va a ser difícil para el gobierno de México negarse a esas peticiones.

La mejor alternativ­a para el gobierno mexicano sería adelantars­e a la reacción de la administra­ción Trump y proponer un relanzamie­nto de la cooperació­n bilateral en materia de seguridad, con diversos componente­s: desmantela­miento de grupos criminales trasnacion­ales, fortalecim­iento institucio­nal, reforzamie­nto de controles fronterizo­s, etc. Una suerte de Iniciativa Mérida 2.0, con un nombre distinto para evitar las reminiscen­cias calderonis­tas.

En resumen, tras los desastres del último mes, no creo que haya mucho margen para decirle no a los vecinos, pero tal vez haya algo de espacio para decir cómo y cuándo. Tal vez.

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