Fundación UNAM
Nací en la Ciudad de México en 1946, hijo de padres republicanos españoles que se vieron forzados a emigrar de su patria al término de la guerra. Mi familia tuvo la fortuna de encontrar refugio en México, rehacer sus vidas y que sus descendientes, aun los que no habían nacido en México, nos criáramos y fuéramos considerados como mexicanos de cepa.
En el Colegio Madrid cursé mis estudios preuniversitarios y en 1963 ingresé a la Facultad de Química de la UNAM para estudiar ingeniería química. Ello me permitió tener acceso a una excelente educación y convivir con un diverso grupo de compañeros, lo que enriqueció mi visión y conocimiento del país.
Fui distinguido por mis compañeros al designarme presidente de la Sociedad de Alumnos y una de sus iniciativas fue haber llevado a cabo una evaluación de los profesores de la Facultad, en la que participaron la gran mayoría de los alumnos. En el colegio de directores, varios de ellos indignados, pidieron nuestra expulsión, pero el rector Barros Sierra cerró la discusión diciendo que no sólo estábamos en nuestro derecho, sino que era conveniente conocer la opinión de los estudiantes. Varios años después, siendo director, instituimos en la Facultad la evaluación anual del personal académico por parte de los alumnos.
Gracias al apoyo que recibí de la Facultad de Química y del Conacyt, cursé maestría y doctorado en la Universidad de California en Berkeley.
Luego me incorporé como profesor en la Facultad de Química, a la cual dirigí dos periodos consecutivos.
Pude combinar y complementar mi carrera universitaria con la del servicio público e incursionar en posiciones de responsabilidad académica en la UNAM (director de la Facultad de Química y rector de la UNAM), e intercalar dichas responsabilidades universitarias con otras en el sector público (director General del Instituto Mexicano del Petróleo, subsecretario en la Secretaría de Energía y, por dos periodos, comisionado de la Comisión Reguladora de Energía).
Una de mis experiencias más enriquecedoras como director de la Facultad fue la campaña financiera que emprendimos con apoyo de un grupo de exalumnos, que nos permitió recuperar y restaurar las instalaciones de nuestra vieja escuela de Tacuba, así como conformar el patronato para obtener fondos complementarios al presupuesto universitario.
Estas experiencias sirvieron de inspiración al Dr. José Sarukhán para impulsar la conformación de la Fundación UNAM, institución que tanto ha apoyado a la Universidad en la consecución de sus tres objetivos básicos: docencia, investigación y difusión de la cultura.
Como Secretario General participé en la definición e implementación del programa de becas a estudiantes destacados de bajos recursos, el programa de apoyo a estudiantes de licenciatura para estancias de estudios en el extranjero y el programa de laboratorios de cómputo Fundación UNAM, que permitió en poco tiempo dotar de equipos de cómputo a todas las escuelas y facultades de la UNAM. A la fecha, los distintos programas de becas de la Fundación UNAM han beneficiado a más de 730 mil estudiantes, particularmente aquellos de menores recursos.
Antes de concluir esta breve nota, no quiero dejar pasar la oportunidad de dirigirme a todos nuestros egresados para exhortarlos a que contribuyan, en la medida de sus posibilidades, a la extraordinaria labor que realiza día con día la Fundación UNAM en apoyo de los programas estratégicos de nuestra universidad y en beneficio de sus estudiantes, particularmente de aquellos de menores recursos, para quienes la beca que les otorga la Fundación es un apoyo invaluable que les permite cursar y concluir sus estudios en condiciones más favorables. •
Los distintos programas de becas de la Fundación UNAM han beneficiado a más de 730 mil estudiantes, particularmente aquellos de menores recursos.