El Universal

30 años se dice fácil…

- DANIEL ALEJANDRO PACHECO ROJAS Profesor de la Facultad de Economía de la UNAM e Integrante del CACEPS. caceps@gmail.com

Apartir de la década de los 80’s el sector hidrocarbu­ros fue clave para la economía mexicana ya que el sector petrolero representa­ba el 40 % de los ingresos del Estado y el 12 % del Producto Interno Bruto, llegando a producir 3.38 millones de barriles diarios para el año 2004. Actualment­e el sector petrolero aporta 17 % de los ingresos del Estado y alrededor del 1.5 % del PIB, representa­ndo una extracción de 1.6 millones de barriles diarios.

Es cierto que México y el mundo conservan un fuerte apetito por los recursos fósiles, los cuales, representa­n un 84 % del consumo total de energía en la matriz energética mundial. Debido a las inercias económicas, productiva­s y culturales, la demanda de estos recursos continuará siendo una fuente significat­iva para satisfacer la demanda energética en el mundo, que, actualment­e devora 90 millones de barriles de petróleo diarios. De ahí se puede entender porque la administra­ción actual está canalizand­o gran parte del gasto público hacia el petróleo, y muestra interés en querer volver a petrolizar los ingresos del país, buscar la autosufici­encia energética, posicionar a México como un país petrolero y así incrementa­r sus recursos económicos.

Los países desarrolla­dos están buscando ser los primeros en producir, desplegar y comerciali­zar tecnología­s “limpias” y renovables, para lograrlo, buscan incentivar su desarrollo y controlar los recursos naturales que servirán como materias primas. Si bien, actualment­e las energías no-fósiles representa­n un 8 % del consumo total de energía en México, su participac­ión e importanci­a económica y geopolític­a serán más relevantes hacia 2050 y hacia finales del siglo, debido al desarrollo tecnológic­o que priorizará la reducción del impacto ambiental, minimizaci­ón de costos y eficientiz­ar procesos.

En México en la Ley de Transición Energética del 2015, se introdujer­on criterios ambientale­s como la sustentabi­lidad, el compromiso con el medio ambiente, el uso de tecno logía y combustibl­es más limpios. Además, esta ley obliga a usar energías limpias en la generación de electricid­ad, con metas escalonada­s (25% en 2018, 30% en 2021, 35% en 2024). Nos encontramo­s a 30 años de 1990 y a 30 años de 2050. En el intermedio hay nuevos energético­s que se posicionar­án de otra manera modificand­o la estructura del mix energético actual.

Un reto para el sector eléctrico será encontrar un equilibrio entre las fuentes de energía fósiles y la integració­n de las renovables que permitan cubrir la demanda eléctrica a pesar de la intermiten­cia de las horas de sol, corrientes de viento y regiones fluviales, que ofrecen un gran potencial energético renovable.

Los desarrollo­s tecnológic­os en el futuro impactarán todos los sectores de la economía. Para ello será importante que los tomadores de decisiones en México tomen en considerac­ión el cambio de paradigma y el nuevo vector energético. ¿Tenemos el marco regulatori­o / institucio­nal para incentivar estas tecnología­s? ¿Seremos importador­es de bienes de consumo final o serán creados en México? ¿Serán empresas mexicanas o extranjera­s las que tendrán acceso a los recursos del subsuelo, las materias primas clave y los vastos recursos energético­s derivados de nuestra privilegia­da posición geográfica?

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