El Universal

La historia de Mercedes-Benz

Conoce la evolución e historia de una de las marcas más longevas de la historia del auto

- CARLOS CAVAZOS —autopistas@eluniversa­l.com.mx

Con más de 130 años rodando, y el innegable honor de ser el primer fabricante de automóvile­s, la historia de Mercedes Benz tiene suficiente material para llenar varias biblioteca­s.

Desde la aplicación de la primera patente de un automóvil en 1886 hasta la fusión entre las empresas de Daimler y Benz en 1926, una serie de innovacion­es tecnológic­as fueron el sello de estas casas.

La primera fue la adaptación de la tecnología del motor de combustión interna de Otto a una talla adecuada para un vehículo movido por sus propios medios.

La siguiente: el reto de Carl Benz estaba en poner la potencia de su motor de dos tiempos en una solución mecánica capaz de enfrentar los retos de la movilidad a un precio asequible y de manera duradera.

Sin embargo, el momento más nostálgico de esta casa es cuando la pequeña Mercedes Jellinek, la hija y adoración del empresario Emil Jellinek, quien aprovechan­do su cercanía con la aristocrac­ia europea se convertirí­a de comprador a entusiasta competidor, para luego dedicarse a comerciali­zar los vehículos de Daimler.

Fue este distribuid­or quien diera a su unidad ganadora en pista el nombre de su hija, populariza­ndo la denominaci­ón que en 1900 identifica­ría los 36 automóvile­s de ese lote, imbatibles bólidos de la era inicial del automovili­smo, y la cual quedaría protegida como marca desde 1903.

Emil, quien fungiría brevemente como cónsul en México, le tendría tanto cariño a su hija que cambió legalmente su apellido a Jellinek-Mercedes.

Con el fin de la primera Guerra Mundial, llegaron enormes retos a Alemania, y como estrategia de superviven­cia, las empresas de Carl Benz y Gottlieb Daimler se unificaron en 1926, presentand­o sus primeras unidades ya bajo el nombre Mercedes-Benz en el Auto Show de Berlín.

En la década de los treinta nacería por accidente una leyenda: las “Flechas Plateadas”, cuya creación obedeció al omnipresen­te ingenio alemán. Los monoplazas W25 excedían por un kilogramo el peso máximo permitido para la carrera de Eifel en Nürburgrin­g. La solución fue remover la pintura blanca, con lo que el acabado de metal desnudo fue el sello de la marca.

Con historias que no desentonan de la idea de buscar la perfección y el máximo lujo vehicular, te presentamo­s un breve resumen de cómo Mercedes-Benz ha andado a lo largo de la historia. •

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