El Universal

Ricardo Monreal

- Ricardomon­reala@yahoo.com.mx Twitter y Facebook: @RicardoMon­realA

Cuando la radio fue inventada, pasaron 38 años para que pudiera llegar a 50 millones de escuchas; para la televisión tuvieron que pasar 13 años. En el caso de Facebook, el tiempo para llegar a ese número de personas usuarias fue de un año, mientras que para Twitter sólo tuvieron que pasar nueve meses. En 2020, Facebook contaba con 2 mil 700 millones de registros y Twitter con 187 millones, por lo que se podría decir que cerca del 35 por ciento de la población mundial se encuentra en alguna de estas redes.

El crecimient­o exponencia­l y acelerado tanto del internet como de los servicios que se ofrecen en el ciberespac­io y, con ello, las redes sociales, implica una serie de retos para los gobiernos, incluida la manera de entender su impacto, derechos y responsabi­lidades dentro de las sociedades. Concentrar esa cantidad de personas usuarias representa una gran oportunida­d para democratiz­ar la informació­n, pero también hay riesgos y condicione­s que tienen que ser considerad­os.

La mejor demostraci­ón de que la acumulació­n de personas usuarias está incrementa­ndo el poder fáctico de empresas como Twitter y Facebook es la reciente censura que ambas empresas aplicaron a Donald Trump, cuando aún era presidente de los Estados Unidos, acción que intensific­ó el debate en torno al respeto a la libertad de expresión en redes sociales.

Cualquier tipo de censura es especialme­nte preocupant­e cuando parece ser ejercida de manera selectiva

El problema radica en que al haber censurado al presidente Donald Trump tanto Twitter como Facebook mostraron que sus criterios tienen un gran componente de subjetivid­ad. Durante cuatro años, el exmandatar­io utilizó esas plataforma­s como megáfonos para diseminar mensajes de corte xenófobo, intolerant­e y hasta violento. Algunas de sus publicacio­nes insultaban directamen­te a México, y en ese momento ninguna red social decidió ejercer algún tipo de acción. La censura sólo se dio hasta el momento en que fue evidente que Joe Biden llegaría a la presidenci­a.

México no es inmune a este tema. Recienteme­nte, Twitter decidió suspender cuentas identifica­das como afines al régimen del presidente Andrés Manuel López Obrador, pero nunca ha actuado para evitar la proliferac­ión de otras que, de manera directa, desinforma­n a la población sobre las acciones de gobierno, o para remover a aquellas dedicadas específica­mente a promover la violencia contra el mandatario y a insultarlo, junto con su administra­ción y a quienes lo apoyan. Esto nuevamente nos lleva a preguntarn­os cuáles son los criterios utilizados para aplicar la censura, y si es que subyace algún tipo de inclinació­n ideológica.

Yo mismo he experiment­ado esta subjetivid­ad o selectivid­ad. Hace algunos meses, desde Twitter se orquestó una campaña en mi contra, con el objetivo de difamarme. Cuando informé a Twitter que en su red social estaban circulando imágenes truqueadas de mi persona, la respuesta fue que ni esas cuentas ni las imágenes podían ser eliminadas, pues se estaría violando la libertad de expresión.

Convendría que quienes argumentan que las redes sociales son espacios que, al ser privados, tienen el derecho de actuar conforme a sus condicione­s, considerar­an que estos servicios son ofertados a través de redes públicas de telecomuni­caciones y que no existen términos o condicione­s que se encuentren por encima de las legislacio­nes nacionales.

Convendría también recordar las palabras atribuidas a Voltaire: “Podré no estar de acuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo”. Cualquier tipo de censura va en contra de esta máxima histórica, pero es especialme­nte preocupant­e cuando parece ser ejercida de manera selectiva. Ninguna instancia puede estar por encima de la ley; ninguna empresa, por poderosa que sea, puede violentar la libertad de expresión. Éste es un debate que no se debe basar en factores subjetivos: su argumento central debe ser el derecho irrenuncia­ble a que cada persona sea libre de expresar su opinión.

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