Mujeres mayas emprendedoras
Zavy es un proyecto que involucra a artesanas de varias comunidades de Yucatán. En él se elaboran correas para cámaras fotográficas que se venden en todo el país
Doña Cecilia Dzul Tuyb era policía en Yucatán, pero un accidente de tránsito la dejó incapacitada para caminar por varios meses. Su vida parecía no tener sentido, cuando encontró en la costura artesanal una forma de levantar el ánimo. Hoy forma parte de Zavy, un proyecto iniciado por la emprendedora Nancy Zavala, quien busca la independencia financiera de las mujeres con el trabajo de sus manos.
Con Zavy, 20 artesanas de diferentes comunidades mayas de Yucatán obtienen ingresos por hacer lo que más les gusta. El producto principal del proyecto son correas para cámaras fotográficas de gama semiprofesional y profesional, que poco a poco generan interés en el mercado al que están dirigidos.
“Me embistió un vehículo, estuve mucho tiempo en cama hasta que pude levantarme y me llegó la invitación de Zavy, me dio mucho gusto conocer a Nancy y ella me invitó a participar. Yo no sabía nada de costura y se lo dije, pero gracias a ella tengo la dicha de aprender y colaborar aquí”, explica Cecilia a EL UNIVERSAL.
Sin embargo, el proyecto no surgió de la noche a la mañana. El camino para concretar una idea que pudiera autoemplear a mujeres artesanas y no terminar en una buena intención es producto de meses sin dormir y años de aprendizaje, en los que Nancy puso esfuerzo, dedicación y dinero.
Emprendimiento local
Igual que la mayoría de las artesanas que colaboran en Zavy, Nancy nació en la comunidad de Seyé, ubicada a unos 30 minutos de Mérida y que tiene poco más de 9 mil 200 habitantes, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
Nancy comenta que creció viendo a su abuela mientras bordaba blusas, vestidos y otras prendas.
La costura y el hilo contado (técnica textil maya) son unas de las principales actividades económicas de Seyé, especialmente realizada por mujeres.
Pero Nancy buscaba algo más en su vida y por ello se esforzó en sus estudios para tener una mejor preparación: “Hay una brecha en cuanto a mentalidad y oportunidades que se tienen en una comunidad, a estar viviendo en una ciudad”, dice Zavala.
En ese sentido, una investigación realizada por la doctora Lorenza Villa Lever del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM indica que 1% de la población indígena del país llega a la educación superior.
Nancy forma parte de esa estadística, pues una vez concluida su preparatoria, se asentó en Mérida para estudiar en la Universidad Tecnológica Metropolitana, donde egresó de la licenciatura de Evaluación de Proyectos.
“Cuando vienes de una comunidad la gente piensa que si ya tienes una carrera ya la hiciste, pero no.
“Buscaba otras cosas, empecé a trabajar, me involucré en temas de emprendimiento, dando asesorías, trabajando en proyectos, pero nada propio como tal”, recuerda la joven.
Actualmente, Nancy, de 28 años, cursa la maestría en la Universidad Anáhuac Mayab. Antes de comenzar con Zavy, ella y algunos compañeros iniciaron una fundación de apoyo a las comunidades maya y una empresa donde se financia parte de sus proyectos.
“Me di a la tarea de fundar Biozano, una empresa de cosmética natural. Con unos amigos creamos la Fundación de Proyectos Comunitarios para el Desarrollo, A. C., para utilizar lo que habíamos visto en la carrera, [pero] enfocado a un beneficio para los demás”.
Debido a la naturaleza de la fundación, la mayor parte de los ingresos llegaban por parte de donaciones y de la buena voluntad de las personas que cooperan, por tanto, la joven comenzó a dar asesorías relacionadas con emprendimiento, negocios, así como conferencias y talleres para poder financiar sus proyectos.
Objetivos sostenibles
La idea de Zavy empezó a gestarse a mediados de 2018, cuando Nancy conoció en su natal Seyé a un grupo de artesanas que vendía blusas, pero sin obtener las ganancias que esperaban.
“Me platicaban que tenían problemas con comercializar sus productos. Entonces me di a la tarea de investigar y plantear algo diferente. Buscaba algo que tuviera un uso muy específico para dirigirnos a un nicho puntual, así fue como pensé en las cámaras”, cuenta.
Al principio, las artesanas se mostraron sorprendidas, no era lo mismo costurar una blusa que una correa para una cámara, pero confiaron en Nancy y en la visión de negocios que les planteó: una empresa basada en estándares de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Para convencerse a ella y a las artesanas de que todo saldría bien, Nancy estudió minuciosamente los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU, los cuales fueron establecidos por más de 150 líderes mundiales durante la Cumbre de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible, realizada en la ciudad de Nueva York, Estados Unidos, en 2015.
Trazó la ruta para crear una sociedad más equitativa y sustentable, con miras a un mejor mundo en 2030 y en el cual las brechas de pobreza y amenazas del cambio climático sean superadas. De esos 17 objetivos, la joven retomó tres para el proyecto de Zavy: fin de la pobreza; igualdad de género y trabajo decente, y crecimiento económico.
“La intención de Zavy es contribuir de alguna forma con la comunidad, generando fuentes de empleo y teniendo en cuenta que el trabajo de las artesanas es lo más importante. También [busca] involucrarlas en los procesos creativos para que se sientan orgullosas de lo que estamos haciendo”, señala.
“La historia de mi pueblo”
Igual que doña Cecilia, varias mujeres de Seyé y de la comunidad vecina de Muna dieron toda su confianza a la idea propuesta por Nancy.
A finales de octubre de 2018, el primer grupo de artesanas estaba listo para trabajar; sin embargo, les faltaba una identidad para su nuevo producto. Fue entonces que se acordó plasmar con cada puntada de hilo una parte de su cultura y tradiciones para darlas a conocer a donde sea que llegaran las correas que estaban a punto de crear.
“Lo que tratamos es que con cada correa se haga una plática. Cada una tiene un nombre que hace alusión a algún lugar de Yucatan, alguna actividad o flor, algo representativo de aquí.
“Hay modelos que son creados por ellas y otros por un chico de diseño que colabora con nosotras, considerando la cultura y tradiciones del estado”, menciona Nancy.
De esta forma, surgieron los modelos Kukulkán, inspirado en la leyenda del dios maya del mismo nombre, o Nikte Ha, el cual se basa en las flores que crecen en los característicos cenotes de la región.
Toda la inversión para los primeros modelos corrió por cuenta de Nancy, quien destinó sus ahorros para iniciar el proyecto. En abril de 2019 el primer lote de correas ya estaba listo para presentarse, siendo un éxito entre fotógrafos y tiendas locales.
Doña Cecilia explica que para terminar una correa tarda alrededor de 10 días. El porcentaje de ganancia que las artesanas reciben por unidad es de 50%, el resto se reinvierte en materiales y en una página web en la que venden sus productos a todo México, incluso han hecho envíos a Estados Unidos y algunos países de Latinoamérica.
La determinación de Nancy la llevó a ganar el Premio Estatal de la Juventud 2019 y actualmente Zavy es ejemplo de emprendemiento en Mérida, pues mujeres de otras comunidades se acercaron a la joven para integrarse al grupo de artesanas.
“Están felices de lo que hacen, sobre todo porque sus hijos se sienten orgullosos de verlas [ser] autosuficientes. Incluso sus maridos, que antes no las dejaban trabajar, ya quieren ayudarles”, concluye.
“Buscaba algo que tuviera un uso muy específico para dirigirnos a un nicho muy puntual y así pensé en las cámaras fotográficas” NANCY ZAVALA Emprendedora y fundadora de Zavy
“Yo no sabía nada de costura, pero gracias a Nancy tengo la dicha de aprender” CECILIA DZUL Integrante de Zavy