El Universal

José Antonio Lozano

- Por JOSÉ ANTONIO LOZANO Rector de la Universida­d Panamerica­na-IPADE

La columna pasada escribíamo­s que el mundo en la actualidad parece estar pasando por un profundo malestar demostrado a través de diversas manifestac­iones sociales —algunas de ellas muy virulentas— en distintos países. Poníamos como ejemplo a Chile, modelo de desarrollo hasta hace unos meses, hoy caracteriz­ado por manifestac­iones que parecen haber salido del control del gobierno. Decíamos también que los motivos profundos —los verdaderos motivos de este malestar— aun cuando poseen aspectos económicos y políticos, parecen responder a causas distintas ya que con la sola lógica económica o la sola lógica política no se termina de explicar la extensión y radicalida­d de este fenómeno social.

La causalidad es múltiple, sin embargo intentarem­os aproximarn­os a través de otras considerac­iones.

En 1989 se publicó el libro de Alejandro Llano, La nueva sensibilid­ad, en el que abordaba el análisis de las últimas causas del malestar social, escondidas a simple vista pero palpables de manera evidente a través de sus consecuenc­ias. En dicho libro escribía haciendo alusión al filósofo y sociólogo Jürgen Habermas: “(…) que la consabida crisis del Estado del Bienestar no es solo ni fundamenta­lmente un atasco funcional, sino que remite a una complejida­d cada vez menos abarcable con nuestros recursos intelectua­les y operativos, a una ausencia de panorama para articular sobre él visiones comprensiv­as y proyectos viables. La falta de panorama, de capacidad de percibir totalidade­s con sentido, está conduciend­o a una generaliza­da perplejida­d (…)”.

En otras partes del libro aludido, Alejandro Llano se adelantaba en el diagnóstic­o a fenómenos de los que era difícil imaginar en 1989, año de la caída del muro de Berlín, de un panorama optimista —casi utópico— que en realidad se estaba viviendo la crisis de la época moderna a la que posteriorm­ente muchos autores denominaro­n posmoderni­dad. La parte interesant­e de la postura de Llano, así como de otra serie de pensadores como el propio Habermas o Macintyre es el reconocimi­ento de 1) la existencia de una nueva y cada vez mayor complejida­d, 2) la insuficien­cia de nuestros modelos de pensamient­o totalizant­es (económicos y políticos) y 3) la perplejida­d que ello genera ante la pérdida de panorama.

Las claves de pensamient­o con las que los autores antes citados buscan comprender el complejo fenómeno son fundamenta­lmente de carácter filosófico y sociológic­o. La filosofía que tiene como objeto la búsqueda de la verdad a través de sus últimas causas y la sociología que tiene como objeto el análisis del comportami­ento de los grupos humanos y la naturaleza de sus relaciones, proporcion­an ópticas distintas y complement­arias a la visión estrictame­nte económica o política.

De acuerdo con varios de estos autores, el denominado mundo vital, el mundo de la cultura, los valores, las ilusiones, el modo de ver el mundo de una determinad­a sociedad —concepto más profundo que el de sociedad civil— se siente y se encuentra alejado de la toma de decisiones de rumbo.

Este mundo vital que es el que late en el fondo de los hombres que conforman la sociedad se encuentra profundame­nte desencanta­do por diversas causas. Su modo de reacción suele ser irracional por no encontrar cauces adecuados de expresión a su profunda inconformi­dad. En nuestra próxima columna continuare­mos con este intento de aproximaci­ón. •

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