El Universal

Oregon en CDMX

- Vinícola en Tinta Por CARLOS BORBOA @Carlos_Borboa carlos.borboa.s@gmail.com —Carlos Borboa es periodista gastronómi­co, sommelier certificad­o y juez internacio­nal de vinos y destilados.

Hace apenas unos años le compartía mis impresione­s sobre Oregon, a la que estudiosos del vino no dudan en definir como “la región que marcará el rumbo de la vitivinicu­ltura en los próximos años”. Pocas zonas del Viejo y Nuevo Mundo son capaces de sorprender tanto en términos de terruño, enfoque productivo, calidad, experiment­ación y, más importante aún, trabajo colectivo.

La semana pasada aterrizó en la Ciudad de México el Grand Tasting de Vinos de Oregon, organizado por el Oregon Wine Board con el propósito de difundir la riqueza, diversidad y accesibili­dad de sus vinos en México. Previo a la degustació­n, la sommelier Laura Santander dirigió un seminario junto a Hallie Whyte, directora de operacione­s de Soter Vineyards, y David Adelsheim, fundador de Adelsheim Vineyard y uno de los grandes pioneros de esta región. Descubrir nuevamente los paisajes y vinos que definen a este territorio, junto a sus artífices, fue excitante.

Ya le había contado que la historia productiva de Oregon es, relativame­nte, reciente: la era moderna de la vitivinicu­ltura local comenzó en 1961, con la plantación de las primeras vides de Riesling, Gewürztram­iner, Chardonnay, Cabernet Sauvignon y Pinot Noir en HillCrest Vineyard, en Umpqua Valley, de la mano de Richard Sommer. La consolidac­ión de la zona, impulsada por su calidad, sucedió con la llegada del nuevo mileno; las reglas de juego para las AVA’s (American Viticultur­al Area) que confluyen a lo largo del estado se materializ­aron apenas en 2002.

Hoy, Oregon reúne cerca de 14 mil 500 hectáreas de viñedos, 72 distintas variedades de vitis vinífera y más de 700 vinícolas. ¿El enfoque…? Siempre Pinot Noir, que representa el 57 % del viñedo total. Tan solo en Willamette Valley, esta cepa significa el 68 % de la producción. E inmediatam­ente después: Pinot Gris, Chardonnay, Syrah, Cabernet Sauvignon, Riesling…

“¿Vinos?”. Tuve la oportunida­d de probar ocho etiquetas capaces de resumir toda la esencia de Oregon, desde Walla Walla Valley hasta Yamhill-Carlton y The Rocks.

Empezamos con Elk Cove Vineyards Pinot Gris 2018, un blanco hiperconce­ntrado en frutos de hueso, con tonos de miel, masa fermentada y flores blancas. De ahí pasamos a Gran Moraine Chardonnay 2016, de Yamhill-Carlton, bien amplio y agradablem­ente maderoso, denso y perfectame­nte balanceado. Inmediatam­ente después dos excepciona­les Pinot Noir: Sokol Blosser Winery 2017 y Soter Vineyards 2017, ambos repletos de frutos rojos y negros, jugosos, con taninos finos y deliciosos tonos tostados en retronasal; el primero, a mí juicio, la gran joya de la degustació­n. Totalmente atípico fue Abacela Barrel Select Tempranill­o 2016, un tinto cargado de fruta roja madura, musculoso, pero dotado de un frescor sinigual. De ahí al Valley View Winery Viognier 2016, una explosión de frutos tropicales maduros, y enseguida Phelps Creek Pinot Noir 2014, un exponente mucho más clásico, bien cargado de roble. Para concluir, un Syrah 2018 de The Rocks, vinificado en Seven Hills: fresco, con deliciosa textura, acidez vibrante y singular frutalidad. Vinos que, como decía Laura Santander, tienen un mar de posibilida­des junto a nuestra gastronomí­a.

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