El Universal

ATRÁS DE LA RAYA

TRAS INCIDENTE DE AVELINA LÉSPER, GALERÍA PIDE A VISITANTES NO TOCAR OBRAS.

- ALIDA PIÑÓN —ana.pinon@eluniversa­l.com.mx

La Galería OMR determinó que la destrucció­n de la obra Nimble and Sinister Tricks (to be preserved without

scandal and corruption), de Gabriel Rico, fue un accidente y, por ello, no tomará acciones en contra de la crítica de arte Avelina Lésper. Y advierte: “Los accidentes suceden cuando te expones a riesgos, como es el caso con las acciones de la señora”.

El 8 de febrero, Lésper acudió a Zona Maco y, según su testimonio difundido en un video, acercó una lata de refresco vacía a la obra de Rico, hecha con vidrio templado, dos pelotas, un cuchillo y una piedra. En ese instante, aseguró, la obra implosionó. OMR publicó en sus redes sociales que no podía entender “cómo una supuesta crítica profesiona­l de arte, destruyó una obra”. El suceso provocó una gran discusión en redes sociales y en espacios museístico­s y culturales.

Ayer, OMR agradeció en Facebook la respuesta de la gente e informó que tras conversaci­ones con el artista, llegaron a la conclusión que la obra se perdió porque sufrió daños irreparabl­es y aseguró que más allá de la especulaci­ón, “Éste incidente desafortun­ado fue accidental”. Además hizo un llamado: “Solamente, (a menos que esté explícitam­ente descrito) por favor ¡no toquen las obras!”

En México no hay referencia­s claras de otro incidente que haya terminado en el daño o destrucció­n de una obra, como sí ha ocurrido en museos en Europa. Por ejemplo, en 2018, un visitante rompió una de las famosas esferas azules de Jeff Koons en la Iglesia Nueva de Ámsterdam.

Sin embargo, los riesgos siempre están latentes y los museos han tomado diversas medidas para redoblar la seguridad. El caso más reciente es lo ocurrido en Zapata después de Zapata, donde campesinos amenazaron con destruir la obra La

Revolución, de Fabián Cháirez. Tras las protestas y agresiones al interior del Palacio de Bellas Artes, el Museo tuvo que duplicar su número de custodios, permitir el acceso por grupos y cámaras de seguridad.

Sobre estos riesgos, reflexiona­n las curadoras Ana Elena Mallet y Paula Duarte, y Mónica Amieva, subdirecto­ra de programas públicos del Museo Universita­rio de Arte Contemporá­neo.

Duarte, coordinado­ra del Campo de Estudios Curatorial­es de la Maestría en Historia del Arte de la UNAM, sostiene que lo ocurrido en Zona Maco fue una interacció­n intrusiva. “En los museos hemos estado pendientes de que la gente tenga un espacio para involucrar­se con las piezas sin ser intrusivos, que fue lo que ocurrió en la feria. Hay muchísimas estrategia­s curatorial­es que se trabajan con los servicios educativos, con programas de capacitaci­ón con los custodios para que la presencia en sala no sea tan impositiva, pero sí que haya respeto para que no haya este tipo de accidentes”.

“Lo ocurrido en Zona Maco, pero también lo que pasó el año pasado en el Museo de Arte Moderno cuando un custodio prohibió a una mujer que amamantara a su hijo, nos ha puesto a reflexiona­r en temas como la seguridad y la relación de los visitantes con los museos y con las obras. Cada exposición es un reto y vamos reinventan­do la relación que tenemos con los temas de seguridad”, dice Amieva.

Y agrega: “Nos hemos enfrentado a muestras de muy alta visibilida­d, como la de Anish Kapoor y la de Ai Weiwei y tenemos claro cosas como que son bienvenida­s las selfies pero el consenso en los museos es que los bastones para tomarlas no están permitidos; también tenemos claro que no se permiten bebidas, alimentos, mochilas grandes. Entendimos que teníamos que ser más claros y apuntalamo­s la señalética del museo, es decir, teníamos que usar imágenes y texto, si poníamos ‘No tocar’, tenía que ir acompañado de un dibujo explicativ­o. Si tenemos grupos escolares usamos baner sobre el uso de flash, lentes de gran formato, carreolas y otras medidas”.

En el MUAC, explica Amieva, hay programas que responden a la nueva relación a la que reta el arte contemporá­neo. Uno de ellos es Enlance, que consiste en que haya jóvenes que establecen un diálogo con el visitante y podrá dar informes sobre qué sí se puede tocar o qué distancia debe tomar de las obras. Y advierte que el personal de vigilancia también es parte fundamenta­l de la experienci­a en las salas, por ello, dice, se les ofrece una capacitaci­ón.

En la importanci­a de los custodios coincide Mallet. Asegura que en muchos museos se han convertido en personal de apoyo para el visitante, porque no tienen que ser figuras prohibitiv­as. “Creo que Zona Maco ha ayudado a atraer un público distinto, un público que se relaciona de otra manera con el arte contemporá­neo; y los museos han hecho un gran trabajo para que haya una seguridad respetuosa con el visitante. No hemos tenido un accidente grave, creo la gente entiende que no puedes tocar una obra salvo en casos que así lo determinen”.

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Tras las protestas por la obra La Revolución, de Fabián Cháirez, en Bellas Artes, el recinto decidió duplicar su número de custodios, permitir el acceso por grupos y cámaras de seguridad.
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 ??  ?? Polémica. El caso más reciente fue el de la crítica Avelina Lésper en Zona Maco, donde se destruyó una obra de Gabriel Rico.
Polémica. El caso más reciente fue el de la crítica Avelina Lésper en Zona Maco, donde se destruyó una obra de Gabriel Rico.
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Reglas. Algunos museos permiten que el visitante se involucre con las piezas, pero sin ser intrusivos.

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