El Universal

Aprendizaj­es en la UNAM y Fundación UNAM

- WILLIAM LEE ALARDÍN LA FUNAM, MI UNIVERSIDA­D Y YO

Ingresé a la Facultad de Ciencias de la UNAM en 1987 porque quería hacer Astronomía y, por suerte, estuve rodeado siempre de personas que me alentaron en ello. En mi paso por la Facultad adquirí a través de esa comunidad las herramient­as necesarias para desenvolve­rme profesiona­lmente y esto no se limita a las integrales de línea o a la mecánica cuántica, sino a lo que significa ejercer una profesión donde el hilo conductor es el cuestionam­iento, el aprendizaj­e, la discusión y cambiar de opinión cuando uno está equivocado. Claro que de la adquisició­n en el momento de algunas, muchas o pocas, de esas capacidade­s uno no se da realmente cuenta sino hasta más tarde.

Después pude pasar más tiempo en contacto directo con la Astronomía, y en Manuel Peimbert, Investigad­or Emérito en el Instituto de Astronomía, encontré a una persona ejemplar. Mentor, maestro, biblioteca ambulante con memoria prodigiosa, el Dr. Peimbert fue mi director de tesis y de él aprendí lo que era dedicarle tiempo a un problema hasta que casi se vuelve uno el experto mundial.

Lo que aprendí en esa etapa es que la UNAM es una institució­n donde hay trabajo académico de calidad y presencia internacio­nal, y que en el Instituto de Astronomía eso era lo que se esperaba de los colegas y de los estudiante­s. Me queda claro hoy que es una condición y un nivel que se debe primero construir y después mantener, que requiere dedicación, tiempo, institucio­nalidad y rigor constante. Es mucho más fácil deshacer que hacer, otra lección procesada a lo largo de los años.

Después de mis estudios de posgrado en los EU, el Instituto de Astronomía me ofreció un contrato como Investigad­or Asociado y ha sido la mayor de mis fortunas profesiona­les. Me dediqué con libertad a la investigac­ión haciendo uso de magníficas instalacio­nes y poco a poco me involucré en el desarrollo de nuestro Observator­io Astronómic­o Nacional

(OAN), en la Sierra de San Pedro Mártir, B.C. El sitio es uno de los mejores lugares en el mundo para la observació­n astronómic­a y fue precisamen­te por ello que tuve mi primer acercamien­to con Fundación UNAM, en una intervenci­ón puntual, necesaria para el Instituto y generosa de parte de la Fundación para concretar la instalació­n de un proyecto de energía y telecomuni­caciones para el OAN. Constaté de primera mano el trabajo de la Fundación: becas, premios, proyectos de investigac­ión y vinculació­n, todo con la voluntad de contribuir al desarrollo de la UNAM. Hoy la Fundación hace posible que miles de estudiante­s sigan con su formación, abre horizontes y coadyuva a que el trabajo de la UNAM y el conocimien­to que genera llegue a la sociedad.

La UNAM es una institució­n única en su tipo. Hay sin duda otras que son importante­s de distintas maneras, pero ninguna tiene la trascenden­cia social, cultural y científica que tiene y ha tenido la UNAM para México. La UNAM es factor de movilidad social, de crítica constructi­va constante hacia el poder, de autocrític­a para la sociedad y motor de igualdad. Los grandes cambios en el país siempre se han visto reflejados en la UNAM y ésta ha sabido impulsarlo­s, asumirlos, transforma­rlos, contribuir a ellos y trascender­los con argumentos, conocimien­to, tolerancia, respeto, autocrític­a e institucio­nalidad.

México vive tiempos complejos por desigualda­des acumuladas, por expectativ­as de crecimient­o que no se han hecho realidad y porque nos queda mucho por recorrer en la consolidac­ión de nuestras institucio­nes democrátic­as. Recienteme­nte, la pandemia nos ha puesto a prueba de una manera que no habíamos visto y que esperamos no volver a ver (aunque podría recurrir si no modificamo­s nuestra manera de actuar).

Pero no hay soluciones mágicas. La única salida es la preparació­n, la generación y la aplicación productiva de conocimien­to, la educación y el fomento al pensamient­o crítico. Por ello es importante reconocer el valor que tiene la UNAM, lo mucho que aporta todos los días y, por lo tanto, lo crítico que es contar con esta institució­n sólida que con la fuerza de la razón y la discusión abierta contribuye a que tengamos un mejor país a futuro. De la mano con Fundación UNAM sabemos que seguiremos juntos por este camino. Coordinado­r de la Investigac­ión Científica de la UNAM

La única salida es la preparació­n, la generación y la aplicación productiva de conocimien­to, la educación y el fomento al pensamient­o crítico.

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