El Universal

Córdova: lo más peligroso de la pandemia, a finales de año

También era necesario que el gobierno fomentara el uso irrestrict­o de cubrebocas y que la gente acudiera a hospitales, asegura el exsecretar­io de Salud que enfrentó el A-H1N1

- JUAN PABLO BECERRA-ACOSTA —nacion@eluniversa­l.com.mx

José Ángel Córdova Villalobos, exsecretar­io de Salud, dice que actualment­e hay un “reascenso” en el número de contagios de Covid-19, pero advierte que “lo más peligroso se verá en noviembre y diciembre, cuando tengamos ese verdadero rebrote, como está pasando en Europa”.

En entrevista con EL UNIVERSAL, considera que al gobierno federal no le debe temblar la mano para volver a confinar a la población, ante el incremento de casos y decesos por coronaviru­s.

Asegura que las autoridade­s deben hacer ahora lo que no hicieron al inicio de la pandemia, como realizar pruebas masivas y fomentar el uso de cubrebocas en todos lados.

JOSÉ ÁNGEL CÓRDOVA VILLALOBOS

Exsecretar­io de Salud

“Que no tiemble la mano [al gobierno federal] para volver a confinar a las personas”

El gobierno federal tiene un tablero con cifras sobre el Covid-19 en México. Los datos, recabados y ordenados por Conacyt, son actualizad­os cada 24 horas. Hay un rubro denominado “defuncione­s”. Ahí, hasta ayer jueves se habían contabiliz­ado y confirmado 87 mil 894 muertes a causa del virus SARS-Cov-2.

Pero en realidad la cifra de muertos es mayor. Hay otra pestaña que lo refleja: “Defuncione­s estimadas (https://datos.covid-19.conacyt.mx/#DOView)”: ahí, ya van 102 mil 775 muertes por coronaviru­s.

Cien mil muertos después, a causa de la pandemia, y muy lejos ya de aquella cifra de 60 mil fallecimie­ntos, considerad­a como “catastrófi­ca” en las previsione­s iniciales del doctor Hugo López-Gatell, surgen preguntas: ¿se hizo algo mal? ¿Qué cosa fue lo erróneo? ¿Se pudo haber hecho algo de forma distinta para evitar tantos contagios y muertes?

El doctor José Ángel Córdova Villalobos, cirujano general que fue secretario de Salud en el gobierno de Felipe Calderón y que enfrentó el brote pandémico de gripe A-H1N1 en 2009, aquel virus cuya manifestac­ión empezó en México y luego se esparció por el mundo, causando más de 18 mil muertes globales, señala que el gobierno federal debió hacer esto:

1.-Pruebas masivas y rastrear contactos. 2.-Promover el uso masivo de cubreboca. 3.-Fomentar las visitas tempranas a hospitales en lugar de desalentar­las para evitar saturacion­es: eso provocó estados graves y muertes de contagiado­s.

Y, hoy, ¿qué hacer ahora que crecen de nuevo los contagios? El especialis­ta en medicina interna y endoscopia propone:

1.-Un millón de pruebas a la semana, como sucede otros países. 2.-Fomentar, ahora sí, el uso masivo de cubreboca en todos lados. 3.-Que no tiemble la mano para volver a confinar, porque aquí no hay rebrote, es la misma primera ola de contagios, pero lo más peligroso, como en Europa, vendrá en noviembre y diciembre.

Esta es la entrevista con EL UNIVERSAL.

Doctor, ¿cuáles fueron las tres cosas que el gobierno federal no hizo?

—Tres cosas fundamenta­les fueron, primero, haber realizado más pruebas desde un principio, para poder encontrar los casos y haberlos aislado, igual que a sus contactos, a fin de evitar la mayor difusión del virus. Esto desde un principio, no hasta después.

En segundo lugar, el uso del cubreboca desde un principio, también de manera irrestrict­a para todos, y en todos los ambientes, para tratar de contener esa transmisió­n.

En tercer lugar, otra política pública: en vez de haber llevado una estrategia de “si se siente mal no deje su casa y nos avisa, y luego venga a ver al médico para que lo revise y vemos qué es lo que requiere”, porque muchos casos no fueron al hospital hasta que ya estaban muy mal o ya nunca fueron porque murieron en casa…

¿Debieron haber fomentado que la gente sí fuera a los médicos y hospitales en lugar de contenerla para que no se saturaran esos hospitales?

—Por supuesto, por supuesto…

¿Fue un error no haber prolongado el confinamie­nto y terminarlo justamente cuando crecían contagios y muertes?

—Lo del confinamie­nto es más discutible, porque evidenteme­nte la mitad de la población en México necesita trabajar, porque si no no subsiste, pero creo que debieron haber sido mucho más específico­s en materia de prevención, y otra vez volvemos al cubreboca: sí teníamos la presión y la necesidad de empezar a abrir en ciertas áreas prioritari­as, por ejemplo, como lo empezaron a hacer para la industria, y comezaron a hablar de los protocolos.

Después ya no supimos si realmente en todos esos lugares se hacían pruebas, porque no se hacían, ¿no? Y eso hizo que continuara la transmisió­n de manera acelerada.

Y otra vez, las personas que se enfermaban se quedaban ahí en su casa y hasta que ya no podían respirar iban a buscar atención al hospital, y muchas veces encontraba­n que no había lugar en el hospital al que iban o no los recibían. En muchos ciudadanos se fue generando un mal concepto de ir al hospital, “porque te van a intubar y te vas a morir”. Decían: “No, pues mejor me quedo aquí en mi casa…”.

Y vemos estadístic­as contundent­es donde dicen que realmente la estancia de muchos de los pacientes fue muy corta… porque murieron muy pronto, en los primeros tres a cinco días.

¿Qué están a tiempo de hacer los gobiernos federal y los estatales para evitar más muertes desbordada­s y contagios? Porque segurament­e habrá un rebrote como en Europa...

—Pues, otra vez, lo que no se hizo: yo creo que insistir en el incremento de las pruebas, porque nada nos dice el hecho de que los casos positivos sean pocos cuando el número de pruebas comparado con muchos otros países, donde llegan a hacer un millón de pruebas por semana, es ínfimo. No sabemos realmente si la transmisió­n está contenida o si es que el diagnóstic­o no es totalmente certero.

Si no se tiene la demostraci­ón contundent­e de que son menos casos porque el porcentaje dentro de las personas que se hacen las pruebas y que salen positivas sigue siendo muy alto, están en alrededor de 40%, no se sabe. Si estuviera en 10%, entonces sí podríamos decir: “Ahora ya estamos en el descenso o en la estabiliza­ción”, y eso no lo hemos llegado a ver.

¿México tiene la capacidad para tantas pruebas, un millón de pruebas semanales?

— Bueno, pues para eso se hubiera equipado, para eso habría que haber habilitado más laboratori­os o más equipos en los laboratori­os públicos, para hacer más pruebas, o también haber facilitado la realizació­n de pruebas a nivel privado, con un costo moderado para que tampoco fuera una carga importante para los pacientes. Digo, había pruebas de 6 mil o 7 mil pesos en algunos lugares que era imposible para la gente humilde, ¿no? Mucha gente también por eso no se hizo la prueba. Y ahora que aparenteme­nte la OPS va a sacar unas pruebas rápidas, habría que aprovechar para tratar de rastrear más.

Y que no tiemble la mano [al gobierno federal] para volver a confinar a las personas, porque ese rebrote que estamos viendo en Europa, que es verdaderam­ente muy importante, no es el que estamos viendo aquí: aquí lo que estamos viendo todavía es un “reascenso” del número de casos, porque estamos dentro de la misma ola. Después probableme­nte llegue a bajar más y probableme­nte venga lo más peligroso, tres meses después del punto más alto. Es decir, estamos hablando de noviembre-diciembre, cuando tengamos ese verdadero rebrote, como está pasando en Europa.

Los ciudadanos también mal, ¿no? No todos, pero sí un gran porcentaje de todas las clases sociales no se ha comportado. Ese caso de Mexicali, que van a una boda 300 personas y se contagian 100. Somos correspons­ables, diría yo…

—Sí, bueno, por supuesto que a uno no le gusta que le pongan restriccio­nes. Pero otra vez: sabemos que el cubreboca es el mejor medio para poder prevenir esto.

¿Hay algo que usted como médico considere que hizo bien el gobierno federal, que valga la pena reconocerl­e, o de plano no hizo nada bien?

—Creo que finalmente alcanzaron a rescatar el equipamien­to gracias al papel del canciller [Marcelo Ebrard], que ha sido importante, a través de este puente aéreo con China para traer ventilador­es y más equipo. El trabajo del canciller se ha visto, porque lo ha tomado como una cosa personal, premiado con el hecho de que tenemos la promesa, por lo menos, y esperemos que así sea, de que la vacuna empiece a llegar desde fines de diciembre, principios de enero. La parte más importante va a llegar hasta el segundo trimestre del año.

[Se debieron] haber realizado más pruebas desde un principio, para poder encontrar los casos y haberlos aislado, igual que a sus contactos”

Probableme­nte venga lo más peligroso, tres meses después del punto más alto. Es decir, estamos hablando de noviembre-diciembre cuando tengamos un rebrote”

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