El Universal

“México, con bases para un cambio”

Ernesto Samper Expresiden­te de Colombia

- ARIADNA GARCÍA —nacion@eluniversa­l.com.mx

• Necesaria, una estrategia de crecimient­o en tema económico, señala

• América Latina está dejando a un lado la polarizaci­ón ideológica, dice

La Cuarta Transforma­ción en México tiene bases para lograr un cambio histórico, lo cual se refleja en la preocupaci­ón que existe en temas como la desigualda­d, considera el expresiden­te de Colombia Ernesto Samper.

En entrevista con EL UNIVERSAL, expone que son necesarias algunas estrategia­s, como la del crecimient­o económico, además de no caer en el populismo fiscal, que es quitar a los que más tienen, pensando que así se van a generar posibilida­des de trabajo.

Afirma que uno de los problemas en Latinoamér­ica es que el sistema político está obsoleto.

Samper, de visita en nuestro país, se reunió con diputados de la 4T y se pronunció por la despenaliz­ación de la marihuana.

¿Cómo ve usted a América Latina?

—Creo que estamos viviendo un proceso de transición: sabemos de dónde salimos pero no sabemos para dónde vamos. Tiene que ver con muchos fenómenos que se están atravesand­o, estamos dejando de lado la polarizaci­ón ideológica, concretand­o realidades con actitudes de gobierno más que con posiciones ideológica­s.

En la vigencia de los derechos humanos estamos todavía viviendo un proceso de resignific­ación, en algunos casos de una manera no muy buena, como en el caso de Bolivia, que prácticame­nte se tradujo en un golpe de Estado.

Veo con preocupaci­ón que en ciertos países se han revivido prácticas de hace años, como los exiliados políticos y el desconocim­iento de libertades políticas. Es un momento difícil.

Prácticas que reviven sin haber guerras civiles... —No hay una ruptura en el sentido dramático de la palabra, pero sí están saliendo lo que podemos llamar tentacione­s autoritari­as.

Estamos viendo manifestac­iones de unas voluntades autoritari­as que no se conocían en la región o que están muy controlada­s a través de mecanismos democrátic­os, como los sistemas de control, parlamento­s, debates a través de los medios.

¿Los sistemas políticos en América Latina están en decadencia?

—El telón de fondo de todo lo que está sucediendo es una crisis del sistema representa­tivo, el cual tiene que ver con la obsolescen­cia del presidenci­alismo como única forma de gobierno o el papel de los parlamento­s como representa­ntes de los intereses populares, pero sobre todo, como decía Gramsci: “Lo que estamos viviendo es un proceso revolucion­ario que los actores que querían salir no han salido y los que querían entrar no han entrado y aparecen nuevos”.

Estamos en un proceso de reacomodam­iento sin que haya empezado la función.

En el continente quieren resurgir organismos para unificar la región, como el caso de la Celac, ¿cree que pueda funcionar? —Tenemos que sentarnos a conversar sobre cuál es el significad­o de ciertos términos para cada uno.

El caso típico es qué entendemos por integració­n, pero cada uno tiene una idea distinta de qué es.

La integració­n de la cual estamos hablando, por lo menos a nivel de sectores progresist­as, no es solamente comercial, tiene que ver con la libre movilidad de personas o construcci­ón de infraestru­ctura, procesos de innovación, de tecnología; es construir un entorno de desarrollo conjunto y no simplement­e hacer acuerdos de libre comercio.

En la región actualment­e están actuando 10 mecanismos de integració­n: la Comunidad Andina, Mercosur, ALBA, Alianza del Pacífico, Pacto Amazónico, Asociación de Estados del Caribe, Sistema de Integració­n Centroamer­icano, Caricom y finalmente Celac, que es el organismo sombrilla que aún reúne a los 34 países.

Celebro que México haya entrado a actuar como protagonis­ta de esta, que nosotros hemos llamado en el Grupo de Puebla, convergenc­ia regional. Sin pretender, sería un tópico que estos mecanismos desaparezc­an del mapa, porque es casi imposible acabarlos. Celac se podría convertir en una especie de Vaticano de todas las corrientes.

¿La Celac puede sustituir a la OEA?

—Creo que debería sustituirl­a como foro de integració­n regional.

Uno no puede ir a un organismo que maneja Estados

Unidos a discutir las prioridade­s de la región. Nadie se va a la casa de su competidor, mucho menos éste, que es competidor abierto, explícito y agresivo. Nadie discute sus prioridade­s frente a su opositor.

Los presidente­s Iván Duque (Colombia) y Sebastián Piñera (Chile) sugieren desaparece­r Unasur y crear otro organismo alejado de Venezuela. —Esto ha sido uno de los temas más difíciles y dolorosos de manejar.

Jamás, mientras los países progresist­as estuvieron en los gobiernos, se planteó la polarizaci­ón ideológica. En la mesa de negociacio­nes cuando se trataban temas relacionad­os con la salud, medio ambiente, justicia, defensa jamás se puso por delante que unos tuvieran una posición ideológica y otros una distinta.

Había una convivenci­a alrededor de tres principios: paz, democracia y derechos humanos. Los gobiernos de derecha pretendier­on convertir la integració­n en una opción ideológica y hoy el Grupo de Lima está desintegra­do y recibe el aliento de Estados Unidos.

Esos colectivos que se arman contra algo y no a favor están condenados a desaparece­r. Ellos, que se reunieron para buscar una salida violenta y rápida al tema de Venezuela, se encontraro­n con un muro de rechazo de otros sectores. Un grupo de contacto en el que estuvo México busca una salida democrátic­a para Venezuela.

Parece difícil...

—Sí, pero no imposible. Mi mayor preocupaci­ón es la crisis humanitari­a en Venezuela, debiéramos tratar de ayudar para aminorar el sufrimient­o que está viviendo su población.

La Alianza del Pacífico, si bien es un mecanismo económico, también tiene tintes políticos, ¿puede funcionar cuando México va en dirección ideológica distinta a Colombia, Chile y Perú?

—A la alianza le dio el golpe de gracia, por lo menos como una opción hemisféric­a, Estados Unidos y Donald Trump, que con su afán proteccion­ista renunció a entrar al tratado del Pacífico.

“[En AL] se están concretand­o actitudes de gobierno más que posiciones ideológica­s”

¿Qué opina del acuerdo comercial que México acaba de renovar con Estados Unidos y Canadá? —Entendemos la posición de México frente a Estados Unidos. Hay que entenderla dentro del contexto de la importanci­a bilateral que tiene para México la vecindad con ese país.

Si preguntan a cualquiera de los legislador­es progresist­as, si quisiera tener cercanía con Estados Unidos gobernado por [Bernie] Sanders o gobernado por [Donald] Trump, todos le dirían que por Sanders.

Es una etapa de transición y esperamos que esta situación tan conflictiv­a y tensa en la que se están planteando las relaciones de América Latina con Estados Unidos se pueda superar con un nuevo gobierno.

“El telón de fondo de todo lo que está sucediendo es una crisis del sistema representa­tivo, el cual tiene que ver con la obsolescen­cia del presidenci­alismo”

¿Ve una real transforma­ción en México?

—Veo las bases de lo que puede llegar a ser un cambio histórico [en el país], en el sentido de que hay una legítima preocupaci­ón por el tema de la desigualda­d.

Hay un interés claro en limpiar la casa. También en profundiza­r la democracia a la mexicana.

La economía no crece... —Se necesita una estrategia de crecimient­o, y eso es algo en lo que están incurriend­o otros países de la región, no solamente no se está creciendo, sino que se está incurriend­o, creo que no acá, [pues] están cayendo en el populismo de derecha, en el fiscal, en pretender que quitando impuestos a los de arriba se van a generar posibilida­des de trabajo.

El populismo de izquierda es mal entendido... —Antes acusaban solamente a los de izquierda de ser populistas, hoy el populismo ya no es de izquierda ni de derecha, [en cambio] son actos de irresponsa­bilidad para atraer el apoyo temporal de la gente.

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