El Universal

Entre gritos y trucos, vida retorna a cruceros viales

Limpiapara­brisas, vendedores y artistas urbanos retoman otra vez espacios que quedaron desocupado­s debido a la pandemia del Covid-19

- Texto: JUAN CARLOS CORTÉS Fotos: BERENICE FREGOSO —nacion@eluniversa­l.com.mx

“Un pesito, un pesito”, “A la vuelta, jefe”, “Aguaaaa, cigarros”, “Cubrebocas a diezzzz”. Después de meses de confinamie­nto, la vida retorna a los cruceros de la ciudad. Tras ya incontable­s días marcados por la falta de movilidad urbana, un ejército de limpiapara­brisas, vendedores de todo tipo de artículos y de artistas callejeros se han apoderado otra vez de esos espacios.

Entre la venta, los trucos y los servicios exprés de lavado de parabrisas y medallones se normaliza el ajetreo entre los que piden unas monedas para llevar a casa y los automovili­stas que con señas, a veces con rostros enojados, los rechazan.

A los cruceros también han llegado trabajador­es nuevos; personas que antes de la pandemia se dedicaban al estudio y otras actividade­s, pero que se han visto forzados a ocupar ahora un espacio en las calles para sobrevivir ante la falta de ingreso o la necesidad de ayudar con el gasto en el hogar.

Es el cruce de Canal de Churubusco y la Calzada Ignacio Zaragoza en la colonia Agrícola Oriental, aquí, después de casi cuatro meses de contingenc­ia por Covid-19, este lugar vial vuelve a retomar vida.

Óscar David es un limpiapara­brisas que desde que comenzó la contingenc­ia empezó a trabajar en este cruce. “Empecé a venir aquí desde que comenzó la contingenc­ia, terminé la preparator­ia y al no encontrar otro trabajo, pues lo vi como una opción. Con lo que saco ayudo a mi mamá”.

Al igual que él, Karla, quien vende cubrebocas y caretas, de cidió venir a trabajar en este cruce después de la que despidiera­n de su trabajo de animadora. “Cuando empezó la pandemia me quedé sin trabajo, entonces se abrió la opción de trabajar aquí vendiendo caretas y decidí arriesgarm­e, soy madre de tres hijos, así que no podía parar de trabajar”.

Karla sabe de los riesgos que corre en este lugar, pero ante la escasez de empleo decidió vender caretas, “he buscado empleo, pero no hay trabajo ahorita, por eso sigo trabajando aquí, es difícil por los riesgos y las condicione­s como el Sol o la lluvia —muestra los estragos del calor en sus manos— pero tengo que mantener a mis hijas”.

Igual que ellos, en la avenida Morelos y la calle Francisco Iglesias, en la colonia Jardín Balbuena, se encuentra Paulo Santos y Brandon, bailarines de break dance profesiona­les, quienes desde que comenzó la pandemia no dejaron de trabajar en algunos cruces de la ciudad.

“No dudo que exista el virus y que haya muertos, pero tengo que comer, yo no robo, no secuestro. Yo tengo una hija de 16 años, quien está en el Poli y quiero darle lo mejor y sólo lo hago traficando cultura y deporte”.

Paulo Santos indica que pese a que cerraron avenidas y espacios en el centro de la Ciudad de México, en los lugares que trabaja el flujo de personas seguía igual.

“Sólo cerraron lugares en el Centro, aquí en los lugares del barrio no dejó de pasar gente y ni cambió en flujo de automóvile­s, mira el mexicano donde lo pongas y contra lo que le pongas la va a armar, va a trabajar. El virus no nos detendrá”, agrega Paulo Santos.

KARLA Vendedora de cubrebocas “Cuando empezó la pandemia me quedé sin trabajo, entonces se abrió la opción de trabajar aquí vendiendo caretas y decidí arriesgarm­e”

ÓSCAR DAVID Limpiapara­brisas "Yo empecé a venir aquí desde que comenzó la contingenc­ia, terminé la preparator­ia y al no encontrar otro trabajo, pues lo vi como una opción”

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Niños limpiapara­brisas buscan un espacio en cruceros de la Ciudad de México para obtener recursos y ayudar con el gasto en el hogar.
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Karla es madre de tres hijos y al quedarse sin trabajo vio la opción de vender cubrebocas y caretas en los cruceros.
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Paulo Santos y Brandon, bailarines de Break Dance profesiona­les no dejaron de trabajar desde que comenzó la pandemia.

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