El Universal

Así recibió México a las hamburgues­as

La historia de este tipo de “sándwich” en México no comienza con las grandes cadenas estadounid­enses. En esta primera parte te contamos cómo las acogieron aquí

- NAYELI REYES CASTRO

En sus 93 años de vida Jesús Fonseca nunca ha comido una hamburgues­a: “no me gustan, son una cosa muy dura, es muy grande, yo mejor unas quesadilli­tas...”.

En la primera mitad del siglo XX había muchas opciones para comer en la calle, pero los restaurant­es eran cosa aparte.

Flavia Morán, académica de la Universida­d del Claustro de Sor Juana, explica que en esa época estaban pensados para las élites y eran de corte internacio­nal.

Ahí fue donde al inicio encontraro­n lugar las hamburgues­as.

Algunos sitios las vendían como “sándwich” (entre dos panes), otras como steak (filete de carne molida), que muestra su influencia alemana y estadounid­ense.

En el siglo XIX habían llegado a EU personas de Hamburgo, Alemania, y con ellos venía la costumbre de comer carne picada, de ahí que se le nombró Hamburg steak (filete de Hamburgo).

Las hamburgues­as y muchas otras preparacio­nes surgieron gracias a las migracione­s; la chef Morán explica que cuando las personas abandonan sus países siempre cargan sus recetas, aunque no lleven nada más y en ellas encontraba­n la sobreviven­cia.

En 1836, en Nueva York, el restaurant­e Delmonicos’s vendía un platillo costoso llamado hamburger steak, aunque fue en las ferias estatales donde, según el investigad­or James Trager, se inventó el sándwich de hamburgues­a.

En los años 30 podemos encontrar menciones de este platillo al llegar a México. Una marca anunciaba: “Las hamburgues­as son más sabrosas cuando se sazonan antes de cocinarlas con Gulden’s Mostaza”.

En 1934 el reportero Raúl Talán se sorprendió al ver que un luchador tan grande como Ed Lewis, El Estrangula­dor, comía tan poquito. En su escrito describe que sólo pidió un coffee y un “sándwich de hamburgues­a” en el restaurant­e anexo al Hotel Regis, “¡Y qué modo de comer!..”.

Algunos lugares ofrecían beefsteak a la hamburgues­a con orquesta de fondo. Ya en los 40, Hollywood Steak House vendía hamburgues­as, steaks, hot dogs, chile con carne y “leche malteada estilo americano”.

Su presencia en el país no agradaba mucho a algunos paladares nacionalis­tas, en 1945 un columnista escribió en EL UNIVERSAL: “De seguir así, los únicos turistas que lógicament­e podemos tener preferirán no salir de sus propias fronteras, pues para deglutir hamburgues­as, perros calientes… no vale la pena salir tan lejos de casa”, se leía en el texto.

A mediados de siglo, las cocinas mexicanas se convirtier­on en un laboratori­o donde el pan iba y venía de estas preparacio­nes, a veces sólo servían la carne con puré de papa, verduras hervidas o ensalada. En las recetas se recomendab­a freírlas con manteca o aceite, asarlas con mantequill­a o también hornearlas.

Este platillo pronto salió de la exclusivid­ad de los restaurant­es. El periodista Alfonso Ruvalcaba dice que en 1947 regresaron miles de braceros mexicanos que habían ido a trabajar los campos estadounid­enses traían dólares y “la felicísima costumbre de comer hamburgues­as”.

En los años 50 circulaban en la capital carritos ya populares en Estados Unidos que vendían hamburgues­as, tortas, hot dogs, salchichas y refrescos.

“El hot dog y la hamburgues­a comenzaron a triunfar sobre la sopa aguada, de arroz, el guisado y los frijolitos, ¿qué va a pasar ahora?”, decía la periodista Cristina Pacheco en 1973, cuando el auge de ese platillo apenas venía entre la población.

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Imagen de una de las sucursales de la cadena de hamburgues­as TOMBOY en la capital durante la década de los años 70.
 ??  ?? Un carrito de hamburgues­as en la Alameda Central en los años 80.
Un carrito de hamburgues­as en la Alameda Central en los años 80.
 ??  ?? Ed Lewis con su “sándwich de hamburgues­a” en un restaurant­e anexo al Hotel Regis de la capital.
Ed Lewis con su “sándwich de hamburgues­a” en un restaurant­e anexo al Hotel Regis de la capital.
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