El palacio que habitó el emperador Iturbide
El Palacio de Iturbide permanece en medio de una de las calles más transitadas de la Ciudad de México. Fungió como colegio, oficinas gubernamentales y llegó a ser un hotel
En la calle Francisco I. Madero #17, una de las más transitadas de la ciudad, entre peatones, comercios, botargas y músicos, se encuentra un edificio que alguna vez fue la residencia de un emperador: el Palacio de Iturbide.
El inmueble es conocido como una de las muestras más sobresalientes de la arquitectura virreinal del siglo XVIII por el Instituto Nacional de Antropología e Historia, ya que mezcla características del estilo arquitectónico barroco con los materiales que se producían en el país, como el tezontle y la cantera de chiluca.
El proyecto fue ideado por el arquitecto Francisco Guerrero y Torres para el matrimonio de María Ana de Berrio y Pedro Moncada. De acuerdo con la página oficial del Fomento Cultural Banamex A.C., al que pertenece el inmueble, fue hasta 1785 que culminó su construcción.
Para 1813 el hijo del matrimonio Moncada, Juan Nepomuceno Moncada, prestó el palacio a Félix María Calleja, quien recibió en este sitio el nombramiento como Virrey de Nueva España y en 1821 también alojó a Juan O’Donojú.
Durante 18 meses este sitio fue hogar del emperador Agustín de Iturbide (1821-1823), época en la que obtuvo el mote de “El Palacio de Iturbide”.
En un libro con el mismo nombre, se dice que las numerosas modificaciones que tuvo durante los siglos XIX y XX “acabaron por desconfigurarlo”, ya que posteriormente fue sede de oficinas gubernamentales, funcionó como un colegio y hasta hotel.
A partir del fallecimiento de Juan Nepomuceno Moncada, en 1850, el edificio cambió de propietarios y con ello vino una nueva época para el inmueble: convertirse en hotel. Su ubicación le permitió hospedar a grandes celebridades, ya que “a la vuelta” —en el cruce de las actuales 5 de Mayo y Bolívar— se encontraba el Gran Teatro Nacional, en el que trabajaban las compañías extranjeras más importantes de aquella época.
En el libro El Palacio de Iturbidese describe que en el hotel se hospedaron “las grandes divas y cantantes de las óperas que deleitaban hasta el desmayo” como las actrices Carolina Civili, Paola Marie, la mezzosoprano Giudita Galazzi o el torero Luis Mazzantini, por mencionar algunas luminarias que por ahí desfilaron.
El Hotel de Iturbide se convirtió en sede de festejos y tertulias de la aristocracia, artistas e intelectuales. Para 1899, ya siendo propiedad de la familia Iturbe —así se apellida la familia, no tienen relación con Agustín de Iturbide—, tuvo una remodelación bajo el liderazgo del arquitecto Emilio Dondé, quien decidió añadir un billar, un bar y una cafetería.
Con el paso de los años, el cine fue apoderándose del entretenimiento y esta zona del Centro Histórico empezó a tener mayor oferta de hospedaje, por lo que en la década de 1930, el Hotel de Iturbide fue clausurado.
En 1964, el Banco Nacional de México adquirió el inmueble y contrató a los arquitectos Ricardo Legorreta, Gonzalo Garita y Ricardo de Robina para su restauración.
Las modificaciones concluyeron ocho años más tarde con la desaparición de las áreas no originales, a excepción de aquellas funcionales: la cubierta del patio, el tercer piso, tapancos, ciertos arcos de la planta baja, la escalera y un elevador.
A partir de 1972, el edificio abrió sus puertas como sede de Financiera Citibanamex y Fomento Cultural Banamex, A. C.; en 2004, se reinauguró como “Palacio de Cultura Citibanamex – Palacio de Iturbide” con el objetivo de alojar exposiciones y actividades artísticas gratuitas.
Francisco Ibarlucea Bozal, anfitrión y conductor de recorridos culturales de la Ciudad de México, describe este edificio a los turistas como uno de los dos palacios más notables realizados por Francisco Antonio Guerrero Torres a finales del XVIII.
“Una joya del barroco novohispano, y una edificación fundamental de la ciudad: su fachada tiene ornamentación vegetal, los muros de cantera tienen labrados sutiles movimientos y los marcos cuentan con mucha elegancia”, comenta en entrevista.
Si bien el inmueble se encuentra rodeado de locales, restaurantes o bares —se ubica entre las calles de Bolívar y Gante—, Francisco considera que el Palacio logra llamar la atención de los transeúntes por “su misma arquitectura”, que destaca entre las fachadas con cristal, metal o cortinas “típicas” de los comercios cercanos. •