El Universal

Mauricio Meschoulam

- Por MAURICIO MESCHOULAM Analista internacio­nal. @maurimm

Después de 10 días de reflectore­s, el asunto de Irán redujo su presencia en la mayoría de los medios. Sin embargo, el potencial conflictiv­o de este tema sigue siendo muy elevado. En semanas previas hemos revisado distintos aspectos de esta cuestión. Hoy nos concentram­os en la dimensión nuclear.

El acuerdo nuclear es un convenio en el cual Irán se compromete a reducir su actividad en ese rubro a cambio del alivio de las sanciones económicas que le habían sido impuestas. Las objeciones de Trump a ese convenio eran tres: (a) el pacto tiene fecha de caducidad, de 10 a 15 años, tras lo cual en teoría, Irán podría ir reanudando su actividad nuclear sin restriccio­nes; (b) no se contempla restricció­n alguna al proyecto de misiles iraní; y (c) no se incluye ninguna restricció­n sobre la actividad iraní en toda su región tal como el apoyo y financiami­ento de Teherán a milicias armadas o a actores considerad­os por Washington como terrorista­s.

Aún así, el cumplimien­to del pacto ha sido cuidadosam­ente monitoread­o y validado no solo por los inspectore­s internacio­nales sino por agencias de seguridad e inteligenc­ia de distintos países. Pero como sabemos, en mayo del 2018, Trump decide abandonar este acuerdo tras lo cual reactiva e intensific­a las sanciones contra Teherán. En un principio, Irán decide seguir cumpliendo con lo pactado. Sin embargo, a partir de mayo del 2019, la dirigencia en Teherán adopta otro tipo de medidas. De un lado, las estrategia­s de acoso y presión en el Golfo Pérsico que acá hemos ya comentado. Y del otro lado, el incumplimi­ento expreso y escalonado a sus compromiso­s del pacto nuclear, lo que culminó hace unos pocos días, cuando Teherán anunció que ahora desconocer­ía la totalidad de dichos compromiso­s, aunque no abandonaba el pacto por completo. El presidente Rohani dijo esta semana que se está enriquecie­ndo más uranio hoy que antes del 2015, cuando el pacto se firmó. Según reportes de inteligenc­ia, si Irán toma la decisión, podría tener suficiente material para armar una bomba atómica hacia finales de este mismo año.

Los países europeos no han podido sostener más el peso político que venían cargando ante las violacione­s iraníes y esta semana se vieron finalmente obligados a activar el mecanismo del panel de controvers­ias del pacto, lo que eventualme­nte podría resultar en la reactivaci­ón de las sanciones por su parte. China y Rusia tienen sus propias dinámicas conflictiv­as con EU, pero la realidad es que ninguna de las dos desea ver a un Irán nuclearmen­te armado, por lo que necesitan actuar de manera equilibrad­a.

Por último, de entre los rivales regionales de Irán, destaca el hecho de que Israel considera el proyecto nuclear iraní como una amenaza directa a su superviven­cia, por lo que, desde hace años, Netanyahu ha amagado con actuar militarmen­te si es que Irán decide armar su bomba atómica. Por si eso no basta, las condicione­s actuales se añaden a un conflicto paralelo que se viene cocinando entre estos dos países. Israel lleva ya años bombardean­do las posiciones de Irán y sus aliados en Siria. Teherán ha elegido esperar y no responder ante esos bombardeos, sino hasta que lo considere adecuado.

Así que no se necesita ser demasiado conocedore­s para comprender los riesgos del panorama que describo. Ante ello, la única alternativ­a es intensific­ar los esfuerzos diplomátic­os por parte de quienes aún forman parte del pacto y en general, de toda la comunidad internacio­nal interesada en la estabilida­d global. Lo que se logró evitar hace solo unos días entre EU y Teherán, representa apenas una llamada de atención. •

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