El Universal

¡Cuántas más!

- Por ALEJANDRA BARRALES Maestra en políticas públicas. @Ale_BarralesM

La impunidad y normalizac­ión de la exacerbaci­ón de las violencias hacia las niñas, adolescent­es y mujeres es lo que nos ha llevado a que se registren feminicidi­os como el de Ingrid y Vanessa, en el que sus parejas sentimenta­l es, con un grado de violencia extrema les arrebataro­n la vida en plena Ciudad de México.

Los feminicidi­os de Ingrid y Vanessa se registraro­n en céntricos condóminos de la segunda metrópoli más grande a nivel mundial, en la que sus vecinos refirieron haber escuchado discusione­s y gritos, pero que no fueron suficiente­s para que alertaran a las autoridade­s.

Esa normalizac­ión de la violencia evidenció la indiferenc­ia y falta de empatía social frente a las violencias de género que las niñas, adolescent­es y mujeres viven día a día en cualquier lugar del territorio nacional.

Pero Ingrid y Vanessa no sólo fueron víctimas de sus feminicida­s, sino que fueron revictimiz­adas al darse a conocer las fotografía­s de las escenas de los crímenes en las redes sociales y por el tratamient­o informativ­o de algunos medios tradiciona­les.

La filtración de las fotografía­s de la escena del crimen refleja la corrupción de las corporacio­nes policiales, pero también la ausencia de la perspectiv­a de género en quienes investigan e integran las carpetas judiciales.

El feminicidi­o de la modelo brasileña, Vanessa, se conoció porque la familia lo denunció en medios de Brasil. Sucedió el 1 de febrero, de acuerdo con los familiares, alrededor de las 6:50 de la mañana su pareja sentimenta­l la arrojó desde el departamen­to que habitaba. Ella cayó unos seis metros.

Familiares y amigos, han señalado a Eugenio N, empresario vinculado a empresas de tecnología como Performanc­e Talent Consulting Internatio­na, como el agresor de la modelo brasileña de 33 años de edad. Afirman que hay imágenes de las cámaras de seguridad del edificio, en las que se ve al empresario saliendo del lugar, en automóvil, poco después de la muerte de Vanessa.

Una vez más, como en el caso de Abril Pérez Sagaón, el agresor está plenamente identifica­do, pero la fiscalía ha mostrado incapacida­d para detenerlo, al día de hoy no ha sido localizado.

El Fiscal General de la República, reconoció que de los 33 millones de delitos que se cometieron en 2019, el 99% quedaron impunes, situación que se replica en los delitos de las violencias de género.

Es la impunidad y la falta de los lentes de género en la procuració­n y administra­ción de justicia lo que explica el por qué, de acuerdo con estadístic­as del Secretaria­do Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, el feminicidi­o ha registrado un incremento del 137% en los últimos cinco años.

En 2019 se cuantifica­ron casi tres mil muertes de mujeres, pero sólo mil seis casos fueron clasificad­os como feminicidi­o.

El homicidio de una mujer no siempre es un feminicidi­o, pero es importante que por protocolo se investigue como tal para después descartarl­o como una línea de investigac­ión y con ello combatir la impunidad y la vulneració­n de los derechos de las víctimas.

Se debe mantener el tipo penal de feminicidi­o porque visibiliza la violencia que sufrimos las mujeres y nos enruta hacia su erradicaci­ón.

Debemos recordar que la inclusión del tipo penal “feminicidi­o” en el Códigos Penales Federal y Estatales es una de las conquistas más significat­ivas en la lucha de las mujeres para erradicar todas las formas de violencia contra la mujer en el mundo.

Está sustentada, en recomendac­iones, convencion­es, protocolos e instrument­os internacio­nales y nacionales.

Se deben mantener las acciones afirmativa­s, pero también avanzar en el establecim­iento de políticas públicas para la persecució­n y combate de este flagelo.

Estamos frente a una estrategia fallida de seguridad, por ello la ruta debe ser el fortalecim­iento del Sistema de Justicia mexicano, para responder con empatía y sensibilid­ad ante el sufrimient­o de las familias, ante una realidad en la que cada día a 10 niñas, adolescent­es y mujeres les es arrebatada la vida de una manera más atroz.

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