Y, bueno, el futbol
Si en cualquier calle pasas por una panadería, entra y prueba la pieza que se te antoje porque prácticamente todas son deliciosas. En algunos barrios venden pan en las tiendas, pruébalo también con un poco de queso, que puedes comprar en el mismo lugar. Es un excelente tentempié para las grandes caminatas.
Monumentos ¡y pasteles!
Tomando un tranvía más moderno para disfrutar del entorno, ahora hay que ir un poco más lejos, al barrio de Belém.
En el siglo XVI, este era una zona popular de la que salían los grandes barcos comerciantes que cruzaban el Atlántico hacia las nuevas tierras. Hoy sigue teniendo mucho movimiento, pero por otras razones...
De entrada, aquí están los monumentos más emblemáticos de Lisboa, como el Monasterio de los Jerónimos, donde antes estaba una capilla dedicada a Santa María y en la que los marineros pedían tener un buen viaje.
Pero el símbolo más importante de este barrio, y quizá de Lisboa (o hasta de Portugal entero), es la Torre de Belém. Declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, está justo a la salida de este puerto que llegó a ser uno de los principales centros comerciales del mundo en el siglo XVI.
Debido a eso, en 1514, para proteger Lisboa de los barcos enemigos, se mandó construir dicha torre que incluía un moderno bastión fuertemente armado que sobresale en el río.
Tanto en el monasterio como en la torre se conservan, como parte de su arquitectura, diferentes ornamentos marinos, cuerdas, plantas y hasta animales fantásticos. Hoy es uno de los lugares más instagrameados de Portugal.
En el barrio se instaló el Museo Nacional de Arqueología y el Museo de la Marina, además de un planetario. El Centro Cultural de Belém también tiene el Museo Colección Berardo y áreas con terrazas para caminar o descansar un rato.
Y ya que hablamos del descanso, a unos pasos hay otro lugar de gran tradición y de placer para el paladar: los pasteles de Belém. Los “Pastéis de Belém” es una cafetería de la Rua de Belém que, desde el siglo XIX, elabora una gran variedad de pan de nata con una receta secreta y patentada.
Comparados con la panadería mexicana, su forma se asemeja a la de un “cubilete” y tiene una base de hojaldre rellena de una pasta dulce y jugosa con crema deliciosa; todo cubierto con canela y azúcar glas (sí, lo sé, se hace agua la boca de solo leerlo).
Es muy probable que haya grandes filas, pero vale la pena formarse, ya que el servicio es rápido y se pueden pedir para llevar. También hay otro tipo de postres, pero el infaltable es el pastel de Belém. Si lo quieres llevar de regalo, ten en cuenta que es un alimento delicado, pues solo dura unos dos días fuera del refrigerador en buenas condiciones.
Otros grandes lugares de la zona que recomendamos visitar son el Museo Nacional de los Coches, el Jardín Botánico Tropical, el Museo Nacional de Etnología, la Iglesia de la Memoria y el Palacio Nacional de Ajuda.
Belém es prácticamente un destino por sí solo.
El futbol tiene una larga tradición en Portugal, y en Lisboa están dos de los equipos más importantes de este país: el Sporting y el Benifca, en los que también han militado jugadores mexicanos.
La casa del Sporting es el estadio José Alvalade, un complejo que también aloja otro tipo de eventos; mientras que el Benfica juega en el moderno Estadio de la Luz, el más grande de Portugal.
Aquí ocurrió la final de la Champions League de 2014, que fue la primera vez en la que se enfrentaron dos equipos de la misma ciudad: Real Madrid vs. Atlético de Madrid; además, es la casa de la selección de Portugal.
Hay visitas guiadas en las que se puede conocer la cancha, los vestidores y la sala de prensa y hasta un museo, por lo que es una visita obligada para los que son fanáticos del futbol.
En Lisboa todavía hay muchos lugares más por explorar, pero lo mejor es irlos descubriendo mientras caminas por sus calles a paso lento, admiras sus paisajes, pruebas sus sabores y escuchas fado.
Elevador de Santa Justa,